Martes de la luenga lengua: Más allá de, oír-escuchar, par

QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA  

por  Efraim Osorio López

eolo1056@yahoo.com

‘Más allá de’ cualquier consideración o análisis, cada vez me convenzo más de que ‘más allá de’ significa… ‘más allá de’. 

Hasta hace relativamente poco tiempo, la locución ‘más allá de’ era solamente una locución circunstancial de lugar, por ejemplo, ‘más allá del río Guacaica se encuentra la ciudad de Neira’. Actualmente, es una locución omnipresente, que significa tanto que puede significar cualquier cosa.  En una de las series de televisión de Estados Unidos, tradujeron la palabra ‘regardless’ (‘a pesar de todo, sin tener en cuenta, sin ser afectado por algo’) por ‘más allá de’. Y, como lo insinué arriba, es una locución que está presente en casi todos los artículos de opinión. Cuatro ejemplos nada más de los miles que podría citar: “Más allá de presiones y chantajes, la reforma laboral avanza” (El Tiempo, editorial 1, 30/5/2025). La misma fuente, aludiendo al ‘vapeo’, dice: “Preocupa que más allá de las libertades que pueden reivindicar los mayores buena parte de los afectados sean adolescentes y niños” (31/5/2025). En esta muestra faltan las comas, pues se trata siempre de una frase incidental. “Más allá del lienzo: la realidad del soporte en el arte contemporáneo” (Eje 21, titular, Óscar Álvarez, 31/5/2025). Y de Juan Lozano: “Más allá de leguleyadas, recibió cristiana sepultura” (El Tiempo, 2/6/2025). Se refería a la controversial ‘consulta’. Y no interpreto sus posibles significaciones, porque, ‘más allá de’ cualquier consideración o análisis, cada vez me convenzo más de que ‘más allá de’ significa… ‘más allá de’. ***

Ya no se ‘oye’ el verbo ‘oír’: fue reemplazado por ‘escuchar’. Un botón de muestra: “Bulo Bulo ya se escucha en Manizales” (LA PATRIA, primera página, 31/5/2025). Hablando y escribiendo con propiedad, “…ya se oye en Manizales”, porque ‘escuchar’ (del verbo latino ‘auscultare’*, -‘escuchar con atención, atender’) es, precisamente, ‘poner atención a lo que se dice’, es decir, ‘a lo que se oye’. En cambio, el verbo ‘oír’ (del latino ‘audire’, -‘oír, percibir por el oído’) significa ‘percibir los sonidos’, con atención o sin ella. Son muchos los sonidos que el oído percibe sin que nos demos cuenta de ello, sobre todo aquellos a los que estamos acostumbrados, como el ruido de la nevera. Y hay contertulios que oyen al que está hablando, pero no le están poniendo cuidado por estar pensando en lo que van a decir o en otras cosas. Como Guspéu, que ‘oye’ pero no ‘escucha’. *Nota: de este verbo viene también  ‘auscultar’, muy usado por los médicos, pues quiere decir “escuchar los sonidos que se producen en alguna parte del organismo, particularmente en las cavidades, por ejemplo, en el aparato respiratorio o en el corazón” (M. Moliner). Todo el que escucha, oye; pero no todo el que oye, escucha. ***

El término ‘par’ (del latín ‘par-is’, -‘igual’), aunque una de sus acepciones sea ‘conjunto formado por dos cosas’, es singular, por lo que debe concordar con el verbo en ese número. En su columna de LA PATRIA, el señor Luis F. Molina escribió: “El par de viejos salieron cabizbajos del restaurante…” (2/6/2025). “El par de viejos salió cabizbajo…”, porque en este caso no se aplica la norma de los sustantivos intrínsecamente plurales*, ya que, como lo anoté, se trata de un ‘conjunto’ de dos unidades, como la ‘yunta’ (de dos bueyes o mulas) y la ‘pareja’ (de dos personas o animales), que concuerdan con su verbo en singular: no decimos ‘la pareja se conocieron’, sino ‘la pareja se conoció’. Elemental. Ahora bien, como la presencia del adjetivo ‘cabizbajo’ hace que la frase suene extraña, lo mejor habría sido eliminar la palabra ‘par’, y escribir solamente ‘los viejos salieron cabizbajos del restaurante’. *Ejemplo, ‘mayoría’, que puede concordar con el verbo en singular o plural. 

DESCACHADAS IDIOMÁTICAS

Por Jairo Cala Otero

1.- «Oposición busca que Petro se haga exámenes toxicológicos y psiquiátricos para “evaluar su capacidad”». Este título en una noticia del diario El Colombiano es impreciso y falto de sentido común. Nadie, por más habilidoso que se considere, se hace exámenes de ninguna naturaleza; siempre los realizan científicos expertos en cada área. Por lo tanto, lo dicho aquí en esa materia falta a la verdad. El título preciso es: «Oposición busca que Petro se someta a exámenes toxicológicos y psiquiátricos para “evaluar su capacidad”».

2.- «(…) ha surgido con fuerza un nuevo enemigo que corre los cimientos de la democracia ilustrada: la burricia». En artículo titulado «¡Arriba la burricia!», en la revista Cambio, Daniel Samper Pizano usó cuatro veces la palabra ‘burricia’ en referencia a personas de reconocida torpeza. En una de las citas, agregaba: «Donald Trump es la más evidente encarnación de la burricia». En realidad, ese vocablo no es castizo; el que sí está asentado en el diccionario es burricie, de género femenino, que significa: «Cualidad de burro, torpeza, rudeza». Las menciones de Samper Pizano debieron decir la burricie, palabra de la que son sinónimos: burrez, torpeza, rudeza y tosquedad.

3.- «Revelan quiénes son los heridos del fuerte accidente aéreo cerca de Bogotá y cómo están». Ningún accidente es suavecito, como dice una canción; si lo fuese, no sería accidente, sino lo más parecido a una caricia; todos son fuertes o estremecedores. En algunos casos, son fatales (cuando hay personas muertas). Por la manía de usar adjetivos en algunas oraciones gramaticales ─cuando no son necesarios─ se califica mal alguna situación de apremio, como lo hicieron en el periódico virtual Pulzo con este título noticioso. Sin adjetivo: «Revelan quiénes son los heridos del accidente aéreocerca de Bogotá, y cómo están».

4.- «¿Qué pasó con la asistencia a las marchas? Expertos hacen balance tras baja afluencia en dos días de paro nacional». Titular en el periódico El Tiempo. Se abordan aquí dos asuntos opuestos: una marcha es una caminata de personas con un fin determinado; no implica parálisis total de actividades. Un paro es: «1.- Interrupción de actividades colectivas por iniciativa de algún grupo social o de una autoridad. 2.- Huelga, interrupción de la actividad laboral por parte de los trabajadores». (DRAE). En Colombia no hubo ningún paro, sino unas marchas (lánguidas, por cierto) de unas minorías, lo cual no paralizó ni a las moscas. Son dos conceptos abismalmente opuestos. Sin embargo, la prensa colombiana no hace diferenciación de ellos, con lo cual se hace creer que el deseo de unos pocos se ha cumplido. Hay paro nacional (parálisis) cuando en el país no funcionan: transporte, comercio, instituciones gubernamentales, escuelas, colegios, universidades, plazas de mercado; nada, nada funciona, ni los hampones, porque no hay gente en las calles para asaltar. Título reparado: «Expertos hicieron un balance de la baja afluencia a las marchas de dos días».

5.- «Se legalizó la contratación por horas, una práctica que reduce los ingresos reales de las y los trabajadores y profundiza la desigualdad». Si la matraca que una minoría agita sobre «igualdad de género» tuviese asidero lingüístico, el articulista Horacio Duque debió haber escrito en Las 2 Orillas: «las trabajadoras y los trabajadores». Como lo hizo, falta notoriamente al discurso refrito sobre la duplicación de artículos determinantes y de sustantivos para diferenciar géneros gramaticales. Es como tratar de nivelar una mesa coja recortando otra de sus patas. Al derecho y con ajuste lingüístico: «Se legalizó la contratación por horas, una práctica que reduce los ingresos reales de los trabajadores y profundiza la desigualdad». El sustantivo plural trabajadores incluye a las mujeres, sin que signifique que hay dominio de un sexo sobre el otro; las palabras tienen género y los humanos tenemos sexo, que es lo que todavía no quieren entender unos pocos.

6.- «“Muñecas de la mafia”: el descalificativo de Petro a periodistas por el que el gremio y congresistas le exigen respeto». La palabra «descalificativo» no es castiza en el idioma español. Sí son legítimas descalificatorio y descalificador, con sus respectivos femeninos: descalificatoria y descalificadora. Cualquier calificación otorgada a personas o cosas es un adjetivo calificativo, nunca es un «descalificativo»; aunque el vocablo descalifique a la persona a quien se le dirija. Por la funcionalidad de la semántica, la frase publicada por el diario El Colombiano debió ser: «“Muñecas de la mafia”: el calificativo de Petro a periodistas, por lo cual el gremio y congresistas le exigen respeto».

7.- «El procedimiento tuvo lugar en un edificio en el centro del municipio fronterizo y fue confirmado por la Fiscalía General de la Nación, que la captura es con fines de extradición». Dos asuntos atropelladamente revueltos en una sola oración, en esta expresión del periódico La Guajira Hoy. Un asunto es el procedimiento cumplido en un edificio céntrico, otro asunto es la extradición del capturado; ambos deben separarse. Así: «El procedimiento se cumplió en un edificio en el centro del municipio fronterizo. La Fiscalía General de la Nación reveló que la captura tiene fines de extradición».

8.- «Los bloqueos viales y las manifestaciones del pasado viernes en vías públicas del área metropolitana de Bucaramanga fueron levantadas luego de que las autoridades y líderes moteros acordaron construir una propuesta en conjunto, sobre cómo se aplicaría la restricción del parrillero hombre mayor de 18 años». En una noticia de José Luis Pineda en el diario Vanguardia. Errores: 1.- Los bloqueos «viales» se hicieron en «vías públicas», es una oración con repetición y redundancia juntas. De las dos faltas, la más absurda es la que afirma que las vías son públicas; claro que lo son, no hay vías ‘privadas’ por donde circulen libremente las personas y los vehículos. 2.- Hay discordancia gramatical de género: el sustantivo bloqueos (masculino) no concuerda con el participio levantadas (femenino). 3.- Los rodeos, como «construir una propuesta», hacen ampuloso el lenguaje. Frase sin «bloqueos» lingüísticos: «Los bloqueos y las manifestaciones del pasado viernes en algunas vías del área metropolitana de Bucaramanga fueron levantados. Autoridades y líderes moteros definirán un acuerdo conjunto sobre cómo se aplicaría la restricción al parrillero hombre mayor de 18 años».

9.- «Claudia López oficializa su aspiración presidencial (…)». Mal puede considerarse «oficial» una candidatura de cualquier ciudadano colombiano, cuando no es promovida ni sostenida por el Gobierno; además, ningún Gobierno puede dedicarse a esos oficios electorales porque la ley lo prohíbe expresamente. Sin embargo, la necedad de algunos redactores de noticias hace aparecer como «oficial» cualquier acción que ciudadanos comunes y corrientes tengan pendiente de ejecución. Eso no significa que la «oficialicen» cuando suceda, como mal subrayan en las noticias; así ocurrió en este título en la página de La FM (RCN). Sólo se oficializa lo que pertenece al funcionamiento del Gobierno, como claramente lo observa el diccionario. La referencia a la exalcaldesa de Bogotá, simplemente es: «Claudia López anunció su aspiración presidencial (…)».  

10.- «A tan solo tres años del escándalo que destapó uno de los mayores fraudes al sistema de salud en la historia de Chile, nuevamente el país se ve sacudido por un caso que involucra a médicos colombianos». Para quien redactó esta expresión en el periódico El Colombiano los fraudes al sistema de salud en Chile sucederán dentro de tres años. Lo más probable es que ese redactor trabaje ayudado por una bola de cristal para vaticinar los sucesos del futuro. Esa premisa se desprende de la locución «a tan sólo tres años del escándalo», la cual indica que faltan tres años para que el escándalo ocurra. Sin adivinaciones ni mentiras (porque ese hecho ya ocurrió): «Tres años después del escándalo que destapó uno de los mayores fraudes al sistema de salud en la historia de Chile, nuevamente el país se ve sacudido por un caso que involucra a médicos colombianos».

11.- «Te cuento que Alberto me terminó». Expresión de una mujer que le compartía a otra el fin de su relación amorosa con su novio. En el lenguaje popular son comunes esa y otras expresiones que apuntan al mismo mensaje. Semánticamente, sin embargo, la frase encarna una equivocación: nadie es incompleto, todos estamos terminados, bien hechos, en condición de vivir sin fronteras. Por consiguiente, decir «me terminó» no resulta apropiado en una persona completa, «terminada». Corrección: «Te cuento que Alberto rompió su relación conmigo». Otra posible: «Alberto dio por terminada su relación conmigo». Si el rompimiento es de consenso: «Alberto y yo rompimos nuestra relación».

12.- «La Procuraduría destituyó por 14 años a Juan Pablo Ramírez, exfuncionario de la Alcaldía de Daniel Quintero». De un reportero de Caracol Televisión. ¡Falso! La destitución sucede una única vez y su efecto inmediato es la desvinculación del cargo de quien sea hallado culpable de alguna falta grave contra el régimen administrativo o el código penal. En cambio, la inhabilidad impuesta para no ejercer cargos públicos sí dura el tiempo que señale la sentencia; en el caso de Juan Pablo Ramírez fue de 14 años, lo que indica que durante ese tiempo él no podrá ser nombrado en ningún cargo del Gobierno ni contratado para prestar servicios al Estado. Frase corregida: «La Procuraduría destituyó e inhabilitó por 14 años a Juan Pablo Ramírez, exfuncionario de la Alcaldía de Medellín».

13.- «Pasajero fue apuñalado en un bus intermunicipal por robarle el celular en Bogotá». El uso equivocado de las preposiciones conduce a decir otros asuntos, que, a lo mejor, ni el redactor los había pensado. En este título de la página de RCN Noticias (televisión), se sindica a un pasajero de haberle robado el celular a otro individuo cuya identidad no se conoce. Se diría, entonces, que la oración gramatical quedó interrumpida. Pero, en realidad, no fue eso lo sucedido; al pasajero lo hirieron con un cuchillo (no con un puñal, caso en el cual sí hubiera sido apuñalado) para robarle su celular, el de él. Título corregido: «En Bogotá: Para robarle su celular, un pasajero fue acuchillado en un bus intermunicipal».

14.- «El periodismo enseña que es necesario oír con mucha atención las mentiras porque detrás de ellas suele vivir la verdad». Expresión del periodista Daniel Coronell en uno de sus artículos en la revista Cambio. Oír con mucha atención es escuchar. Es equivocación generalizada confundir esos dos verbos. El primero (oír) significa percibir sonidos, sin que a ellos se les preste atención, ni conciten la concentración del oyente. Escuchar, en cambio, es oír con esmerada atención con el interés de saber qué clase de ruido, conversación, música, etcétera, se produce en el entorno. Entonces, Coronell debió escribir: «El periodismo enseña que es necesario escuchar las mentiras porque detrás de ellas suele vivir la verdad».

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: williamgiraldo@revistacorrientes.com

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