Los Danieles. Un Nobel para Donald

Daniel Samper Pizano

Daniel Samper Pizano

El 24 de enero pasado la prensa mundial informó sobre el cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que desde 1961 fue herramienta gringa de ayuda a los países atrasados. Donald Trump y su (ex)cómplice Elon Musk, habilitado como gobernante por la gracia del presidente, decidieron reducir la agencia a los meros huesos. La había fundado John F. Kennedy para mostrar la cara amable de los Estados Unidos y contribuyó a salvar millones de vidas en zonas pobres y malsanas.

Ahora, en vez del copete elegante de Kennedy, el rostro del Coloso del Norte son dos máscaras siniestras: la del falso rubio de pelo color zanahoria y la del Frankestein facho que realiza el saludo nazi ante las muchedumbres. Acabose Usaid. A Trump no le interesaba gastar hermosos dólares en extranjeros hambrientos y, a su turno, Musk opinó: “Esta agencia es una organización criminal”. ¿Habrá mirado un espejo? 

En total, cortaron un 83 % de los programas de salud, nutrición y educación que ayudaban a los desamparados y proyectaban una imagen humanitaria de los Estados Unidos. Desde hace dos días clausuró sus cuarteles Usaid. Lo poco que queda pasó a ser una gaveta del Departamento de Estado.

Ante la desoladora noticia, un funcionario europeo comentó: “Dos de los hombres más ricos del planeta acaban de condenar a muerte a millones de los habitantes más pobres”. No exageraba. Hace pocos días, la reputada revista científica The Lancet publicó un estudio realizado por solventes institutos de investigación social según el cual el desmantelamiento de Usaid provocará en cinco años más de 14 millones de muertes evitables. De esta cifra, un tercio son menores de edad.

La información de The Lancet sacudió a los 15.000 delegados de 150 países que la ONU reunió en Sevilla la semana que termina para debatir fórmulas de financiación del desarrollo. Estados Unidos no asiste, pero su sombra asusta por todas partes.

De acuerdo con el estudio, frenar los programas de salud en poblaciones vulnerables “sería comparable a una anemia global o un gran conflicto armado”. El área más afectada es la lucha contra el VIH (Virus de inmunodeficiencia humana), antesala del sida, que en una época sembraron el pánico ente artistas e intelectuales y desde hace tiempos arrasan a los países africanos y podrían dejar un millón de muertos anuales al desfallecer la lucha contra la infección. 

Las proyecciones de la cumbre de Sevilla, sin embargo, son incompletas. Efecto inmediato de la deserción de Estados Unidos de sus obligaciones morales con poblaciones paupérrimas es que otros países ya no se sienten comprometidos a sumarse a los esfuerzos de la Usaid y rebajan también sus contribuciones.

Más perversa aún es la filosofía de reducir los presupuestos humanitarios para engordar los de guerra. Al tiempo que Washington desmonta la agencia solidaria, Trump exige a sus socios de la Alianza Atlántica (NATO) que suban al 5 % del PIB el gasto militar. Para muchos países, esto significa duplicar e incluso triplicar la actual asignación y quitar plata a los pobres para comprar más armas y más caras, que por lo general venden los Estados Unidos.

Lo lamentable es que pocos gobernantes se atreven a contradecir a quien se he erigido Rey del Universo ante la alelada cobardía de muchos que callan. Pasará a la historia como lagarto prediluviano y excelso lameculos el holandés Mark Rutte, secretario de la Alianza, que escribe a Donald cartas privadas llenas de alabanza donde lo llama Papi. Es inexplicable que este sacamicas siga al frente de un organismo multinacional.

Pero quizá la peor consecuencia de estos meses de horror bajo la dictadura trumpiana es que se impuso como aceptable el concepto de la guerra impune, según el cual es posible destrozar el derecho internacional y borrar del mapa a pueblos completos (el gazatí, por ejemplo) a pesar de que la opinión pública, la ONU y cientos de gobiernos se opongan a la carnicería. Entre el 14 y el 24 de junio, sin que el mundo se percatara, Israel mató a tiros o bombazos a 287 ciudadanos de Gaza, muchos de ellos niños, que buscaban agua y comida en los repartos miserables que maneja un contratista privado de los dos victimarios. Mientras Washington no lo prohíba, Israel seguirá masacrando vecinos, Putin soltará sobre Ucrania sus drones y tanques y todo estará permitido. 

Los malos van ganando. Netanyahu, que debería estar preso por malversación de fondos, sigue en el poder y Trump aspira a que le den el Premio Nobel de la Paz. Este mundo anda tan descompuesto, que seguramente lo tendrá.

Los leones no duermen

A quienes se quejan de que las estadísticas de fútbol y los algoritmos solo producen resultados aburridos les aconsejo que se hagan hinchas de Santa Fe. Es uno de los pocos buenos que sí ganan, un equipo que aún cree en las emociones y se atreve a conquistar estrellas épicas con la pierna inservible del jugador más veterano del torneo. Grande el santafecito lindo, grande Rodallega, grandes sus jugadores y su afición… 

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: williamgiraldo@revistacorrientes.com

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