Los Danieles. Qué peligroso es ser niño…

Daniel Samper Pizano

Gaza se está convirtiendo en un cementerio de niños.
Unicef

Daniel Samper Pizano

Nada más peligroso que ser niño.

Cerca de 3.700 menores han muerto de manera violenta desde que estalló la confrontación en Gaza. Al menos otros 500 han perecido en ataques rusos sobre Ucrania. Cada día, acaba de revelar Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), más de 420 niños gazatíes mueren o quedan heridos.

En 2022, según la ONU, 2.985 niños fueron asesinados en 24 países. Entre 2005 y 2020 resultaron 104.000 muertos o mutilados; 25.700 fueron víctimas de secuestro, y grupos armados reclutaron a la fuerza a 93.000. La ONG Humanium calcula que en una década murieron unos 10 millones de niños en guerras y conflictos.

En Colombia fallecen cada año cerca de 800 menores en hechos de violencia. La Procuraduría reveló que entre enero y agosto de 2022 fueron asesinados 426 niños y jóvenes. México es aún más siniestro. Allí mueren cada día un promedio de seis.

Cuando el niño no cae víctima de balaceras o asesinatos lo espera la trampa mortal del hambre. Hace dos años, 2.3 millones de niños no llegaron siquiera a un mes de vida: murieron por desnutrición, por agua contaminada o por condiciones sanitarias deplorables. La cifra sube a 5 millones tratándose de menores de cinco años. Unicef reveló en junio de 2022 que 8 millones de menores se encontraban a punto de morir famélicos.

Nada más peligroso que ser niño. 

El hambre es solo una de las amenazas que acosan a los pequeños. Durante la reciente campaña electoral en Bogotá varios candidatos coincidieron en señalar que miles de familias capitalinas no logran completar las tres comidas diarias. Carlos Fernando Galán, el nuevo alcalde, prometió un “plan de choque” dado que el 30 % de los habitantes de la ciudad “tienen hoy hambre”. Afirma el Dane que esta misma condición afecta en el país a más de 2,4 millones de hogares (cada hogar consta de cuatro o cinco personas). La pobreza obliga a comer poco y, además, mal. Los nutricionistas aconsejan atenerse a la calidad, no a la cantidad de la comida, y buscar dietas adecuadas. 

Justamente esta semana entró en vigencia, como parte de la reforma tributaria, una ley que aspira a modificar las costumbres alimenticias de los colombianos, alejarlos de la comida chatarra y conjurar los riesgos que esta trae, sobre todo, a la salud de los niños. Los niños pobres y tambén los niños ricos. La ONU informa que buena parte de los 380 millones de infantes que sufren sobrepeso proceden de hogares y países de bajos ingresos, pero muchos pertenecen a clases medias y altas.

La meta de la ley es atajar la obesidad, esa “gordura de la mala” (así la llamaban las abuelas) que, según el experto de la Unicef Franco Sassi, “se extiende por el mundo como un virus”. Entre 2005 y 2015, Colombia pasó de ser un país desnutrido a un país malnutrido; es decir, que en él conviven el medio social, la desnutrición, la obesidad y la carencia de nutrientes. Los últimos datos revelan que el 56.4 % de la población y el 25 % de los niños acusaban sobrepeso, que es pasaporte seguro hacia las enfermedades circulatorias, respiratorias y óseas.

Los gravámenes de la nueva ley a ciertos productos elaborados en fábrica buscan corregir la publicidad y desestimular la venta de alimentos preparados con químicos dañosos: grasas saturadas, sodio excesivo, azúcares añadidos… Los consumidores tendrán más información y sufrirán menos engaños (el agua azucarada de Hit, por ejemplo, la vendían como la fruta de verdad). Pero, naturalmente, las poderosísimas empresas de alimentos defienden de manera tenaz sus intereses. Ya lo advierten los manuales de Unicef: “La oposición de la industria contra las acciones regulatorias incluye cabildeo político y campañas de mercadeo. Su respuesta es a menudo feroz, y los países tienen que prepararse para ello”.

La advertencia no es vana. Aunque la ley nace de los esfuerzos de científicos, padres de familia, educadores y ciudadanos, algunos ilustres opinadores vinculados a la multimillonaria industria califican la norma de ultrachambonada solo atribuible a “sesos de burócrata”. Podría haber sido mejor, posiblemente, como todo en este mundo imperfecto. Pero sin duda frenará en alguna medida la comida basura, tal cual ocurrió con éxito en México. La chatarra comestible: esa sí que es peor que una chambonada. Es un ultraatentado.

Nada más peligroso, pues, que ser niño. 

Porque el niño es carne de cañón y víctima inducida de malos consumos. Pero no acaban ahí los riesgos a los que está expuesto, ya que en la jauría que lo acecha están los artefactos electrónicos: teléfonos celulares, computadores, juegos, pornografía virtual… El resultado son camadas de menores ensimismados, bovinos, ajenos a su alrededor, pegados a las redes, propensos a los problemas mentales y el pesimismo (el deseo suicida infantil se duplicó entre 2008 y 2019 en Estados Unidos) y cada vez más inútiles en el desarrollo de “recursos propios para tolerar la vida cotidiana”, según el psicólogo español Francisco Villar.

Entre tanto, los gigantes tecnológicos afinan productos que “atraen, involucran y atrapan” a los niños, según una demanda contra Meta (dueña de Facebook, WhatsApp e Instagram) presentada por 41 fiscales de Estados Unidos que luchan por lograr artefactos menos adictivos. La solución creciente pasa por limitar rigurosamente el uso de estos aparatos en los chinos, prohibir los celulares antes de los 16 años y capacitar a los padres para que aprendan a educar a sus hijos en el mundo informático. Que imiten a Steve Jobs, el genio cibernético y comercial que tenía vedadas las pantallas y las redes a sus críos.

Si el esclavizado menor logra sobrevivir a la violencia, nutrirse en forma adecuada y moderar el uso de aparatos electrónicos, aún lo esperan el cambio climático (que, según un respetado científico inglés, “plantea un riesgo existencial a la salud infantil”), los pederastas, los jíbaros, la inseguridad, el matoneo y la puta vida…

Sí. Nada más peligroso que ser niño.

ESQUIRLA. El excelente escuadrón femenino que Carlos Fernando Galán incorpora a su alcaldía es un buen presagio de lo queserási administración.
 

Sobre Revista Corrientes 3321 artículos
Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]