La detención y la deportación vistas a través de un chat familiar

Saúl Martínez para The New York Times

El pasado delictivo de un venezolano lo puso en la mira de las autoridades migratorias de EE. UU. Sin embargo, su familia estaba decidida a mantener el contacto.

Por Allison McCann 

El 15 de febrero, Carlos Enrique Itriago Arevalo se puso un uniforme de sóftbol de color verde menta, se comió un tazón de cereal y salió corriendo para ir a su partido de liga amateur. Era temprano, antes de las 7 a. m., y su esposa y su hijo de 9 años todavía dormían.

Tenía tanta prisa que se olvidó de su teléfono. No logró pasar las puertas de su complejo residencial en Florida antes de que varios agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por su sigla en inglés) lo detuvieran.

Carlos nunca llegó al partido. Sus compañeros de equipo comenzaron a preocuparse y le llamaron y enviaron mensajes de texto varias veces ese día.

Carlos sabía que encajaba en el perfil de “extranjero criminal” al que el gobierno de Donald Trump se había comprometido a perseguir. Poco después de llegar a Estados Unidos desde Venezuela, había sido condenado por fraude. Pero había cumplido su condena y, años más tarde, se le había concedido una exención de deportación en forma de Estatus de Protección Temporal (TPS).

“Nunca me preocupó eso, que me deportaran, porque tenía el TPS”, dijo.

Aproximadamente una hora después de su detención, Carlos llamó a su esposa, Emily Méndez, desde las oficinas del ICE en Jacksonville, y le contó lo que había sucedido. Le advirtió que no se pusiera en peligro ella ni el resto de su familia, todos ellos migrantes recientes de Venezuela, al ir a verlo.

En el chat familiar, Emily estaba desanimada.

EMILY (ESPOSA) FEB. 15, 8:59 A. M.

No podemos hacer nada 😭

JUAN CARLOS (HERMANO)

¿Por qué?

EMILY

Él me dijo que no fuéramos para allá… que no fuéramos para allá porque fue el ICE que lo cogió. Y no sé, no sé, no le entendí bien.

JUAN CARLOS (HERMANO)

Ok, está bien, pero igual hay que averiguar qué se puede hacer.

La familia Itriago Arevalo, como muchas familias de migrantes recientes, es muy unida. Un sendero de césped conecta las dos casas de la familia. Una era compartida por Carlos, Emily y su hijo; la otra por sus padres, dos hermanos, su cuñada y su sobrina.

En primer plano, se ven las dos cabezas de espaldas —una pertenece al hijo de Carlos y la otra a su esposa, Emily— inclinadas la una hacia la otra mientras ambos se abrazan. Al fondo, el hermano y la sobrina de Carlos están sentados en un sofá.

La mayoría de ellos habían sobrepasado el plazo de sus visas y posteriormente solicitaron protección contra la deportación durante el gobierno de Joe Biden, que creó nuevas vías legalespara los venezolanos que huían de la crisis política y económica de su país.

El presidente Trump había prometido una campaña de represión contra los migrantes indocumentados y la revocación de muchas de las protecciones de la era Biden, incluida la prórroga del TPS, a la que se habían opuesto los republicanos. Pero Trump llevaba apenas un mes en el cargo cuando Carlos fue detenido. La Corte Suprema no permitió al gobierno proceder a la suspensión de las protecciones del programa hasta mayo.

La familia no estaba segura de si los antecedentes penales de Carlos significaban que había sido seleccionado específicamente ese sábado o si lo habían detenido al azar.

JOHAN (HERMANO) FEB. 15, 12:40 P. M.

¿Cómo habrán llegado directo a él?

Si no tenía ni teléfono

EMILY (ESPOSA)

Eso es lo que no sabemos

Durante los meses siguientes, mientras Carlos era trasladado a tres centros de detención en tres estados diferentes, la familia se mantuvo informada sobre su situación a través de mensajes de texto y de audio en WhatsApp.

Estos mensajes, compartidos con The New York Times, muestran a una familia atrapada en la agresiva política migratoria de Trump. (Los mensajes han sido, en algunos casos, resumidos y editados para mayor claridad).

Lucharon contra la confusión causada por la repentina detención de Carlos y la amenaza de su deportación. Observaron lo que les estaba sucediendo a otros venezolanos detenidos y se preocuparon por lo que eso podría significar para su propia situación. Tuvieron dificultades para entender la ley y para ayudar a Carlos sin ponerse en peligro.

JUAN CARLOS (PADRE) FEB. 19, 9:19 P. M.

SIGAMOS ORANDO POR LA LIBERACIÓN DE CARLOS ENRIQUE ITRIAGO

EMILY (ESPOSA)

Así mismo

JUAN CARLOS (HERMANO)

🙏

LUZ (CUÑADA)

🙏

2016 – 2024

Separación y reunión

Carlos llegó a Estados Unidos en 2016, cuando tenía 25 años, y Emily y su hijo, que entonces apenas tenía 10 meses, se quedaron. Venezuela estaba al borde del colapso económico y Carlos dijo que necesitaba encontrar trabajo. Consiguió una visa de turista y planeaba quedarse solo unos meses.

Su visa no le permitía trabajar de manera legal, pero consiguió un trabajo como lavaplatos en una pizzería en Brooklyn. Regresó con la misma visa en abril de 2017, rumbo a Chicago para otro trabajo como lavaplatos. “Fue entonces cuando conocí a gente loca”, recuerda.

Carlos con una camisa y un sombrero verdes, levantando las manos en el aire con dos pulgares hacia arriba, con la Estatua de la Libertad de fondo.

A los pocos meses, Carlos fue detenido en Jacksonville junto con un grupo de personas acusadas de utilizar dispositivos de clonación de tarjetas en cajeros automáticos para obtener números de tarjetas de crédito y débito con los que realizar compras fraudulentas. Afirmó que sabía que estaba mal, pero que usaba el dinero robado para enviar comida y otros artículos a su país.

Se declaró culpable de tres delitos graves y fue condenado a cinco años de prisión en Florida. Desde allí, solicitó asilo y alegó que temía volver a la violencia en Venezuela. Su solicitud fue denegada y, en diciembre de 2021, un juez ordenó su expulsión.

En Venezuela, la situación económica y política siguió deteriorándose. La mayor parte de la familia inmediata de Carlos emigró a Estados Unidos. Sus hermanos llegaron en 2018 y sus padres en 2022. Todos ellos solicitaron asilo también.

Cuando Carlos salió de prisión en enero de 2022, fue detenido inmediatamente por las autoridades migratorias. Pero los vuelos de deportación a Venezuela se habían suspendido y, tras varios meses de detención, como muchos delincuentes no violentos, Carlos fue puesto en libertad. Dijo que acudió a su primera cita con el ICE en junio, pero le dijeron que la reprogramara, y nunca volvió a saber nada.

Consiguió un trabajo informal pintando casas y pronto montó su propio negocio de pintura. Reunió un pequeño número de seguidores en las redes sociales al publicar fotos y vídeos de sus trabajos al estilo “antes y después” de los programas de HGTV. “Cuando trabajo, soy cuatro personas a la vez”, bromeaba.

Abril de 2023 Carlos promocionaba su negocio de pintura en Instagram. 

Cortesía de Carlos Itriago Arevalo

Más tarde ese año, Emily y su hijo cruzaron la frontera en Brownsville, Texas, y se entregaron a las autoridades de inmigración. Se les entregó una notificación para que se presentaran en las oficinas del ICE en Jacksonville.

En 2023, el presidente Joe Biden prorrogó el TPS para los venezolanos en Estados Unidos, alegando condiciones inseguras que dificultarían su regreso a casa. Todos los miembros de la familia Itriago Arevalo lo solicitaron.

Carlos pensó que el TPS sería una posibilidad lejana para él. En la solicitud se preguntaba si había sido condenado por algún delito grave, y él respondió: “Sí”. Cuando el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos le pidió más información sobre sus antecedentes penales, dio más detalles. Incluyó declaraciones juradas de cada miembro de su familia, en las que se atestiguaba su cambio de carácter y la importancia de permanecer en Estados Unidos con su esposa y su hijo pequeño.

Carlos, Emily y su hijo abrazados en su cocina, con globos, regalos y un afiche de feliz cumpleaños de fondo.

Noviembre de 2024 Carlos, Emily y su hijo en su casa de Jacksonville. Cortesía de Carlos Itriago Arevalo

Todos menos Carlos fueron aprobados para el TPS en 2023. “Me sentí tranquila y segura de que podría tener protección en este país y hacer las cosas correctamente”, recordó Emily.

El TPS permitió al resto de los miembros de la familia vivir y trabajar legalmente. Encontraron trabajo —en la construcción, la jardinería y la limpieza— y el hijo y la sobrina de Carlos se matricularon en la escuela pública. Pagaban impuestos y ahorraban para viajar en familia a los parques de atracciones de Florida. Se instalaron en Estados Unidos. Se permitieron relajarse.

Casi un año después, en septiembre de 2024, se sorprendieron cuando Carlos recibió por correo la carta de aprobación. El documento contenía una garantía:

Mientras estés bajo el Estatus de Protección Temporal, no serás expulsado de Estados Unidos.

Un documento que muestra la aprobación de Carlos para el Estatus de Protección Temporal.

15 DE FEBRERO – 22 DE MARZO

La vida en detención

Cuando Carlos fue detenido, su familia pensó que podría tener alguna posibilidad de ser liberado, o al menos de no ser deportado, gracias al TPS.

JUAN CARLOS (PADRE) FEB. 18, 1:19 P. M.

Me acaba de decir Katiusca [un apodo para Emily] que Carlos le escribió y que él necesita un abogado para que le defienda el TPS, o sea que si él dice así, es porque existe la posibilidad de que puedan respetar el tema del TPS. Ahora, él está diciendo a Katiusca que busque un abogado, pero que no cobre.

JUAN CARLOS

Yo pienso que deberíamos de defender la lucha de Carlos desde lo que hay que hacer, si hay que gastar plata hay que gastarla, pero no podemos entregarlo sin pelear. ¿Qué me dicen ustedes?

JUANA (MADRE) 3:03 P. M.

Totalmente de acuerdo. Hay que buscar un abogado.

JOHAN (HERMANO)

Sí, por supuesto 🙏🏽

Carlos dijo que abogados de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por su sigla en inglés) y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Miami lo visitaron a él y a otros detenidos en el Centro de Detención del Condado de Baker, pero que ninguno aceptó tomar su caso. “Les expliqué que tenía TPS, les di mi número del TPS”, dijo. “Me dijeron: ‘Oh, lo verificaremos, te avisaremos’”.

Los abogados de migración que revisaron el caso de Carlos a petición del Times dijeron que lo más probable era que se tratara de un error, ya que personas que han sido condenadas por algún delito no pueden optar al TPS. Legalmente, dijeron, el gobierno todavía estaba obligado a reabrir el caso y retirar su estatus antes de deportarlo.

Así que estudió para conocer sus derechos y pasó gran parte de su tiempo en detención investigando en las tabletas disponibles en la biblioteca y tomando notas minuciosas, que luego envió por correo a Emily.

En una carta, describió lo abarrotado que estaba el centro de Baker.

Desde el 03/10/25 ha comenzado la sobrepoblación en el centro de detención, donde los dormitorios tienen capacidad de 32 personas los han llenado a 40 personas, con personas durmiendo fuera de celdas sin derecho a privacidad, a bañarse ni tener necesidades.

Hoja de papel con rayas en la que aparecen las notas manuscritas de Carlos para sí mismo desde su detención.

Carlos dijo que los detenidos eran maltratados con frecuencia y que los guardias los rociaban con gas pimienta y los golpeaban habitualmente. Un portavoz del Departamento de Seguridad Nacional negó las acusaciones.

Desde 2017, se han presentado más de 135 denuncias que documentan los malos tratos y las condiciones abusivas en Baker, según la ACLU de Florida.

Lavandería e higiene es totalmente asqueroso, el jabón y el detergente no son usados en las vestimentas, por eso la vestimenta y sábanas son de color café, para que no se vea lo sucio. ¡NO JABÓN, NO DETERGENTES!

Hoja de papel con rayas en la que aparecen las notas manuscritas de Carlos para sí mismo desde su detención.

“Baker es peor que cualquier lugar en el que he estado”, dijo Carlos. “Les digo a todos que prefiero estar en la prisión que en Baker”.

Carlos llamaba a Emily todos los días. Hablaban de cómo estaba su hijo y de cómo Emily iba a pagar el alquiler, unos 1000 dólares al mes, con lo que ganaba limpiando casas. Decidieron que ella tendría que alquilar la segunda habitación.

Mientras tanto, su familia seguía buscando un abogado. Pero les pedían entre 5000 y 10.000 dólares, una suma que no podían pagar.

22 DE MARZO – 14 DE ABRIL

De Florida a Luisiana

Tras una primera oleada de detenciones en febrero, muchos venezolanos permanecían en centros de detención de migrantes mientras el país daba marcha atrás en su decisión de aceptar vuelos de deportación. Carlos pasó más de un mes en Baker, en una situación de incertidumbre.

A principios de marzo, la familia dijo que había renunciado a buscarle un abogado.

Dos pares de zapatos descansan en una estantería de plástico junto a un casco y otras herramientas de trabajo.

Luego, el 14 de marzo, Trump emitió una orden ejecutiva invocando la Ley de Enemigos Extranjeros, una ley de tiempos de guerra que quería utilizar para detener y deportar —sin audiencia judicial— a los venezolanos acusados de ser miembros de pandillas.

Una semana después, despertaron a Carlos a las 5 a. m. y le dijeron que hiciera las maletas. Un compañero de celda de Baker llamó a Emily para avisarle.

EMILY (ESPOSA) MAR. 22, 10:51 A. M.

Me acaba de llamar un muchacho que estaba con él en el mismo cuarto y me dice que lo acaba de ver y todavía lo tienen ahí en Baker, pero que ya lo iban a movilizar ahorita. Le dijeron que lo iban a llevar a Luisiana. No sé de verdad dónde queda eso.

JUANA (MADRE)

Cerca de Texas

EMILY

😭😭

JUANA

Ay, Dios, lo peor es para dónde los llevan después de allí

Carlos fue trasladado al Centro Correccional Richwood, un centro de detención privado en Monroe, Luisiana, a unas 10 horas en autobús.

La comida era mejor, al menos, dijo Carlos, pero las instalaciones, con capacidad para unas 1000 personas, hacían que Baker pareciera encantador en comparación.

Los detenidos estaban apilados en literas de tres pisos y los servicios higiénicos estaban dentro de las habitaciones donde dormían. No había libros, pero sí una consola de PlayStation. Las llamadas telefónicas costaban 38 centavos por minuto, casi el doble de lo que costaban en Baker.

En un videochat que Emily grabó, se ve a Carlos tratando de mostrarle que solo había unas pocas mesas para decenas de detenidos.

“Tienes que comer de pie, como un pollo”, dijo.

14 DE ABRIL – 22 DE ABRIL

Una semana en Texas

Emily dijo que empezó a preocuparse de que Carlos fuera a ser llevado a otro lugar que no fuera Venezuela. Había visto en las noticias que más de 200 venezolanos habían sido enviados a una prisión en El Salvador.

EMILY (ESPOSA) ABR. 14, 10:25 A. M.

Juana, movieron a Carlos

Parece que en la madrugada

Él quedó en llamar, pero no lo hizo

El 14 de abril, Emily empezó a entrar en pánico al no saber nada de él en todo el día. Justo antes de las 10 p. m., Carlos finalmente llamó.

EMILY (WIFE) ABR. 14, 9:59 PM

Me acaba de llamar Carlos. Lo movieron a Texas

JUANA (MADRE)

Ok, ¿qué más te dijo que le han dicho?

EMILY

Le dije que qué le están diciendo los que lo están atendiendo, que nada, que lo primero que le dijeron cuando llegaron ahí fue no sabemos nada, no sabemos por qué ustedes están aquí, no sabemos cuándo salen, no sabemos nada, como para que ellos no preguntaran.

JUANA

Qué arrecha es esta gente, de verdad

Carlos había sido trasladado al centro de detención El Valle, en Raymondville, Texas, pero no permaneció allí mucho tiempo. Una semana después, lo trasladaron de nuevo, esta vez al aeropuerto.

EMILY (ESPOSA) ABR. 22, 8:42 A. M.

Hola. Carlos me acaba de llamar que los están moviendo a todos y, bueno, no sabe para dónde lo llevan

JUANA (MADRE)

Mierda, Dios quiera que no sea a otro lado que no sea El Salvador si no directamente a Venezuela

EMILY

Nada de pensamientos negativos

Piensa en positivo, aférrate a Dios, que es el que todo lo puede

Carlos dijo que tenía miedo. Según él, no les dijeron a los detenidos adónde los llevaban y las persianas de la ventanilla estuvieron cerradas durante todo el vuelo.

El avión hizo tres escalas: Miami, la bahía de Guantánamo, Cuba, y, finalmente, Honduras, donde las autoridades venezolanas enviaron su propio avión para transportar a los detenidos en la última etapa del viaje.

Nadie había sabido nada de Carlos en casi 48 horas. Su paradero no figuraba en el sistema de localización de detenidos del ICE.

Emily empezó a buscar en las redes sociales y en los sitios web de noticias venezolanos para ver si había alguna novedad. Muy tarde en la noche, encontró un video en TikTok de una periodista venezolana que informaba de la llegada de 174 deportados a Caracas.

Allí estaba Carlos, con su uniforme de sóftbol de color verde menta.

Hylenne González vía TikTok

“Me sentí tranquila porque lo habían enviado a Venezuela y no a otro país”, dijo Emily. “Pero por otro lado me sentí muy triste al ver que se repetía la historia de estar separados en distintos países después de luchar tanto para volver estar los tres juntos de nuevo”.

MAYO DE 2025

La vida después de la deportación

Carlos vive con los padres de Emily en Caracas, en un barrio diferente al que creció. Emily le envió sus herramientas de trabajo con la esperanza de que pueda volver a pintar casas, aunque no sabe si su negocio podrá sobrevivir en Venezuela.

En mayo, Emily y su hijo viajaron a Orlando para su primera audiencia de asilo. Les dieron una fecha en mayo de 2026 para su próxima comparecencia ante el tribunal.

En este momento, la familia no sabe cómo ni si se volverán a reunir. Han hablado de mudarse a otro lugar, tal vez a España, donde miles de venezolanos han solicitado asilo en los últimos años. Pero son reacios a trasladar a su hijo, que adora su escuela y su equipo de béisbol en Jacksonville.

Se envían mensajes de texto y hablan a diario, y todos se aseguran de enviar a Carlos las últimas noticias sobre los partidos de su hijo.

CARLOS MAYO 11 12:51 P. M.

Es increíble, tres picheos sacó los tres outs

EMILY (ESPOSA)

Así mismo

EMILY

El farruquero de tu hijo 😂

Más de 90 días después de su detención y aproximadamente un mes después de aterrizar en Caracas, Carlos recibió una notificación en la que se le informaba de que se le había retirado el TPS.

La Corte Suprema ha permitido al gobierno de Trump seguir adelante con la revocación del TPS a más de 350.000 venezolanos, incluidos los ocho miembros de la familia Itriago Arevalo que permanecen en Estados Unidos.

Esperan que sus casos de asilo pendientes los protejan de la expulsión, por ahora.

Se puede ver la parte posterior de la cabeza de una mujer que sale por una puerta de un dormitorio, donde cuatro almohadas y una manta azul están sobre la cama, debajo de un afiche que muestra las palabras “familia”.

Producido por Rebecca Lieberman. Víctor Rogelio Hernández Marroquín y Grégory Escobar colaboraron con la traducción y reportería desde Ciudad de México, e Isayen Herrera desde Caracas, Venezuela.

Sobre Revista Corrientes 4064 artículos
Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: williamgiraldo@revistacorrientes.com