Gente malsana

Malsana. Foto Infobae

Por Carlos Alberto Ospina M.

Al contrario del modo de proceder de ciertos personajes, es más fácil ser buena gente y convivir con las diferencias que estar maquinando cómo amargar el caldo a alguien. Unos se levantan con la actitud amenazadora y la intención de perro rabioso que aleja la espontaneidad del encuentro cordial.

Con tal de molestar y provocar disputas en el ámbito familiar nada le merece reconocimiento, salvo su fingida posición religiosa, de alabar a Dios y maldecir en perjuicio ajeno. En la esfera profesional, el trabajo en equipo adquiere el tinte válido en la medida que los reconocimientos apunten a su nombre y las equivocaciones recalquen la omisión de los procedimientos por parte de otros.

Una de las características del sujeto malsano consiste en intentar arrastrar a los demás a la ausencia de bondad, la indisposición de ánimo, la confrontación pendenciera y el argumento negativo. Para este no existe la misericordia ni la cualidad sensitiva.    

El rasgo primordial de su silueta solapada y ponzoñosa se apoya en la habilidad para desvirtuar, descalificar, estropear y corroer lo que se atraviese en el camino. La hipocresía y la puñalada trapera reflejan la urgencia manifiesta de su cotidianidad. En más de una ocasión trae malas cartas con la intención de destacar los defectos y lanzar los dardos de las cosas ocultas.

En la zona íntima, la situación es más complicada. La falta de madurez emocional, la baja autoestima y la vacilación reflejan la imposibilidad para asumir los riesgos propios del afecto. Al parecer, requiere de un manual de instrucciones que oculta debajo de la axila, así como descarga imágenes del Kamasutra e invoca al escritor Paolo Coelho a manera de recurso intelectualoide. En síntesis, muestra el miedo a no tener los dones que tanto cacarea en público.

Dentro de un cajón guarda las decisiones mal tomadas y el espacio imaginario de sabérselas todas. Este individuo aplica la astucia para lograr cualquier fin y sacar a patadas a la persona que convoca para las acciones positivas. Por consiguiente, no juzga de forma razonable ni acepta los logros ajenos.

Bebe en lugares indignos, corrompe la unión, engaña con caricias dobles y fastidia en demasía. No guarda el decoro ni la moderación en sus comentarios. Es todo un protagonista sin distinción que solo es compatible con otro similar.

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