El alcalde de Guachené es asesinado en pleno recrudecimiento de la violencia en el norte del Cauca

Elmer Abonía Rodríguez, alcalde de Guachené. CORTESÍA

EMMA JARAMILLO BERNAT

Bogotá – 

A tan solo nueve días de dejar su cargo, en la tarde de este viernes fue asesinado el alcalde de Guachené, Elmer Abonía Rodríguez. El mandatario fue atacado a disparos en la vereda Cabito, y luego trasladado al hospital del vecino municipio de Puerto Tejada, donde murió. Uno de sus escoltas resultó herido y, según informaciones preliminares, también habría perdido la vida. Apenas unas horas antes, en la madrugada del mismo día, fueron asesinados cinco indígenas en Santander de Quilichao, una localidad cercana.

El norte del Cauca vive un recrudecimiento de la violencia. “Ya son 16 los homicidios que se han presentado en los últimos siete días en el departamento, entre los que se encuentran tres líderes sociales, incluyendo a este alcalde, una masacre, dos mujeres y varios jóvenes”, aseguró por medio de una declaración en video Leonardo González Perafán, director de Indepaz, un instituto que le hace seguimiento a la situación de orden público del país.

Aún se desconoce quiénes son los autores del asesinato de Abonía, quien fue elegido en 2019 con el aval del histórico Partido Liberal. Conocido como ‘Tino’, este contador público de la Universidad del Valle tenía experiencia tanto en el sector público como en el privado. Su carrera política había empezado en el municipio de Caloto, donde fue gerente de una cooperativa y luego concejal. Se especializó en Derecho Administrativo en la Universidad Libre, y estudió Gerencia Tributaria en la Universidad Santiago de Cali. En Guachené antes de ser alcalde fue jefe de control interno y secretario administrativo del gobierno local.

Hace tan solo tres meses, tras la muerte de un concejal del municipio y de una menor de 14 años en un enfrentamiento entre militares y hombres armados, el alcalde había pedido ayuda urgente al Gobierno por la violencia desbordada. “Necesitamos del apoyo incondicional del Gobierno, de la Fuerza Pública, para ver cómo nos ayudan a solucionar este problema de orden público que arroja más de 26 muertos a la fecha”, dijo entonces a RCN Televisión. Ese mismo día un delincuente que murió en un tiroteo, Gomelofue despedido con una calle de honor en pleno Guachené, en medio de aplausos y disparos al aire.

En el Cauca convergen la mayoría de males que aún no han podido ser superados en el país: cultivos ilícitos de coca y marihuana, que derivan en rutas del narcotráfico que salen hacia la costa Pacífica; asesinato de líderes sociales —es el departamento con las cifras más altas—, reclutamiento forzado de menores, algunos provenientes de comunidades indígenas, y choques entre varios grupos armados. Los dos más poderosos de la zona son la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional y la agrupación de disidencias de las extintas FARC conocida como Estado Mayor Central (EMC), con las columnas Jaime Martínez y Dagoberto Ramos. La masacre de la madrugada de este viernes es la octava que se registra este año. Sin embargo, la situación de Guachené no se puede explicar dentro de la tradicional narrativa del conflicto colombiano: en el municipio lo que hay es una disputa entre pandillas.

El Gobierno ya había sido alertado sobre la delicada situación de la zona. “Todos los municipios donde se han presentado estos hechos cuentan con una alerta temprana reciente de la Defensoría del Pueblo, y además alertas comunitarias por la presencia de grupos armados que pretenden ejercer control social en sus territorios”, añade González. Sostiene que el Cauca requiere la atención del Estado, en un plan coordinado de diversas instituciones para proteger a las comunidades contra la criminalidad. El presidente Gustavo Petro, de hecho, había estado en el departamento el pasado miércoles, en un acto de entrega de tierras que recordaba otro sangriento capítulo: el control territorial que ejerció el temido Bloque Calima, perteneciente a las Autodefensas Unidas de Colombia. Las tierras del paramilitarismo fueron entregadas a comunidades cimarronas.

La Procuraduría, el ente de control encargado de vigilar el actuar de los servidores públicos, también considera que la acción del Gobierno debe ser más enfática. El organismo, presidido por Margarita Cabello, con quien Petro ha mantenido una constante puja política, le envió una carta en la misma noche del viernes al ministro de Defensa, Iván Velásquez. En la misiva, que la entidad hizo pública, le pide que “en un plazo máximo de tres días remita con carácter urgente un informe que contenga la estrategia que desarrollarán, tanto su cartera como las fuerzas militares y de policía frente a la escalada de masacres, homicidios de líderes sociales, indígenas, mujeres y menores de edad que se están presentando en todo el territorio nacional”.

Guachené, un municipio de contrastes

Esta localidad se hizo conocida entre los colombianos gracias al salto a la fama del futbolista Yerry Mina, apodado como ‘el de Guachené’ por los narradores deportivos. Cada vez que metía un gol o lograba una buena atajada en la defensa, el nombre del municipio más joven del departamento resonaba en radios y televisores. Con cerca de 20.000 habitantes, fue constituido oficialmente el 19 de diciembre de 2006. Sobre una tierra fértil, su principal actividad económica ha sido el cultivo de la caña de azúcar y de otros productos como el maíz, la yuca o las frutas. Pero con el tiempo se fue diversificando y, según Juan Manuel Torres, el coordinador de la oficina Pacífico de la Fundación Paz y Reconciliación – PARES, ahora “tiene uno de los ingresos per cápita más altos del país. Se ha desarrollado de una manera acelerada”. Pero al mismo ritmo que han ido creciendo la industria y las empresas, también lo ha hecho la delincuencia.

“Por un lado, está el fenómeno de las pandillas de Puerto Tejada y de los ‘piratas de carretera’, que ha terminado en Guachené con unos enfrentamientos entre los mismos grupos. Se conformaron grupos juveniles entre veredas, entre barrios, y formaron pandillas. Se volvieron ladrones, asaltan a los carros que pasan por esas carreteras, se enfrentan entre ellos”, explica Torres. El otro problema, según él, es que “empezaron a verse con unos conflictos interétnicos por los procesos de recuperación de la madre tierra de grupos indígenas, que se han enfrentado con las comunidades negras”. El agravante es que quienes conforman estas pandillas son los más jóvenes, que se acostumbraron a ir armados y que están dispuestos a crear calles de honor a punta de disparos al aire para honrar la memoria de sus líderes.

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