Vida municipal

Iglesia de Santa Gertrudis en pleno diciembre

Por Óscar Domínguez Giraldo

Los envigadeños están echando la casa por el púlpito. Todo porque están de doble cumpleaños: 250 de la iglesia de santa Gertrudis y  70 del colegio La Salle donde han desasnado a varias generaciones. O lo han intentado. Muchos proustáticos que le respiramos en la nuca a los 80 estamos endeudados con santa Gertrudis y con los hermanos lasallistas.

Domingo sin misa de 12 en Santa Gertrudis era más simple que un beso en la mejilla “que ella no devuelve. O sí”. Los que posábamos de anarquistas teológicos,  capábamos misa. Decenas de parejas la oían.

Los novios, trajeados con ropa de pontificar, no se perdían la homilía-regaño del párroco Pablo Villegas, mi paisano montebellense. 

O del coadjutor, el padre Serna, serio como el salmo 91.  “Humberto Bronx”, su seudónimo, se agachaba y se le caía un libro. No se los leía un preso. Publicaba en El Colombiano la clasificación moral de las películas. Preferíamos las que eran prohibidas para todo católico.

Como el romanticismo mandaba la parada, los varones que usaban gomina, olorosos a Old Spice, Vetiver, Brut o Pino Silvestre, a la hora de la elevación sacaban impecables pañuelos blancos para que sus frágiles mocosas depositaran en ellos sus prosaicas rodillas. Ellas olían a Cloé, Eternity,  Dior o  Chanel. No todas.

Terminada la eterna misa dominical se iniciaba la pasarela hacia las heladerías Mi Casa, La Macarena, Puerta del Sol, Jardines, La Hostería, La Yuca. Allí vegetábamos patos desplatados que hacíamos croché literario. 

La jornada dominical de las parejas terminaba en vueltas a oriente con suegra o candelero a bordo, o en cine zanahorio en los teatros Colombia y Unión. En vespertina presentaban dos películas con  intermedio. Los novios se daban besitos en la oscuridad-eclipse de la sala solo cuando empezaba a oírse un rumor cercano de epístola de Pablo. 

Hacíamos quórum en las heladerías estudiantes de La Salle que primero llevó el nombre del sonsoneño Jesús María Mejía. De barriga generosa de tanto oir y perdonar pecados gordos durante los 50 años que fue párroco de santa Gertrudis, lo vemos en fotos de la época echando cháchara con el Brujo Fernando González quien decía que el pecado es lo que hace interesante al hombre.

Algunos de los bachilleres del 64 de La Salle de Envigadodurante un encuentro en el Café Otraparte  (de derecha a izquierda): Ramiro Parra, Gonzalo Uribe, Libertus Polling (parcialmente tapado), Jesús Alfredo Tamayo, Óscar Domínguez, Jairo Morales, Emiro Díez y Mario Vélez.

El colegio terminó llamándose simplemente La Salle. Celebró setenta abriles el pasado 5 con asistencia del blancaje municipal encabezado por el alcalde Raúl Cardona. El párroco de santa Gertrudis, Gerardo Díaz,  es egresado lasallista. Tampoco faltó misa de dos yemas para la septuagenaria celebración en la que se conoció un dato para Guinness: 8 hermanos Vanegas Montoya, estudiaron en el colegio que dirige Yohany Alberto Benítez.

Mis brillantes compañeros lasallistas se graduaron de bachilleres en 1964. Otros desertamos al Liceo Manuel Uribe Ángel. Los sobrevivientes nos reunimos de pronto en el  Café Otraparte para darle piquitos a la vida. Champaña para los cumpleañeros. Y “tupananchiskama: hasta que la vida nos vuelva a encontrar”, como se despiden los quechuas.

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