Otraparte. Frente al polígrafo

Pinocho, el ingenuo santo patrono de los mentirosos de buena ley.

Por Óscar Domínguez G.

Como el dueto de Laura Sarabia y Armandito Benedetti pusieron de moda el polígrafo, decidí someterme a uno de esos aparatos que pasaron vendiendo por mi casa  en la clásica promoción compre uno lleve dos:

–         ¿Estudias o trabajas?

–         Practico todas las formas de locha, después de haber practicado diversas formas de lucha. 

–         ¿Ha chuzado alguna vez a una empleada del servicio?

–         Escupí esa herejía. Ni siquiera a una que tenía un diente de oro le preguntamos dónde hubo la plata para instalarse esa coquetería. Sonreía sólo por el lado del diente feliz.

–         ¿Le echó la Ley a alguna de ellas?

–         Prescindimos de la sazón de dos empleadas con causa justa: Resura (¿¡) llegó con dos celulares: uno personal y otro exclusivo para vender cosméticos. Otra se me tomaba el ron. 

–         ¿Tiene indicios de que alguna perteneció a un clan mafioso?

–         Adela, la empleada del servicio estrella en mi niñez, versión criolla de la Cloe de la película mexicana “Roma”, pertenecía al clan de la ternura. Nos sacaba a la esquina a ver pasar el tranvía. Los domingos iba a encontrarse con su general de un sol. Me refiero al soldado de mi patria colombiana.

–         ¿Le pagó  vuelo en avión a una de sus colaboradoras?

–         Me gusta más ese nombre que el de “sirvientas” que utilizó Clarita López, la “sobrina pálida” como la bautizó Klim. La despiada expresión la utilizaba también el Loco Jaime Ucrós, exembajador emerrelista del Huila, quien decía: “En el corazón de todo hombre hay una sirvienta”.  Pero sí, alguna vez le pagamos vuelo en avión a una que nos botó el puesto porque no teníamos lavaplatos.

–         ¿Le gustó el discurso del presidente Petro en el que anunció la defenestrada de su primera línea (Laura y Armandito Benedettti)?

–         Me gustó tanto que votaría por él para la alcaldía de la ciudad de hierro. Nunca lo había visto tan humano. Hasta nos recordó que en 2024 se cumplen 100 años de la publicación de La Vorágine cuyo primer párrafo recitó parcialmente alterado. A Petro solo le escondería el Twitter y no lo dejaría salir al balcón ni a darle serenata con porros  a Doña Verónica.

El operador del polígrafo analizó mis reacciones fisiológicas y concluyó: A este tipo no se le puede creer ni lo contario. Es de los que cambia una mentira por otra. Me late que tomó muy a pecho la orden de Mark Twain de no dejar perder  el arte de mentir.

Sobre Revista Corrientes 3336 artículos
Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]