Martes de la luenga lengua: Rentar, propender (régimen), sobretodo-sobre todo, subjuntivitis

QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA  

por  Efraim Osorio López

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Los extranjerismos son convenientes, y hasta necesarios, cuando no tenemos en nuestro lenguaje la palabra que los reemplace. 

En las poblaciones de habla inglesa es muy frecuente encontrar avisos que dicen ‘For rent’ (‘se alquila’ o ‘se arrienda’). La influencia de ese verbo inglés ha producido el anglicismo ‘rentar’ con la acepción de ‘alquilar’, muestra de esto, el siguiente titular de LA PATRIA: “Rentar, otra opción que le ayudará a estrenar sin deudas” (17/9/2023). En castellano, ‘rentar’ tiene un único significado, éste: “Dicho de una cosa: Producir o rendir beneficio o utilidad anualmente”. De aquí el adjetivo ‘rentable’: “Que produce renta suficiente o remuneradora”. También, poco usado, ‘rentado-a’: “Que tiene renta para mantenerse”. El verbo ‘alquilar’ es regular; ‘arrendar’, irregular, se conjuga como ‘acertar’. Los extranjerismos son convenientes, y hasta necesarios, cuando no tenemos en nuestro lenguaje la palabra que los reemplace. ***

Los que escribimos para que nos lean debemos preocuparnos siempre por hacerlo de la mejor manera posible a nuestro alcance para entregarles a esos lectores –pocos o muchos– un producto bueno. Para lograrlo, hay que hacer ‘borrador’, es decir, un escrito provisional en el que se hacen las modificaciones y correcciones necesarias después de leerlo una y mil veces. O, como decía García Márquez, hay que “corregir hasta el último aliento”. Esto, infortunadamente, es algo que, imagino, pocos practican, porque lo comprueban muchos artículos que publican los periódicos en sus páginas de opinión, por ejemplo, el del columnista de LA PATRIA Marco Antonio Londoño (19/9/2023), en el que hay gerundios fuera de lugar, puntuación defectuosa, empleo de la redundante e invasiva locución ‘por parte de’, la equivocada expresión ‘de acuerdo a’, etc., asuntos sobre los que no quiero extenderme hoy, para hacerlo sólo con la siguiente oración: “…podríamos decir que ha sido una estrategia que genera cobertura, que propende por la calidad…”. Y lo hago, porque en ella está mal empleada la preposición ‘por’ con el verbo ‘propender’, y porque en este error cayó también la columnista Elizabeth Ramírez Correa, del mismo periódico, en esta enseñanza: El mindfulness propende por vivir con consciencia plena cada momento” (23/9/2023). El verbo en cuestión rige la preposición ‘a’, porque su complemento indica el término hacia el cual se inclina una persona o una cosa. “…propende a la calidad…” “…propende a vivir…”, castizamente. Nota: ¿No tendrá nuestro léxico una palabra que traduzca ‘mindfulness’, término aceptable en textos especializados, pero no en un artículo de periódico? ‘Mindful’ significa ‘consciente’ o ‘cuidadoso de algo’. Según esto, la traducción de ‘mindfulness’ debe ser ‘concientización’ (‘concienciación’), a saber, la ‘acción de concientizar’ (‘hacer que alguno obre y hable con conocimiento pleno y plena consciencia de lo que hace o dice’). ***

Hubo una época en Manizales –cuando la Veintitrés era de nosotros– en la que todos usábamos el ‘flux’ (o ‘terno’, saco, chaleco y pantalón, sin olvidar la corbata, las mancornas y el pisacorbata), y, con frecuencia, el ‘sobretodo’ (‘abrigo de paño’), que, como su nombre lo indica, nos poníamos sobre el ‘flux’. Pero no hay que confundir este sustantivo con la locución adverbial ‘sobre todo’, como lo hizo la columnista Paloma Valencia en esta oración:   “Sobretodo, es el incentivo para que la auditoría de las facturas sea efectiva” (LA PATRIA,  24/9/2023). “Sobre todo…”, locución que significa ‘con especialidad, mayormente, principalmente’. Nota: Usamos la interjección ‘¡sobre todo!’ cuando queremos responder a una pregunta o comentario con ironía. ***

Luego de muchas lunas, volví al pabellón de la ‘subjuntivitis’ y encontré allí al columnista Luis Guillermo Giraldo. El especialista me dijo que su caso era grave, pues en una sola entrega había encontrado cuatro muestras positivas, las siguientes: “Una risa triste –cabe el oxímoron–, como ocurriera en la agonía de Franz Kafka”“Como su alma fuera tan suave…”“Y él, el que fuera un ser cautivo para la noche…”“…como dijera Aristóteles…” (LA PATRIA, 9/9/2023). Le recetaron una buena dosis de los modos verbales –indicativo y subjuntivo, para que se ‘diera’ cuenta de la diferencia que hay entre ‘ocurrió’ y ‘ocurriera’, ‘fue’ y ‘fuera’ y ‘dijo’ y ‘dijera’. Y le ‘recomendaron’ que ‘repitiera’ la dosis las veces que ‘fueran’ necesarias. 

El lenguaje en el tiempo

Por Fernando Ávila/El Tiempo

Cita: “De esta manera, Rueda Aparicio se convirtió en el onceavo cardenal colombiano” (Semana). Mejor: “en el duodécimo” o “en el decimoprimer”. “Onceavo” es partitivo, mientras que “undécimo” y “decimoprimer” son ordinales, que son los números que se deben usar en un caso como este.

Cita: “El señor ama a Colombia”. Mejor: “El Señor ama a Colombia”, con la palabra “Señor” con inicial mayúscula, como se deben escribir las referencias a Dios.

Cita: “a través de los cuales fortalecen su espíritu y su entrega a la iglesia de manera general”. Mejor: “a la Iglesia de manera general”. Se trata de una mayúscula diacrítica: se escribe “iglesia”, con inicial minúscula, para referirse a un templo, “la iglesia de ladrillo más grande del mundo”, e “Iglesia”, con inicial mayúscula, para referirse a la organización universal constituida por clero y fieles laicos, Iglesia católica, Iglesia anglicana, Iglesia cristiana.

Cita: “podrán votar en próximos conclaves”. Mejor: “en próximos cónclaves”, con tilde, por ser palabra esdrújula. Hace años figuraba en el DLE también la alternativa “conclave”, grave, pero ya no.

Cardenal

La palabra “cardenal” viene de “cardinal” (en latín, cardinalis), que es ‘fundamental’ o ‘principal’, de donde se habla de los puntos cardinales, Norte, Sur, Este y Oeste, y de las virtudes cardinales, que son fuente de todas las demás, prudencia, justicia, fortaleza y templanza. En esa línea, un cardenal de la Iglesia católica es un clérigo principal en la jerarquía, por lo que, más antes que ahora, se lo ha llamado “príncipe”, en la medida en que está en condiciones de llegar a rey, como cualquier otro príncipe, solo que con el nombre de papa o sumo pontífice. El color de su sotana es rojo, de donde cardenal termina por significar también ‘rojo’, lo que le da nombre al pájaro llamado cardenal, que tiene penacho rojo en forma de mitra, y al churrete rojo oscuro que deja en el cuerpo un golpe. La mitra es el tocado que tiene puntas en la parte superior y que usan el papa, los cardenales, los obispos y los superiores de órdenes religiosas en ceremonias solemnes. Hoy hay 242 cardenales en el mundo, de los cuales 136 son potenciales electores del próximo papa. El más joven de los cardenales tiene 49 años. El promedio de edad de los cardenales electores es de 71 años. Los no electores son todos mayores de 80 años. Ya no hay cardenales como César Borja, que recibió ese título a los 18 años, por nepotismo de su padre, Alejandro VI. Hoy no puede ser cardenal un pariente de alguien que ya sea cardenal.

Ernesto

Cardenal

El apellido Cardenal tiene su origen en Castilla, donde en la Edad Media lo obtuvieron algunos caballeros, que eran defensores de la Iglesia. Los Cardenal se encuentran hoy principalmente en España, Estados Unidos, México, Colombia, Chile, Venezuela y Perú. Muy conocido es Ernesto Cardenal, sacerdote, poeta, líder de la Teología de la Liberación y de la Revolución sandinista, que sonó como candidato al premio Nobel de Literatura. El papa Juan Pablo II lo amonestó en Managua, en 1983, y luego lo suspendió, por su militancia política. Treinta y cinco años después el papa Francisco le levantó la sanción. Cardenal murió a los 95 años en el 2020.

FERNANDO ÁVILA*
*Experto en redaccióny creación literaria
@fernandoav
Preguntas: [email protected]

ENVIGADEÑAS

Por Santiago Piedrahíta Montoya

Presidente Grupo  BIOS

Un viaje por la memoria de distinguidas mujeres de Envigado, construido a través de un juicioso trabajo investigativo que dio sus frutos para permitir la narración poética de 50 historias entrelazadas y que se conjugan con aportes públicos, sociales y culturales con las que han dejado huella.

El autor encontró la manera de encontrar por qué los pueblos del mundo deberían reconstruir la historia de aquellas a quienes la memoria  no ha puesto en el lugar debido. Reividicar el papel de la mujer, darle el reconocimiento que le corresponde y constribuír así, desde la historia y hacia el futuro, a la continuidad de la construcción ciudadana, cultural y de identidad a la que ellas han sabido entregar invaluables aportes desde el ser y el qué hacer.

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