Los Danieles. Un muerto por minuto

Daniel Samper Pizano

Daniel Samper Pizano

El próximo jueves empieza en la ciudad brasileña de Belém do Pará, portal franco entre el río Amazonas y el océano Atlántico, la reunión mundial sobre el clima conocida como COP30. Asistirán 200 países y, a manera de abrebocas, el secretario de la ONU, António Guterres, nos golpea con la noticia de que, en los últimos años, cada minuto muere en el mundo una persona a causa de las alteraciones medioambientales. Esto es, cerca de 1440 víctimas mortales cada día. 

Guterres hizo la revelación el martes a dos periodistas, uno inglés y otro del tercer mundo. Añadió que en los últimos treinta años las víctimas mortales del cambio climático han crecido un 23 por ciento. Se calcula que cerca de 546 mil personas fallecieron en promedio entre 2012 y 2021 por esta causa.  

Mientras tanto, según el diario británico The Guardian, las empresas dedicadas a extraer, refinar y vender combustibles fósiles reciben cada día 2.500 millones en subsidios gubernamentales directos. Quince países, entre ellos Venezuela, gastan más en auxiliar a empresas petroleras que lo que dedican a sus programas nacionales de salud. 

La COP30 es la 30ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Colombia fue sede de la COP16, sobre diversidad biológica, que se realizó hace un año. La que está por iniciarse examinará el estado de la lucha contra el desbarajuste climático y el panorama de las inversiones.  

Señaló Guterres: “No hemos logrado evitar que nos acerquemos a un aumento de l.5 grados centígrados en la temperatura global. Superar ese límite traerá consecuencias devastadoras”. 

Sin haber alcanzado la cifra fatal, el mundo acusa cada vez más los efectos deletéreos del cambio climático. Basta con mirar las noticias del día para saber que hace rato empezó la destrucción ecuménica. No es preciso ir a buscar sunamis en Japón, deshielos en Alaska, huracanes en Jamaica ni incendios en California. El mapa colombiano muestra ya numerosos desastres ecológicos, que, por supuesto, se ceban en las regiones más pobres y los habitantes menos protegidos. No es una casualidad la suma de males que afecta al Chocó y La Guajira. 

La reunión de Belém será, como bien dijo el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, “la conferencia de la verdad”. 

¿Quiénes se benefician? Guterres responde: “Los intereses petroleros, que buscan aumentar sus ganancias, y que la humanidad pague el precio”. 

¿Y Colombia? Pese a la plausible preocupación de Gustavo Petro por el daño que causan los combustibles fósiles, el nuestro es, ecológicamente hablando, uno de los países más atrasados de la galaxia. Ocupa el puesto 75 en el Índice de Desarrollo Sostenible, que encabezan 18 europeos. Los latinoamericanos mejor calificados son Chile (puesto 35), Uruguay (38) y Cuba (40).  

¿Y la nación más poderosa del mundo? Estados Unidos figura en el lugar 44, lo que tiene enorme mérito sabiendo que su presidente es el enemigo número uno del medio ambiente. 

Una amenaza llamada Donald Jota 

Mañana se cumplirán diez años. El 3 de noviembre de 2015, un magnate estrafalario con altas aspiraciones políticas publicó en Nueva York un libro de 208 páginas en el que proponía su programa de gobierno. El autor es Donald J. Trump, que se declaró republicano de corazón después de algunas pachangas ideológicas muy criticadas por la prensa y otros políticos y hoy se cree rey del universo. 

Crippled America: How to Make America Great Again (más o menos traducible como Estados Unidos paralizado: cómo hacerlo grande nuevamente) contiene propuestas esquemáticas ultraliberales sobre ciertos temas. Uno de los más notorios es el medio ambiente. En el capítulo correspondiente (6º) sin aportar prueba alguna consigna joyas de este tenor:  

“El cambio climático no existe. Y si existe, no es causado por el hombre”. 
“El debate energético es puro ruido y pocas nueces”.
“Los peores tornados y huracanes que ha sufrido este país ocurrieron antes de 1890” (totalmente falso).  

Tal vez desde la Casa Blanca es imposible ver los incendios, inundaciones, deshielos y huracanes que azotan la Tierra con inclemencia cada vez mayor. 

Trump repitió el embuste hace pocas semanas en la ONU: “La crisis del clima es el mayor engaño perpetrado en el mundo”. Consecuente con sus falsas prédicas, retiró a Estados Unidos del Acuerdo Ambiental de París, suscrito en 2015, y se unió al puñado de países petroleros que nunca ratificaron el tratado, como Yemen, Irán y Libia.  

En cuanto a otras fuentes de energía, Donald Jota las descarta de plano. La eólica es “la peor” porque “arruina la vista desde los campos de golf” (¡¡!!). Bien sabemos que el golf es su religión. En un club deportivo escocés recibió a la representante de la Unión Europea y aspira a convertir las ruinas de Gaza en un terso campo de dieciocho hoyos con balneario para los ricos.  

El libro ignora la realidad e incita a asaltar las tripas del planeta: “En Estados Unidos hay petróleo y gas natural. Deberíamos perforar en todos los lugares donde estén accesibles. Nos durará hasta el siglo que viene, y para entonces ya estaremos todos muertos”.  

Esta última es la única verdad científicamente sostenible que contiene el libro cuyo precio, autografiado por el autor, oscila entre 5 y 9 millones de pesos. 

No es extraño que quien rechaza los informes científicos y no ve los incendios, huracanes, sequías y deshielos se haya negado a enviar delegados a la COP30. El país más contaminador del orbe ni siquiera se sentará a la mesa para examinar la extrema situación y sus soluciones. 

Si Franz Kafka, J.R.R. Tolkien y Gabriel García Márquez hubieran escrito una novela a seis manos, no habría resultado tan absurda, surrealista y ficticia como el libro de marras. La asamblea ambiental de Belém no necesita perfilar más los daños al medio ambiente: la mayor amenaza se llama Donald J. Trump.

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: williamgiraldo@revistacorrientes.com

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