La reactivación

Ilustración Marenco Tercero Eduardo José

Por Salomón Kalmanovitz

La reapertura de la economía comenzó el 1° de junio de 2020. En ese momento había 40.000 casos positivos de COVID-19. Cuatro meses y medio después sumamos casi un millón de casos y la economía se ha reactivado, aunque no del todo. En junio la tasa de desempleo era algo más del 21 % y en agosto se redujo a 17 %, una cifra aún preocupante. La tasa de participación es un 5 % inferior a la de 2019, lo cual significa que mucha gente dejó de buscar trabajo.

Un 85 % de las empresas formales indican que han vuelto al ritmo corriente de actividad, sin incluir servicios en general, restaurantes, bares ni empresas de transporte, que han quebrado a raudales. Las empresas informales han llevado la peor parte, porque sus clientes se han empobrecido drásticamente. La pobreza ya había aumentado antes de la pandemia. Cuando la economía crecía al 3,4 % durante 2019 —¡la mejor tasa del continente!—, se registraron 662.000 nuevos pobres y 729.000 en pobreza absoluta, lo que deterioró el índice de desigualdad, de acuerdo con Mauricio Cabrera. Los efectos de la pandemia se añaden a este paisaje desolador, en el que el crecimiento económico no cobija a la población más pobre, ni urbana ni rural.

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