La enseñanza y la industria del miedo

Mosaico de acciones delictivas que infunden miedo a través de los medios de comunicación. Change.org

«El miedo es la materia prima de las prósperas industrias de la seguridad privada y del control social»

Parece haber sido escrito ayer para ser publicado hoy el análisis que en 1998 hizo el escritor uruguayo Eduardo Galeano en «Patas Arriba» y que aborda el aprovechamiento económico del miedo generalizado a partir de la «democratización» de los delitos que los ejercen muchos y los padecen todos, según sus palabras.

Por Eduardo Galeano

En un mundo que prefiere la seguridad a la justicia, hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares de la seguridad.

Miedo a los ladrones y miedo a la policía.

En Colombia de cada cien crímenes, noventa y siete quedan impunes. Parecida es la proporción en los suburbios de Buenos Aires…

Un informe recibido por Amnistía Internacional de la propia policía reveló que los uniformados cometen seis de cada diez delitos en la capital mexicana.

Y también, como antecedente del miedo, Galeano destaca que «las dictaduras militares ya no están, pero las democracias latinoamericanas tienen sus cárceles hinchadas de presos».

No los llama con el eufemismo colombiano de «Personas Privadas de la Libertad» lo dice así:

«Los presos son pobres, como es natural, porque sólo los pobres van presos en países donde nadie va preso cuando se viene abajo un puente recién inaugurado, cuando se derrumba un banco vaciado o cuando se desploma un edificio construido sin cimientos».

Sobre la prosperidad de la industria de la seguridad privada:

«Nuestra mejor publicidad son los noticieros de televisión», dice uno de los especialistas en la venta de seguridad.

Los atracos en moto. ¿Y la Policía? Foto 360 Radio

En América Latina, la industria del control del delito no solo se alimenta del incesante torrente de noticias de asaltos, secuestros, crímenes y violaciones: también se nutre del desprestigio de la policía pública, que con entusiasmo delinque y que practica una sospechosa ineficiencia.

Ya están enrejadas, o alambradas, las casas de todos los que tienen algo que perder por poquito que ese algo sea; y hasta los ateos nos encomendamos a Dios antes que encomendarnos a la policía.

También en los países donde la policía es más eficaz, la alarma ante la amenaza del crimen se traduce en la privatización del pánico.

¿Quiénes son los carceleros, y quiénes los cautivos? pregunta Galeano y responde:

Bien se podría decir que, de alguna manera, estamos todos presos.

Y los presos del miedo ¿estamos libres?¿No estamos todos presos del miedo, los de arriba, los de abajo y los del medio también? En sociedades obligadas al sálvese quien pueda, estamos presos los vigilantes, los vigilados y los parias.

Los ricos viven en arresto domiciliario.

Fugitivos de la violencia y del smog, los ricos están obligados a la clandestinidad.

El asalto callejero escena común desde ayer hasta hoy. Foto El Heraldo

Los cautivos del miedo no saben que están presos.

Las estadísticas del delito no tienen por qué perturbar la brillante marcha del negocio. Y, además, una ejecutiva del ramo, Diane McClure, tranquilizó a los accionistas en octubre de 1997 con una buena noticia: «Nuestros análisis del mercado muestran que el crimen juvenil continuará creciendo».

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