Benjamín Villegas: Profesión, creativo

Benjamín Villegas. Foto El Espectador

Por Óscar Domínguez G.

Bogotanísimo de origen caldense, Benjamín Villegas Jiménez, es algo así como el Nobel  de la impresión de libros, el rey Midas pelirrubio del color. Así como la gente se jacta de tener un Botero en casa, también puede chicaniar diciendo que tiene un Villegas, en alusión a alguno-s de los libros que han salido del horno editorial de la empresa que creó  en 1985.

Con su vida y obra que incluye 167 primeras ediciones de libros ilustrados de gran formato, Villegas, ganador de toda clase de premios internacionales, incluido el premio al más hermoso libro del mundo otorgado por la Unesco,  ha convertido su apellido en sinónimo de libros “peyorativamente llamados decorativos”, aunque en  otra etapa de su empresa, a partir del año 2000, alegró el mercado de la aldea global con 43 primeras ediciones de libros plateados (Colección Dorada)  sobre todos los temas habidos y por haber en los campos de la literatura, la filosofía, el saber y yerbas afines.  

El fumador de cubanísismos tabacos Cohiba se ha vuelto tan conocido que le hacen vale en cualquier parte. Si en el célebre restaurante de Juan Marí Arzak, uno de los grandes del mundo gastronómico español, había que reservar con meses de anticipación, Villegas llamaba hoy y mañana estaba sentado a manteles.

Y como no le tiene miedo a internet todos sus libros están disponibles en la red en www.villegaseditores.com

Nacido entre libros, a los tres años ya sabía leer y escribir. A los 14 era poeta de versos sospechosos pero le tocó empezar a trabajar para levantar  la prosaica yuca. Entonces le dijo adiós a las musas. Sus habilidades en el diseño y la estética lo convirtieron en arquitecto egresado de la Universidad de los Andes. Al final, el diseño le ganó la partida a la arquitectura. 

Su ancestro caldense lo llevó a una pronta conclusión: para triunfar hay  que ser autosuficiente e independiente. Nada de jefes. Dicho de otra forma, a lo Luis XIV: El jefe soy yo.

También decidió desde un principio que sería el mejor en lo que hiciera: entonces, cuando le tocó jalarle a la dialéctica del rebusque, fue el mejor fabricantes de rompecabezas, de cajas misteriosas con el nombre de El Aleph para honrar a Borges, de motivos navideños. Y madrugó a ser el mejor diseñador: no en vano, a los 18 agostos (los cumple años el 22 de ese mes, para los regalos del 2024) fue llamado a diseñar una de las mejores revistas que ha habido en Colombia: Lámpara.

Alguna vez descubrió que estaba demasiado serio y acortonado en su tránsito por este peladero llamado mundo. Entonces se inventó “La Calle”, un barrio-bazar de jipis que quedaba detrás del viejo Hilton, en cercanías del barrio La Perseverencia.  Ese sabático entre la gente bella le abrió toda suerte de ventanas mentales. Sostiene don Benja.

Creativo es la palabra que mejor sintetiza al hombre que se ha especializado en volver realidades los sueños de impresor. Nada de dejarlos en simples ideas. Eso ya es bobada.

Foto (Villegas Editores)

LA ALEGRIA DE LEER

–         ¿Cómo se produce su primer contacto con los libros?

–         Yo nací entre libros. Mi padre era impresor y editor de Semana de esa época. Fundó Semana junto con Alberto Lleras. Mi abuelo había sido periodista en los años treinta. Mi mamá era una gran lectora. Realmente, en mi casa siempre hubo libros.

–         ¿Los leían ustedes o se los leían?

–         Eso no lo tengo claro, pero yo siempre tuve libros para niños. No tengo recuerdos muy especiales de que me haya leído o no leído. Lo que sé es que siempre tuve libros a mi alrededor, siempre tuve una biblioteca a mi lado. Mi madre empezó a pasarme libros muy temprano para que los leyera. De hecho, me enseñaron a leer antes de tiempo. Una tía-abuela que era maestra me enseñó a leer a los tres años. He sido un lector y un amante de los libros. Yo diría que soy un escritor frustrado, en el sentido de que lo que más me gustaba de la literatura era escribirla. Lo hice de joven, de estudiante. Fui poeta a los 14 años. Pero, realmente, hablando de talentos, pienso que  tenía más talento gráfico que talento literario, lo que fue suficiente razón para darme cuenta de que no era un gran escritor, pero que sí tenía unas habilidades un poco mayores en la estética y el diseño. Entonces fue el diseño el que ganó la partida. A través del diseño y la gráfica, y de una cierta habilidad para el dibujo que siempre tuve, fue como vine a estudiar arquitectura. Y la formación en diseño que me dio la arquitectura empecé a aplicarla en el desarrollo de publicaciones en relación con las comunicaciones, primero en general y con los libros luego, más como diseñador que como escritor.

–         ¿No hay en usted un escritor en hibernación que puede aparecer más tarde?

–         De pronto, aunque yo pienso que para ser uno un gran escritor necesita una gran cantidad de memoria. Desafortunadamente, es uno de mis defectos. Soy más un creativo. 

ENTRE LA TIMIDEZ Y EL ACELERE

–         ¿Qué tiene usted del Villegas y qué del Jiménez?

–         Del Villegas reconozco una gran rectitud, un gran sentido y espíritu de trabajo, una gran disciplina, un gran amor por mi país y también algo de timidez y de acelere, si se quiere. Del Jiménez tengo definitivamente un sentido intelectual, tengo desarrollo de la sensibilidad por la música, por la buena literatura, el sentido del humor y la búsqueda de unas metas y unas aspiraciones elevadas en todo sentido.

–         ¿En qué momento usted concluye que hasta aquí llegaron los padres y a partir de aquí empieza Benjamín Villegas Jiménez?

–         Mi padre murió cuando yo tenía 13 años. Eso le responde parcialmente su pregunta. Nosotros éramos dos hermanos. Cuando murió mi padre mi hermano estudiaba en una universidad fuera del país. Siempre he sido una persona muy responsable, me correspondió ayudar y responder de alguna manera por los asuntos de la casa. Acompañé a mi mamá a los 42 años cuando quedó viuda. Ella no era una persona productiva, por consiguiente, se modificó lo que podría ser el panorama económico de la familia.  Yo diría que desde los 14 comencé a trabajar en una serie de inquietudes y pequeñas empresas personales que me inventaba. En fin, todo esto de alguna manera para no tenerle que pedir dinero a mi madre durante la época del colegio. Desde muy joven, precisamente por ausencia de mi padre, quedaron establecidos dos puntos importantes que han sido muy coherentes en toda mi vida: ser autosuficiente y ser independiente en el trabajo. Mi madre me acompañó hasta los 20 años, cuando  también murió. Pienso yo que para ella ya era misión cumplida. Me dejó terminando la universidad, al otro lado.  En la Universidad también hice un esfuerzo desde el punto de vista  de responder por mis gastos y tuve desde el segundo semestre el mejor cómputo académico en la facultad de arquitectura, lo que me permitió tener una beca durante toda la carrera, y aparte de eso comencé a trabajar. A raíz de eso la aparición de mi nombre en el diseño en una revista que en su momento era la más hermosa que se publicaba en el país (Lámpara), me ayudó bastante. También logré tener una independencia económica que me dió cierto crédito y cierto prestigio como diseñador y coordinador de publicaciones. 

HACER LO QUE NOS DE LA GANA

–         Me da la impresión de que sus padres se anticiparon a García Márquez cuando afirma que al niño para ser feliz se le debe permitir que haga lo que quiera…

–         Exactamente. Tuve esa fortuna porque, además, era parte de la filosofía de mis padres y es exactamente lo que estoy aplicando  con mis hijos. Yo pienso y les digo siempre que si uno hace lo que le da la gana en un  campo en el cual tiene algún talento y lo hace con seriedad, con honestidad y con gran  trabajo, puede salir adelante en ese campo, puede llegar, si se quiere, a ser el mejor.

–         ¿En la intimidad no siente nostalgia de no haber ejercido su profesión de arquitecto o cree que la ha sublimado a través de su trabajo editorial?

–         No puedo negar que haya eventualmente algo de nostalgia. Sin embargo, mi satisfacción profesional en el área de los libros es muy grande. De todas formas, le puedo comentar que no la he abandonado del todo y que precisamente en asocio de mi señora, que es una artista, una persona muy creativa y muy talentosa, y de un par de arquitectos amigos, desarrollamos un proyecto de una casa de campo para mí que la disfruté minuto a minuto durante todo el proceso, desde la dirección de sus planos.

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ABRIENDO VENTANAS MENTALES

–         ¿En qué momento toma usted la decisión de dejar de lado la arquitectura y dedicarse a la actividad editorial?

–         El proceso no fue tan consciente ni tan claro. Yo diría que fue, como pasa todo en la vida, un poco coyuntural. Recién graduado en la facultad de arquitectura entré en un proceso de darme un año sabático, como efectivamente me lo dí –no fue uno sino dos-. También tenía la opción de irme a estudiar fuera del país, aprovechando un par de posibilidades de beca que tenía, porque por mi récord universitario había salido de la facultad con dos becas internacionales. Habría sido muy diferente la vida si me hubiera ido. Me quedé en Colombia, me metí en una aventura vivencial, interesante, con mi amigo Juan Escobar, con quien desarrollamos un proyecto muy especial en la ciudad que se llamó “La Calle”, la calle de los jipis. Estaba de novio de Clara Lucía, que es mi señora, y entonces tomé la decisión de casarme y de meterme de lleno en esta aventura de “La Calle” que fue, sobra anotarlo, maravillosa. Me abrió muchísimas ventanas mentales, me puso muy en mi generación porque había sido demasiado organizado, demasiado estudioso, demasiado académico y me aterrizó en la vida.  Pero también me creó una serie de problemas de tipo económico y de compromisos que me forzaron  a terminar esa aventura con un motón de deudas y problemas económicos y a echarle mano a lo que sabía, y realmente lo que sabía era de artes gráficas y  comunicaciones. Entonces la vida que me había llevado a aprenderlas, fue la que me llevó a continuar en ellas. Como soy fundamentalmente una persona creativa, constructora o desarrolladora de ideas, de llevarlas a feliz término, realicé  una serie de trabajos gráficos, de publicaciones. También  hice algunas incursiones en cine con un par de documentales, fundé una programadora  de televisión, dirigí durante cuatro años unos programas periodísticos en la televisión y, paralelamente, desde el año de 1973, comencé por encargo inicialmente, a realizar una serie de libros, el primero de ellos de gran formato y alta calidad, pasta dura, imágenes en color, buen papel, etcétera. Lo hice para el presidente Pastrana Borrero sobre las relaciones entre Colombia y Venezuela en un libro que se llamó “Naciones hermanas”. Pasado este libro, como pasa siempre,  la gente me buscó para hacer otros. Durante los años setenta, paralelamente a mis otras actividades, hice un libro al año. Inicié, por ejemplo, la colección de los libros de Seguros Bolívar y en los ochenta comencé a hacer dos y tres, hasta que apareció el presidente Belisario Betancur quien, como me dijo, me descubrió tarde, y me encargó 9 libros en su último año y medio de gobierno. Acepté el reto con mucha emoción, los desarrollé y esta actividad absorbió todo mi tiempo. En ese momento fue cuando realmente me encontré con el libro y encontré en esos libros –que los había hecho de una manera más esporádica pero de todas maneras siempre coherente en términos de ser libros sobre temas colombianos, de buena imagen del país, de alta calidad gráfica y editorial-,  en ellos encontré una razón de vida.  

LA IMPORTANCIA DE LA CREATIVIDAD

–         Poniendo a funcionar el espejo retrovisor, ¿qué paralelo haría entre el Benjamín Villegas de hoy y el de sus inicios como editor?

–         En esencia soy el mismo.  Creo que sigo manteniendo la misma frescura creativa que tenía en ese entonces, el mismo desinterés material con que he trabajado toda mi vida, la misma tenacidad que he tenido desde chiquito para enfrentarme a las situaciones y sacarlas adelante. Pero ahora creo que soy mucho mejor. Yo pienso que a uno con los años es posible que se le deteriore el cuerpo, pero el espíritu y la mente se enriquecen.

–         ¿Cuál es la receta para mantener fresca la creatividad?

–         No tener prejuicios hacia nada, investigar, oír, estar abierto a lo que sucede. La gente muchas veces me pregunta que dónde están las ideas y yo les digo que las ideas están en el aire. De esta conversación con usted puede salir quién sabe qué ocurrencia interesante. Y, ante todo, no dejar las cosas en ideas, porque también he tenido ocasión de conocer mucha gente  talentosa, en muchos aspectos  mucho más talentosa que yo, y se ha quedado en ideas y en sueños

–         En esos viajes que lo han enriquecido, ¿qué libros lo han impresionado especialmente? ¿Encuentra que hay mucha diferencia en la calidad de ellos y los producidos en Colombia?

–         Yo le puedo decir que en la actualidad estoy en el mismo nivel, y en algunos casos podría decir que supero los mejores libros de los mejores editores del mundo.  Todos son mis amigos, todos me respetan y  les es difícil entender que en un país como Colombia, lleno de problemas de todo orden,  se haya venido sacando adelante una labor de esta naturaleza, consistencia y calidad. (Publicada en El Nuevo Siglo)

AL GRANO CON VILLEGAS

Enterado de su gesto de trepar a la nube sus libros, le planteé otros interrogantes. Villegas va al grano, nada de irse por las ramas:

·         ¿Por qué decidió liberar sus libros? /Tanto contenido valioso para Colombia no podía quedar restringido a libros de tirajes cortos.

·         ¿Qué es un libro? /Un pase a la felicidad.

·         ¿Primer recuerdo que tiene de niño? / En la biblioteca de mi abuelo materno mirando libros grandes.

·         ¿De qué material están hechos los libreros? /De perseverancia.

·         ¿Quién lo metió en el camino del libro? /Mi madre lectora.

·         ¿Mejor consejo que ha oído? / No dé nunca consejos.

·         ¿Mejor consejo que ha dado? / El mismo.

·         ¿Cosas que se le han quedado entre el tintero? / Mi propio libro.

·         ¿De qué le gustaría morir? / Rápido.

·         ¿Cree en el más allá? / Creo en el más acá.

·         ¿Qué piensa del más acá? / La vida es maravillosa.

·         Si cambiara de profesión ¿cuál le gustaría ejercer? /Ya es tarde para cambiar.

·         ¿Mientras más conoce a los hombres (¿o a las mujeres) más quiere a su mascota? / No tengo mascota y quiero mucho a la gente.

·         ¿Objetos que siempre lleva consigo? / Anteojos.

·         ¿Le ha pasado algo que le cambió la vida? /Me invitaron a hacer una revista y aquí sigo en los libros sobre papel.

·         ¿Está preparado para envejecer? / Nunca se está suficientemente preparado.

·         ¿La virtud y el defecto que le gustaría tener? /Talento musical y no ser tan ingenuo.

·         ¿El fracaso más creativo que ha tenido? / La Calle

·         ¿Lo que más le gusta regalar? / Libros.

·         ¿Lo que detesta que le regalen? /Cosas de mal gusto.

·         ¿Lo bueno, lo malo y lo feo de ser colombiano? /Hermoso país; insuficiente cultura; los malandros como paisanos.

·         ¿Qué enseñanzas le dejó el periodo de La Calle, al lado del hígado del Hilton? / Todo exceso trae su riesgo.

·         ¿Qué día de la semana  le gusta más? El sábado: duermo hasta tarde, despierto en el campo y tengo tarde y noche para celebrar con mi mujer.

·         ¿Con qué amigo o amiga de infancia le gustaría reencontrarse? / Con varios que han muerto.

·         ¿Libro que desearía haber escrito? / Cien años de soledad.

·         ¿Disfruta a cabalidad de lo que tiene? / Si.

·         ¿Sigue a pie juntillas las sugerencias de su horóscopo? / Nunca lo leo.

·         ¿Es más lo que sabe o lo que desconoce de usted? /Lo que sé. Lo desconocido lo desconozco.

·         ¿La habilidad manual que le gustaría tener? / La de un buen pianista

·         ¿Persona que más admira? Muchos en muchos campos

·         ¿En quién le gustaría reencarnar? / En un buen escritor

·         ¿Se sometería al detector de mentiras? / ¿Por qué no?

·         ¿De los años que tiene, cuál le ha gustado más? / Este, porque sigo vivo.

·         ¿Su plato favorito? / Cochinillo, pato, guanábana, gambas.

·         ¿Se sale fácilmente de casillas? / Me salía.

·         ¿De qué se arrepiente? / De no haberme preparado económicamente para la vejez.

·         ¿Primer libro que leyó? / Los cuentos de los hermanos Grimm.

·         ¿Quién le gustaría haber sido? /Me siento bien con quien soy.

·         ¿Qué es un amigo? / Un buen cómplice para todo.

·         ¿Persona que más ha influido en usted? / María Jiménez Saravia, mi mamá.

·         ¿Qué le gustaría olvidar?/ Prefiero recordar.

·         ¿Por qué desea que lo recuerden? / Por buen colombiano (Publicada en El Tiempo).

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