Armando Benedetti: “Nos hundimos todos, nos vamos presos”

Armando Benedetti, el día que fue nombrado embajador en Caracas, en 2022. ANDREA HERNÁNDEZ BRICEÑO

JUAN DIEGO QUESADA

Bogotá

Armando Benedetti quiere ver el mundo arder. El recién destituido embajador colombiano en Venezuela asegura en unos audios enviados a Laura Sarabia, también caída en desgracia, que si él hablase de lo ocurrido en la campaña electoral de Gustavo Petro podrían ir todos a prisión. “No es mamando gallo (bromear), no es amenaza, porque tú me conoces. Yo no me voy a dejar mamar gallo, Laura, te lo juro por la vida de mis hijos que no pasará nunca. Nos hundimos todos. Nos acabamos todos. Nos vamos presos, acabamos toda la hijueputa verga”, se le escucha decir en las grabaciones a las que ha tenido acceso la revista Semana.

Benedetti y Sarabia, que conformaban hasta hace unos días el círculo íntimo de Petro, han sido destituidos esta semana por el presidente tras verse ambos enredados en un caso de escuchas ilegales y filtraciones a la prensa. Los audios que salen a la luz ahora revelan la enemistad profunda que se generó entre Benedetti y Sarabia, que acompañaron día y noche durante la campaña a Petro. Benedetti considera que el presidente y ella, su jefa de gabinete, no le han guardado lealtad, lo han apartado en Caracas y se han olvidado políticamente de él.

El embajador, según estos mensajes de WhatsApp, ha bombardeado con quejas a Sarabia, que antes de trabajar con Petro fue su secretaria durante siete años. Benedetti le dice que se siente humillado porque pidió cita con el presidente en Casa de Nariño, la residencia presidencial, y lo tuvieron tres horas esperando: “Lo que te estoy diciendo, Laura, es que ese tratamiento (…). Y ayer el presidente: ‘no, no, es que tengo afán’. Ajá, marica, yo hice 100 reuniones (…) 15.000 millones de pesos. Es más, si no es por mí no ganan. Entonces, así sea de hipócrita, uno va y recibe a la gente, pero el tratamiento que tú y el presidente me dieron ayer, marica, yo no sé, además, lo que te voy a decir no es una amenaza (…), veo que esto me puede emputar, pateo hijueputa, y ahí nos caemos todos hijueputa”, le dijo a Sarabia fuera de sí.

El político reitera que se siente maltratado por haber estado horas en Palacio esperando a Petro ―un hombre que no destaca precisamente por su puntualidad― y acaba hablando de que él se encargó de recoger los votos para el presidente en la costa, lo que resultó fundamental en la victoria: “Perdón, Laura, pero es que uno también explota, es que se pasan de calidad, yo fui el que organicé todos los votos, hijueputa, en la Costa, todos, hijueputa, sin que pusieran un peso y además esa plata se fue para el Pacífico. ¿Quién ve eso ahora? Nada. ¿O es que quieren que diga, hijueputa, quién fue el que puso la plata? No me jodan la hijueputa vida, no me jodan la vida, porque lo que pasó ayer y antier (fue) una mierda Laura, de parte tuya y de parte del presidente”. Benedetti afirma que salió llorando de Palacio.

A continuación, lanza una advertencia de lo que puede ocurrir si no le respetan: “Prepárense porque yo en cualquier momento reclamo mi espacio político (…). Y si creen que es una amenaza, es una amenaza y si quieres grabarlo, grábalo, exploto porque ayer ustedes me maltrataron como una mierda y eso no se le hace a Benedetti”. En Twitter, ha asegurado que los audios están manipulados y se disculpa con el presidente y con Sarabia.

Pero los audios resultan demasiado reveladores. Su ira y su sed de destrucción es tal que se compara con el fundador de Al Qaeda. “Con tanta mierda que yo sé, pues nos jodemos todos, sí, ustedes me joden a mí, yo los jodo a ustedes, pero se caen las torres gemelas. (…) Osama Bin Laden, cuando tumbó las torres gemelas, le importaba una mondá la imagen y si lo iban a matar o no lo iban a matar, pero tumbó las torres gemelas”, se le oye decir. También recurre a su lado más salvaje: “Al tigre hay que dejarle una salida porque, si no, se tira encima de las personas. Y tú sabes que yo soy tigre que, sin salida, de pronto me tiro encima de las personas”, le subraya Benedetti a Sarabia.

Benedetti, jefe de campaña de Petro, no se tomó nada bien que lo enviasen de embajador a Venezuela. Lo interpretó como un exilio. Arrastraba varios procesos judiciales que llevaron al presidente a apartarlo de la primera línea. Uno de esos casos se cerró hace pocas semanas y Benedetti creyó que era el momento de regresar a Bogotá y ocupar un cargo muy cercano al presidente. Él pidió el Ministerio de Defensa, pero Petro se lo negó. En cambio, le ofreció la coordinación de los ministros a través de una figura conocida como la de súper ministro. A él le pareció bien, pero cuando trató de concretar su vuelta pensó que Sarabia le ponía trabas.

En esos días de discusión intestina, Semana publicó que la niñera del hijo de Sarabia se había sentido secuestrada tras ser sometida al polígrafo. La jefa de gabinete la acusaba de haberle robado 7.000 dólares. Ella no tenía ningún interés en que el asunto se diera a conocer y acusa a Benedetti, que tiene buenas relaciones con la directora de esa revista, de haber filtrado la información. El asunto se podría haber zanjado ahí, pero con los días la Fiscalía dio a conocer que la niñera y otra empleada de Sarabia tuvieron el teléfono intervenido. La situación se volvió insostenible para la persona más cercana al presidente. Petro la destituyó y en el mismo saco metió al embajador, al que acusa de conspirar. Petro le ha dicho en privado a Benedetti que no entiende por qué él se ha suicidado políticamente de esta manera tan extravagante.

Mientras los audios mantienen entretenida a media Colombia, el presidente quiso demostrar que no le han afectado. “¿Intranquilos? ¡Qué va!”, tuiteó y adjuntó una foto en la que aparece sonriente con una de sus hijas, Sofía Petro. La realidad es que el presidente no vive momentos de extrema felicidad. Sus reformas se han estancado en el Congreso, su popularidad ha caído y el plan de paz total que tenía para el país no da resultados por el momento. Su Gobierno de izquierdas empezó con mucho ímpetu, pero está encontrando muchas resistencias entre las élites del país.

Más tarde ofreció unas explicación más detallada. Dijo que nadie de su Gobierno ha ordenado ni interceptaciones de teléfonos, ni allanamientos ilegales, ni se han aceptado chantajes sobre cargos públicos o contratos, ni se ha recibido en la campaña dinero de personas ligadas al narco. “Yo no acepto chantajes, ni veo la política como un espacio de favores personales”, explicó. Y conminó al embajador a dar explicaciones ante la justicia y la opinión pública: “Aquí estoy solo para lograr más justicia social en mi país. Es eso lo que me mueve y obsesiona. Si hay personas en otra lógica diferente en el Gobierno es mejor que se separen de él. Creo entender que le pasa a la mente de Armando Benedetti, acepto sus disculpas, pero debe explicar sus palabras ante la Fiscalía y el país”.

El candidato del establishment en las pasadas elecciones, Fico Gutiérrez aprovechó para criticarle con dureza: ”Presidente Petro, renuncie. Ustedes se robaron las elecciones. Hicieron todas las trampas habidas y por haber. Su gobierno es ilegítimo”. María José Pizarro, hija Carlos Pizarro, el líder asesinado del M-19, la guerrilla en la que militó Petro, fue muy dura con los responsables de todo este embrollo: “El proyecto político del cambio nos ha costado décadas, generaciones y el sacrificio de miles de mujeres y hombres de las más altas calidades políticas y humanas como mi padre, nada tiene que ver con la camarilla de politiqueros que hoy pone en riesgo la esperanza de millones. Los responsables deben asumir las consecuencias ante la ley. Proteger el corazón”.

En los audios, Benedetti carga contra otras dos personas cercanas al presidente, un exministro y el expresidente del Congreso. “El señor Prada se robó todo el ministerio con la mujer, el señor Roy (…) todo hijueputa, todo (…)”. Le hace saber a Sarabia que el caso podría parecerse al proceso 8.000, la investigación judicial contra el presidente Ernesto Samper por haber recibido financiación del narcotráfico: “Tú que no sabes un culo de historia, lee cómo empezó el hijueputa (proceso) 8.000 y por qué empezó. Ahí está la clave de todo lo que te va a pasar. Y si tú crees que es un chantaje, cree que es un chantaje. Es una respuesta a una forma de hijueputas de ustedes. Es una respuesta a una hijueputada, no es chantaje todavía”.

Benedetti se enfureció cuando vio un perfil de Sarabia en EL PAÍS y un entrevista en el periódico El Tiempo. “Ahora te voy a mandar un artículo ahí, tú estás quedando como una tonta, eres el hazmerreír delante de todo el mundo, eh Laura, de los poderosos (…), estás hecha una “cagá” para que sepas”. Y añade: “Nadie tiene mi teléfono y tengo ocho mensajes diciendo lo malagradecida, que lo eres, ya lo sabíamos. No se a ti qué te pasó. ¿Tú crees que sin mí hubieras llegado a trabajar con Petro? Acabas de destaparte, menos mal te destapaste sola”.

Horas después de la filtración, Benedetti ofreció una entrevista a Semana que resultó igual de explosiva. Cuando le preguntan quién ha financiado la campaña de Petro en el Caribe, responde que no lo puede decir. La periodista insiste:

Entrevistadora: ¿Pero eran narcos?

Benedetti: No sé.

E: ¿Eran narcos o no? ¿Quiénes eran?

B: No eran emprendedores…

Después Benedetti dice que no entró al Gobierno porque Sarabia le acusaba de tener un problema de consumo de cocaína. El político desliza que el presidente también lo tiene. “Yo le dije (a Sarabia): “Si usted cree que yo lo tengo, ¿qué hace el otro?”, parafrasea. ¿Y el otro es el presidente Petro?, le repregunta la periodista. “Ajá”, dice él.

El presidente de El Salvador, que ha mantenido unas cuantas polémicas con Petro a cuanta de las políticas de seguridad tan distintas que tienen uno y otro, aprovechó para lanzarle un dardo al presidente de Colombia. “¿Todo bien en casa?”, escribió Nayib Bukele en Twitter. Sin embargo, Bukele es el menor de los problemas del presidente. Las crisis y los cambios de estrategia de su Gobierno se solapan unos a otros y el ruido impide ver ya un horizonte ejecutivo claro. Petro alienta una batalla ideológica con la que espera despertar a la izquierda del letargo del poder, pero el ruido en su entorno y las conspiraciones de Palacio no le permiten avanzar. El presidente ha acabado empantanado por las miserias humanas de su gente de confianza.

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