Editorial
Mientras sigue sin llegar el alto el fuego reclamado por Naciones Unidas, continúan acumulándose las pruebas contra Benjamín Netanyahu por violaciones del derecho internacional desde que ordenara la ofensiva militar contra Gaza a raíz de los atentados terroristas de Hamás el pasado 7 de octubre. La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU publicó el pasado miércoles un detallado informe que documenta el bombardeo sistemático de zonas densamente pobladas por civiles, lo que podría suponer un crimen de lesa humanidad.
Basado tanto en testimonios directos y de expertos independientes —entre ellos, militares— como en el análisis de imágenes de satélite, vídeos y fotografías, el texto apunta al empleo contra barrios y viviendas de bombas de gran potencia, capaces de destruir sólidas infraestructuras y de atravesar varias capas de hormigón. De hecho, se centra en seis bombardeos en los que no hubo —contra lo que asegura el ejército israelí— aviso previo a la población. Este hecho y el empleo de un material que destruye indiscriminadamente, sin distinguir entre objetivos militares y civiles, constituyen para Naciones Unidas una violación evidente de las convenciones internacionales sobre la guerra.
Desdeñoso de estas pruebas acusatorias, Netanyahu prosigue con su brutal ofensiva. En la madrugada de ayer los ataques se sucedieron por toda la Franja, incluyendo los campos de refugiados. El Gobierno israelí, cada vez más aislado internacionalmente, ha chocado esta semana con la Administración estadounidense, que bloquea desde hace un mes un envío de bombas de gran potencia como las denunciadas por la ONU. Netanyahu reclamó a Washington el martes que desbloqueara el envío, pero, con razón a la vista de los hechos, EE UU se muestra reticente.
Mientras, el riesgo de extensión del conflicto es cada vez mayor. La amenaza directa de Hassan Nasrallah, el líder de la milicia libanesa Hezbolá, contra Chipre por una hipotética ayuda de este país a Israel ya ha recibido la respuesta tajante de Bruselas, que ha recordado al líder proiraní que una amenaza contra un miembro de la Unión Europea lo es contra toda la Unión. Urge rebajar la tensión antes de que sea demasiado tarde. Netanyahu y Hamás deben aceptar la propuesta internacional de paz y decretar un alto el fuego inmediato.