Turismo cultural por Santa Marta

Santa Marta, Casa de la Aduana

Este 29 de julio, Santa Marta está de cumpleaños. Fundada en 1525, ya está muy

cerca de celebrar su quinto de centenario de vida, ocasión propicia para hacer

un recorrido cultural por la ciudad, centro histórico por excelencia.  

Por: Jorge Emilio Sierra Montoya (*)

-Del libro “Turismo cultural por Colombia”, recién publicado en Amazon-

Las crónicas del Turismo Cultural en el libro del autor de este artículo.

La Catedral de Santa Marta, situada en la Plaza de Bolívar, es el eje de su centro histórico, uno de los más dignos de recorrer, paso a paso, en las principales ciudades de Colombia, entre las cuales ésta fue la primera en ser fundada, en 1525, pocos años después del descubrimiento de América en 1492.

Es allí, en su interior, donde yacen los restos de su fundador, Rodrigo de Bastidas, sin duda una auténtica joya o reliquia de este museo, que lo es en grado superlativo.

La Catedral: Un museo

Un museo religioso, para empezar. Con su altar de postal, las imágenes sagradas de la Virgen María y santa Marta (que dio su nombre a la urbe, como es obvio), el púlpito en mármol, la nave central y la cúpula con su luminosa araña colgante.

Pero, es también un monumento nacional de importancia no sólo religiosa, artística y cultural, sino también histórica y política, aspectos relacionados nada menos que con El Libertador Simón Bolívar, de quien cada 17 de diciembre se conmemora un aniversario más de su muerte.

En efecto, acá fue sepultado el 20 de diciembre de 1830; luego, en 1839, sus restos fueron trasladados a una bóveda «situada frente al Altar Mayor, bajo la cúpula», y, por último, exhumados de nuevo en 1842 para enviarlos a Caracas -cumpliendo así la última voluntad de El Padre de la Patria, consignada en su testamento-, donde reposan desde entonces.

La Catedral, en consecuencia, es sitio de obligada referencia en la historiografía bolivariana, tanto como la Quinta de San Pedro Alejandrino, donde él falleció, y la Casa de la Aduana, donde fue su velación.

Quinta de San Pedro Alejandrino

La Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, es nuestro gran Monumento Nacional por ser ahí donde falleció El Libertador en 1830, hace ya cerca de 200 años.

La Quinta De San Pedro Alejandrino

Y claro, el epicentro de este sagrado templo es la habitación donde él expiró, en la cual se conservan su cama, cubierta por la bandera nacional, y su reloj de pared, cuyas manecillas marcan aún la hora exacta del deceso.

En el cuarto contiguo, se exhiben la escultura, tendida, de su cuerpo sin vida en tamaño natural (cuyo rostro salió de la mascarilla que le tomó su médico personal, Próspero Reverend), y la célebre pintura que lo representa con sus amigos más cercanos, quienes le acompañaron en sus últimos momentos, cuando entró en agonía.

Tampoco faltan -¡no podían faltar!- su Última Proclama y la conmovedora imagen del sueño visionario que su amado maestro, don Simón Rodríguez, tuvo del sitio donde murió su alumno más destacado, quien habría de inmortalizarlo.

Por ello, en todos lados se levantan esculturas en su honor, alcanzando su máxima expresión artística en el Monumento al Libertador con aquellas figuras simbólicas que nos recuerdan sus virtudes excepcionales, signadas por el heroísmo.

¡Nuestra alma se estremece al recorrer la Quinta de San Pedro Alejandrino! 

Casa de la Aduana

Aunque Bolívar murió en la Quinta, su velación tuvo lugar en la Casa de la Aduana, donde su cadáver permaneció desde el 17 hasta el 20 de diciembre de 1830, cuando fue sepultado en la Catedral, siendo exhumado en 1842 para su traslado a Caracas, ciudad en la que desde entonces permanecen sus restos.

En la actualidad, dicha casa es sede, en el primer piso, del Museo del Oro Tairona del Banco de la República, mientras en el segundo hay un pequeño museo bolivariano, cuyo sitio principal es la alcoba de la velación, de cuyas paredes cuelgan los escudos de las cinco repúblicas (o seis, con Panamá) que liberó e, incluso, el de la Gran Colombia, su mayor sueño que fue apenas vana ilusión.

Casa de la Aduana, lugar de relación del Libertador Simón Bolívar

En el salón contiguo se presenta, a grandes rasgos, su biografía, hasta con modernas ayudas audiovisuales, textos significativos e imágenes históricas como la de la esclava Matea Bolívar, su aya, y Manuelita Sáenz, su «amada loca».

Se conservan, además, los antiguos balcones y el patio colonial, custodiados desde lejos por la imponente estatua ecuestre de El Libertador en la hoy llamada Plaza de Bolívar, donde también se levanta la Catedral.

Así concluye nuestro breve recorrido bolivariano por Santa Marta, de donde saltamos, obligados, a la Sierra Nevada, desde el río Palomino, en la baja Guajira, hasta el Parque Tairona.

El río Palomino

Este río nace precisamente en la Sierra Nevada y desemboca al mar Caribe en la baja Guajira, donde los turistas disfrutan de su playa única, excepcional, de arena blanca y aguas transparentes, con la calma debida.

En realidad, ahí nos encontramos en medio de la gran reserva natural de la Sierra, en la que surgen por todos lados imágenes pintorescas, desde un multitudinario desfile de hormigas, con sus hojitas a cuestas, hasta una estilizada garza en mitad del río, contemplando el paisaje.

Y claro, por sus caminos se pasea el pueblo arhuaco, del que nos topamos a una mujer indígena cuyo nombre no podía ser más apropiado: «Vida» (pronunciado por ella en su lengua nativa).

«Colombia es definitivamente un paraíso terrenal», repiten los turistas a cada paso.

El Parque Tayrona

El Parque Tayrona, a su vez, está en las estribaciones de la Sierra Nevada, siendo otra gran reserva natural, donde pueden disfrutarse algunas de las mejores playas del mundo, como Bahía Concha y Playa Cristal o del Muerto (bautizado así por ser un cementerio indígena en tiempos precolombinos). 

En esta última, a mitad del camino, se encuentra la Bahía de Neguanje, puerta de entrada a Playa Cristal, cuya belleza se aprecia más desde un mirador cercano, al que se llega por un empinado camino de piedra.

En la playa abundan los turistas nacionales y extranjeros, igual que los vendedores típicos, como una hermosa palenquera, o el gato que nunca deja de hacer su siesta bajo el sol ardiente.

Mapa del parque Tayrona

Bahía Concha, por su parte, tiene en verdad la forma de una concha marina; la boca de su bahía es amplia, grande, como Bocagrande en Cartagena; sus playas se extienden a lo largo y ancho, con arena blanca, pura, y su famosa piedra con figura de rana, junto a una enorme formación rocosa rodeada de árboles, es otro atractivo especial para los turistas.

Las montañas se asoman a su alrededor, mientras bellos árboles se levantan de la arena, como salidos de un cuadro surrealista…

(*) Escritor y periodista. Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua)

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