Periodismo y… negocios?

El periodismo y la función social.

Salvador Álvarez

El ataque periodístico disfrazado de denuncia contra empresas privadas o entidades oficiales se ha convertido en una peligrosa herramienta para engordar la pauta publicitaria de algunos medios de comunicación en Colombia.

Lamentablemente desaparecieron los gremios del sector que podían poner la linterna ética sobre estas prácticas insanas, de mala fe, con las cuales se quiere hacer creer a la opinión pública que se está ejerciendo la libertad de prensa.

En algunas ocasiones las denuncias recaen sobre personas que efectivamente han actuado en contra de intereses personales, económicos o patrimoniales de la sociedad en general o contra grupos de ciudadanos que han depositado su confianza en reconocidos líderes administrativos, empresariales y financieros que los defraudaron.

En el pasado las unidades investigativas de los medios de comunicación pusieron al descubierto prácticas fraudulentas de personajes con los más altos niveles de reconocimiento público a través de prestigiosas organizaciones financieras. Probadas las fechorías, la justicia actuó en consecuencia, pero cojeó en algunos casos porque sancionó a las empresas, a las personas jurídicas pero dejó sin castigo o con saludos a la bandera carcelaria a los delincuentes de cuello blanco que, por lo demás, huyeron con el botín y gozaron de la buena vida, exiliados del entorno social que les rindió pleitesía.

Pero en los últimos tiempos actuando como fiscales sociales con el argumento de ejercer la libertad periodística para vigilar en nombre de la sociedad colombiana, las llamadas malas prácticas industriales, empresariales, financieras, de la administración pública  y hasta ambientales se está atacando con nombre propio hasta cuando los afectados dan su brazo a torcer y asignan una pauta publicitaria para que esos mismos medios que los atacan les laven la cara a sus empresas.

No hace mucho les pasó a compañías cementeras, de aviación y petroleras que tuvieron que pagar un alto precio por sanciones y multas de las autoridades y por los contratos de publicidad que las estaban esperando al final.

Los espacios informativos independientes, que son pocos pero que los hay, denuncian tropelías de la mano de la verdad y sin pretensiones comerciales o políticas, no tienen el favor de las encuestas y las agencias de publicidad trabajan para su estrangulamiento económico

Hubo en el pasado tribunales y comisiones de ética en las agremiaciones de los periodistas, pero solo se ocupaban de la conducta de los afiliados. Pasaron a la clandestinidad o se disolvieron. No hay cómo mirar los ombligos propios y mucho menos para mirar, investigar y llamar la atención del quehacer de aquellas empresas que sobreviven con el nombre que acreditaron con el ejercicio del periodismo.

Hay escases ética en los medios de comunicación desbordados en alabanzas a las empresas de sus dueños de hoy. Canjean la verdad por las pautas comerciales.

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