Otraparte. Diatriba contra un martes

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Por Óscar Domínguez Giraldo

Parecía un martes común y corriente, discreto, anónimo más bien; de perfil bajo como el de esos poetas con garlopa que son los carpinteros. Tenía cara de tomarse la sopita, al contrario de Mafalda.

Como todo martes que se respete, el periódico era tan delgado que cupo por debajo de la puerta del apartamento. Es más: cabía por el ojo de una aguja. Ese martes no mataba una mosca. Se le podía prestar plata; o fiarlo en el alquiler de un apartamento en la Quinta Avenida.

Se parecía a esas personas que se pueden invitar a almorzar a la casa sin temor de que se pierda un cenicero, algún incunable, el jarrón de equis dinastía china.

¡Cómo pintaba de inofensivo ese martes! Casi lo saco a hacer pipí al parque como si fuera Nacho, mi chihuahua. Con sesenta años menos lo habría invitado al triángulo de las Bermudas  donde hacen nube los moteles bogotanos.

Siempre le tuve respeto, admiración, envidia, lástima, al día martes cuya mayor audacia radica en quedar en sánduche entre el lunes y el miércoles.

Pero «un  tropezón cualquiera da en la vida». El del martes 5 de noviembre sufrió un tropezón apellidado Trump. Ahí, ese día se tiró en la batica a cuadros. Terminó convertido en un lobo con piel de oveja. Al que no quiere caldo de le dan dos tazas y en vez de un período, este acabadero de ropa llamado mundo padecerá un segundo mandato del magnate.

Solo nos salva de la metida de patas del martes  que Trump termine luciendo el traje ajedrezado de los presos de tanto golpear el código penal gringo en partes pudendas. Méritos ha hecho.

Pero resulta que el señor Trump puede terminar perdonándose sus fechorías y premiando a esa primera línea que hace cuatro años por poco vuelve añicos el Capitolio en protesta porque perdió las elecciones. Solo falta que ahora en el poder, el hombre que se quita una hamburguesa de la boca para violar los códigos, llame a colaborar a esa primera línea. Con o sin sombrero vueltiao. Puede perratiar los sombreros texanos.

No cuente Trump con mi presencia en su posesión. Es más: autorizo a su par, el presidente Petro, a que prometa asistencia a la posesión, se demore ocho horas en llegar… o no llegue nunca.

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

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