Omar Andrés Camacho: “Soy un ministro punk”

Andrés Camacho en su oficina en Bogotá (Colombia). CHELO CAMACHO

JUAN DIEGO QUESADA

Bogotá –

—Adelante— dice una voz enérgica.

Omar Andrés Camacho tiende la mano en la puerta de su despacho. Lleva la barba cuidada, la raya del pelo a un lado y una americana de cuadros que le cae por debajo de la cintura. Pocos representan mejor el cambio en Colombia. Si todo hubiera seguido como siempre, él no estaría en este espacio diáfano. Hace unos años era el vocalista de una banda punk rock, Komintern 43, y un líder estudiantil de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Se trata del primer alumno de esa institución que en sus 70 años de historia llega a ministro, en este caso de Energía y Minas.

La cartera supone comandar el asunto que más le preocupa a Gustavo Petro, el medio ambiente. El presidente ha hecho campaña contra el petróleo y el carbón, y quiere encabezar una revolución verde en Latinoamérica que salve al planeta de la destrucción —así lo dice Petro, no es ninguna exageración—. Ingeniero eléctrico, licenciado en Física, Magíster en Administración de la Energía y sus Fuentes Renovables, Camacho tiene que llevar adelante una transición energética que choca contra los intereses del capitalismo. ¿Quién mejor para hacerlo que él? “Soy un ministro punk”, dice sonriente. En la solapa de la chaqueta lleva un triángulo rojo invertido, un símbolo antifascista.

Pregunta. ¿Va a firmar más contratos de exploración de petróleo y carbón?

Respuesta. Tenemos una política de desarrollar la exploración energética en clave de transición energética. No es que no vayamos a hacer más, sino que estamos dando pasos a nuevos contratos de explotación de geotermia, hidrógeno blanco y otro tipo de energéticos. Vamos a ir desarrollando nuevos contratos en clave de transición.

P. ¿Eso es un sí o un no?

R. Nosotros tenemos nuevos contratos vigentes y los que vamos a ir firmando son en clave de transición.

P. ¿Cuántos contratos de petróleo y carbón hay ahora mismo en el país?

R. De carbón, que no son contratos en sí mismos, sino títulos mineros… la cifra exacta no la tengo porque se vienen firmando desde hace mucho tiempo. Unas son concesiones, otras contratos de explotación de carbón. Y de hidrocarburos son, descontando los yacimientos no convencionales, 292 contratos.

P. ¿Es un cambio de discurso respecto a lo que decía al principio de su Gobierno el presidente Gustavo Petro, que era acabar de raíz con la energía fósil?

R. Nunca ha dicho eso el presidente. Siempre ha manifestado que la transición implica ir dando pasos progresivos de manera planificada. Y lo que vamos a hacer es ir dándolos hacia nuevas exploraciones.

P. Es decir, la transición se hace con la industria de los hidrocarburos.

R. Desde el primer día que llegué lo mencioné: la transición es con los hidrocarburos, una transición que ya hemos trabajado. Vamos a tener un tiempo en el que vamos a necesitarlos, incluso en los horizontes 2040, 2050. Si no hay sustitutos para la industria petroquímica vamos a seguir requiriendo hidrocarburos. La idea es que la dependencia vaya disminuyendo.

P. Insisto, sin querer llevarle la contraria. ¿Esto supone suavizar los planteamientos de su antecesora (Irene Vélez) o del propio presidente?

R. Mismo programa. Hemos mantenido eso desde el principio. Nuestra intención es ir reduciendo la participación de los hidrocarburos, no solo en la matriz energética sino también en la dependencia económica.

Andrés Camacho, en su oficina en Bogotá.
Andrés Camacho, en su oficina en Bogotá.CHELO CAMACHO

P. ¿Usará el gas como parte de la transición hacia las energías verdes?

R. Necesariamente el mundo va a tener que usar gas hasta que logremos reducir su participación. Nuestra intención es ir avanzando hacia el uso de nuevos energéticos. Eso solo va a depender del ritmo que logremos imprimirle a las nuevas energías en el país.

P. Petro y Nicolás Maduro, y eso me consta, acordaron que Colombia le iba a comprar gas a Venezuela.

R. No conozco ese acuerdo. Nosotros no hemos acordado nada al respecto. Cualquier proceso de transición implica autonomía, seguridad y soberanía.

P. Venezuela necesita para financiarse que Colombia le compre gas.

R. Hasta ahora hay un restablecimiento de relaciones que van en un punto en el que están hasta ahora abriendo consulados en la frontera. Eso está en curso, pero nosotros no tenemos ningún acuerdo en la política minero-energética ni hemos establecido la importación de ningún lugar.

P. ¿Piensa buscar hidrógeno blanco?

R. Sí, estamos en ese propósito. Tenemos a varias dependencias y entidades del sector haciendo investigaciones. Por ejemplo, el Servicio Geológico Colombiano, como autoridad científica del área, busca similitudes con los patrones geográficos, geológicos, de algunos lugares del mundo para ver qué potencialidad tenemos. Y la Agencia Nacional de Hidrocarburos se prepara para identificar dónde habría potencialidades y usar la experiencia en hidrocarburos en la explotación de nuevos energéticos, como el hidrógeno blanco.

P. Usted ha dicho que ha sido un error que la reglamentación de los servicios públicos contara con tanta participación privada…

R. Lo que hemos dicho es que hay una crítica sobre el proceso de privatización, sobre algunos de los modelos que se aplicaron y sobre la participación que han tenido los usuarios y el propio Estado. Tenemos que buscar la manera en la que el Estado tenga un papel más protagónico, que pasa por tener una superintendencia con mejores condiciones, que pueda actuar ante ciertas distorsiones del mercado. Y que los usuarios puedan participar. Esos son problemas que se han tenido históricamente, además de un modelo de servicios públicos que ya va a cumplir 30 años y que hay que modernizar de cara a la transición energética.

P. ¿Eso significa algún cambio en el reglamento para que solo las empresas públicas puedan proveer?

R. No. Hay que reducir las distorsiones del mercado y promover la competencia. Buscar su perfección con empresas privadas, mixtas y públicas.

P. ¿Cuáles son las distorsiones del mercado?

R. Por ejemplo, las tarifas. Es una de las circunstancias en las que estamos. El modelo ha llevado a que se incrementen a valores que ya la gente no puede pagar. Estamos en una situación crítica que se debe a distorsiones en el mercado que tenemos que revisar. Es parte de lo que estamos haciendo.

P. ¿Qué va a hacer con la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), que ahora mismo está en una situación de interinato?

R. La tarea es garantizar que estén en propiedad los comisionados, que la Creg cumpla su función de desarrollar el marco regulatorio y garantizar que participen en la reforma de la ley. Luego de que tengamos esta reforma de los servicios públicos, que reglamenten lo que sea necesario. Los perfiles de esos comisionados tienen unas características muy particulares. Estamos intentando ubicar la gente idónea para que cumpla con el rol que consideramos debe realizarse en este periodo de reforma a los servicios públicos.

P. ¿Cómo encontró el Ministerio?

R. Con mucho desarrollo y avances importantes. Hoy estamos mostrando muchos resultados. Había muchas cosas consolidadas. Yo he llegado es a imprimirle un nuevo aire y garantizar que los planes, luego de la aprobación del plan nacional de desarrollo, se puedan consolidar.

P. Por como cayó en desgracia la ministra Vélez (por supuesto tráfico de influencias al llamar a migración del aeropuerto para que dejasen pasar a su marido y su hijo, empantanados en un trámite), ¿usted se enfrenta a un estándar moral más alto en el Ministerio?

R. Creo que la situación de Vélez tiene que ver con varias cosas. Una de ellas es el machismo en un sector que siempre ha estado manejado por hombres. También tuvo que ver con las profesiones; ella venía de un sector distinto y este es un campo muy celoso. Yo soy ingeniero, conozco mejor el sector en término de conceptos y de lenguaje, y eso ha permitido encontrarnos mejor con las empresas. Este es un pilar del programa de Gobierno del presidente Petro. Para algunos no era acertado el perfil de la ministra Vélez y eso afectó el desarrollo de esta primera etapa, pero aquí continuamos con el programa del presidente.

P. Ahora que está en el Gobierno, ¿cómo lo ve por dentro?

R. Al gabinete lo veo cada vez más consistente, articulado. Me he sentido muy bien acogido, con mucha sintonía con ministros, ministras y con el presidente. Se consolida el Gobierno.

P. Defíname al presidente.

R. Es un crack. Sabe muchísimo. Da lecciones en cada una de las áreas, tiene el país en la cabeza. Sabe lo que hace, tiene un proyecto de país.

P. ¿Por qué ha bajado su popularidad?

R. Creo que no ha sido así, se ha mantenido la popularidad. En algunas baja más, en otras baja menos. Creo que los niveles se mantienen estables. Nuestra tarea como ministros es hacer nuestro trabajo y mostrar los resultados para mantener la credibilidad del Gobierno. No solo es una responsabilidad del presidente, también es nuestra.

Andrés Camacho, en su oficina en Bogotá, el 25 de septiembre de 2023.
Andrés Camacho, en su oficina en Bogotá, el 25 de septiembre de 2023.CHELO CAMACHO

P. ¿Qué responsabilidad tiene sobre sus hombros estando bajo el presidente más verde de Latinoamérica?

R. Una de las ventajas que tenemos es el papel que Petro juega a nivel internacional, su liderazgo global. En mi caso, la transición energética como corazón de este proyecto político. Impone hacer muy bien la tarea, trabajar sin descanso. Es una política de Estado y una responsabilidad enorme.

P. ¿Qué considera usted que es el cambio que pregona el presidente?

R. Hay varios niveles. Uno es poder cambiar en la cotidianidad de la gente, la consecución de derechos, de mejores condiciones de vida, progreso y prosperidad. Ese es el nivel fundamental y básico de lo que debería ser el cambio, llegar a la gente. En otros niveles implica que los modelos de desarrollo se modifiquen. Por ejemplo, en este sector el modelo minero energético debe modificarse en términos de cambio climático. Eso implica desarrollar nuevos modelos, un marco regulatorio distinto, otro manejo de las relaciones con la naturaleza, el ambiente, las empresas, la gente. El futuro del país debe ser más armónico con la naturaleza, con la Tierra, y adecuarse a los tiempos de cambio climático. También hay otros cambios que yo creo que ya están operando: por ejemplo, en nuestro actual gabinete la mitad de ministros y ministras venimos de universidades públicas. Otra gente está accediendo al poder. Esta nueva gente que está gobernando trae unas lógicas, unos pensamientos, unas maneras nuevas.

P. Hablemos un poco de su pasado, que me parece muy interesante. ¿Qué queda de aquel chaval revolucionario que fue en su juventud?

R. Del chaval —se ríe, es un término que no se usa en Colombia— queda la consciencia de que es necesario cambiar la cotidianidad de la gente, garantizar que tengan derechos, prosperidad. La vida y la humanidad están en el centro de nuestro proyecto, eso es fundamental. Soy un humanista. En eso me sostengo y me mantengo.

P. ¿Ve posible la materialización de la paz total que propugna Petro?

R. Sí, creo en este Gobierno también por eso. De manera inédita se están dando varias conversaciones a la vez (con grupos armados). Eso tal vez desde los noventa no se presentaba. Hay posibilidades de avanzar y trabajar con muchos actores y salir de los ciclos de violencia. Desde que era chaval he sido un convencido de la paz y hoy me la juego por ella desde este sector, que tiene mucho que ver con la paz. Muchos lugares de conflicto encajan con lugares de desarrollo de proyectos energéticos. Hay muchas cosas que tenemos que hacer por la paz de Colombia.

P. Cuénteme de sus años como vocalista del grupo de música Komintern 43.

R. Muy joven me gustó el punk, el rock, el hardcore. Me invitaron a hacer parte de una banda y estuve como cuatro años. La banda fue importante, tuvo algún reconocimiento latinoamericano. En esos años nuestro país estaba en un nivel de confrontación muy alto, algunos jóvenes fuimos perseguidos por la estética, en tiempos del paramilitarismo en las ciudades. Había represión, las ideas eran perseguidas. Fueron grandes años. Muchas veces me hace falta cantar.

P. ¿Llegó a temer por su vida durante el uribismo?

R. Sí, salí tres veces del país cuando era dirigente estudiantil, estaba perseguido. Fui representante de los estudiantes en la Universidad Distrital, allí recibí amenazas semanalmente. Tuve que esconderme. Trágicamente es lo que ha pasado con muchas generaciones de nuestro país. Pero yo siempre he creído en la democracia y la paz.

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