Lo frágil de las cosas y el vacío que dejan al hacerse trizas

Foto referencial (EPR)

Eligio Palacio Roldán

La palabra trizas se volvió popular cuando algunos líderes de opinión de la derecha colombiana amenazaron con hacer pedazos los acuerdos de paz con las Farc firmados en el gobierno de Juan Manuel Santos, hace ya varios años.

Trizas es definida por al Real Academia de la Lengua Española como hacer pedazos menudos algo, se vuelve trizas un cristal cuando se cae o se golpea contra una superficie dura, se vuelven trizas las cosas frágiles.

Trizas se hace el alma o el espíritu cuando se despide un ser querido, para siempre, por la muerte o por las despedidas voluntarias u obligadas. La semana anterior, una compañera de trabajo terminó su jornada laboral a las 4:30 de la tarde y a las 9:50 de la noche ya era público su fallecimiento.

Como lo he expresado en otras líneas, los detalles de modo, tiempo y lugar de la enfermedad y muerte, de los infortunios nuestros de cada día, tiene generalmente más de regodeo que de solidaridad verdadera y por ello trato de evitarlos. Traigo la historia de la muerte de mi compañera a colación para ejemplarizar la fragilidad de la existencia, cómo de un momento a otro se vuelve trizas, pedazos, se acaba.

Pero no solo la fragilidad se muestra en la pérdida de la vida, se hace evidente en cada relación rota de amor o amistad, en los detrimentos de los bienes materiales, de la salud. Se siente cuando algo se rompe en relación con el Otro, ese otro que marca la existencia, se percibe en ese vacío en el estómago, en la desilusión ante la escasa o nula respuesta de quienes han sido fundamentales en tu vida familiar, personal, estudiantil o laboral, cuando se traiciona tu confianza, cuando descubres la deslealtad y las mezquindades humanas, la doble moral.

Hay una caída que se siente con fuerza, se desploma la estructura. La padecen los padres ante los desaires de sus hijos, los patronos ante los de sus empleados, los profesores ante los estudiantes, los jefes ante lo subalternos, los candidatos políticos ante sus electores vendidos a un mejor postor, también se padece en sentido contrario como diría una célebre candidata antioqueña al ya poco relevante Reinado Nacional de la Belleza.

En una conversación hace algunos días, me explicaban que según varios estudios la mayoría de los secuestros se idean y ejecutan por personas cercanas, al retenido ilegalmente, como trabajadores o familiares a quienes se les ha tendido la mano en una especie de “crueldad ante la caridad”, esa crueldad se da también cuando te roban, cuando te traicionan o cuando eluden la gratitud obligada con falacias.

Se vuelen trizas las relaciones con los humanos con mayor frecuencia que con los animales, son más frágiles, quizás de ello se dieron cuenta las nuevas generaciones y en consecuencia prefieren una mascota a una pareja o a un hijo.

El deseo de volver trizas los acuerdos de paz con las Farc no tuvo ningún alcance, no por la falta de ganas de quienes amenazaron con hacerlo sino por la “crueldad ante la caridad” de la guerrilla ante la mano generosa de la sociedad.

Somos humanos, demasiados humanos, y la humanidad se niega a avanzar en el pensamiento. Es más, trata de suprimirlo de su existencia, le huye.

ANTES DEL FIN

Hay que volver a ver la serie “Escobar el Patrón del Mal”, retransmitida, después de 11 años por Caracol, es necesario identificarnos, pensarnos y repensarnos si queremos avanzar como sociedad, de nada sirve esconder la cabeza.

La televisión colombiana está siendo incapaz de identificar sus audiencias.

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