Miércoles de ceniza!

Miércoles de ceniza. Foto National Geographic

Por Oscar Domínguez Giraldo

El  miércoles de ceniza es el único día del año que los productores de ceniza tienen su cuarto de hora. Deben aprovechar sus quince minutos de fama 40 días antes del inicio de la Semana Santa.  

Según el portal católico Aleteia “la ceniza que emplea el sacerdote el Miércoles de Ceniza procede de los ramos que se bendijeron en el Domingo de Ramos del año anterior. Aquellos ramos (que suelen ser palmas y ramas de olivo) se queman y la ceniza se guarda hasta el año siguiente”. 

¿Alguien ha tenido un amigo productor de ceniza? Yo también tampoco como decía una empleada que se me tomaba el ron… 

El signo de la cruz que nos pone el cura  el miércoles de ceniza es un epitafio que nos recuerda que somos fugaces. Apenas un estornudo de eternidad. Somos un permanente periódico de ayer. (Gracias a la pandemia, el rito de la imposición de la ceniza ha cambiado. Ver nota al final).  

En el reloj de pared de la eternidad, duramos lo que un suspiro. “Porque polvo eres y en polvo te convertirás” (Génesis, 3,19).  

Vivimos tan rápido que tenemos amnesia del segundo que acaba de pasar a mejor vida. 

Nos recuerda la ceniza  que hoy somos y mañana no aparecemos ni en el pasa del periódico. De pronto mojamos la página de obituarios si los costos de las exequias dejaron algo en las arcas domésticas. O si una manifestación de amigos hacen vaca para pagar el costoso aviso funerario. (Los obituarios hacen sonreír a los gerentes de oreja a oreja). 

Selfi de yo con mi otro yo. Los dos yoes seremos polvo (“y el día esté lejano”).

Si odia el anonimato post morten vuélvase amigo del periodista encargado del turno de noche en el diario para que incluya la noticia de su fallecimiento así sea en página interior, de pronto con mono a una. (Mis amigos encargados del cierre en el periódico hace rato se volvieron eternidad). 

El “memento, homo” (acordáte, pues, hombre) que recita el sacerdote frente a ese lienzo de carne y hueso llamada frente, es la notificación anual de que somos clínex desechables en las manos del tiempo. 

 “Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”, trinó Santa Teresa, en esos boleros sin guitarra que son sus poemas de amor a Dios. 

Y las  “Coplas a la muerte de mi padre”, de Jorge Manrique,  tienen la equivalencia del miércoles de ceniza cuando nos recuerdan  “cómo se viene la muerte tan callando”. 

Los antiguos laureanistas  sólo se acuestan después de recitar esta oración: “Somos una brizna en las manos de Dios”.  La usan como una especie de conjuro para ahuyentar la pelona, uno de los tantos alias de la muerte. 

Antes, la gente se aplicaba más la ceniza que nos invita a bajarnos de la nube de nuestra vanidad, a no enfermarnos nunca de importancia. No nos llevamos  poemas, suspiros, nostalgias, nada, al campo santo donde somos la diezmillonésima parte de nada. 

Muchos madrugan a cumplir la cita con el cura para que les dibuje el famoso y certero epitafio de ceniza: la señal de la cruz, el signo más para uno menos. 

Quienes se hacen cremar, “y crece la audiencia”, se anticipan a  aquello de que “polvo eres y en polvo te has de convertir”. 

Cierro la tienda con la famosa décima sobre el miércoles de ceniza del “Caratejo” Vélez, poeta de Titiribí, Antioquia. 

Te vi una cruz en la frente 

Hoy Miércoles de Ceniza 

Y me causó mucha risa, 

Pues me acordé de repente 

De aquel cura inteligente 

Que con ademán sereno 

Y un poquito de veneno,  

Con una gran alegría  

Al ponértela decía: 

Eres polvo, ¡pero, ah bueno! 

Del portal Aleteia 

Instrucción para el rito de la imposición de las cenizas 

Con motivo del inicio de la Cuaresma de este año, el dicasterio encargado de los Sacramentos publicó en su página web instrucciones para que los sacerdotes tengan cuidado durante las celebraciones del rito de la imposición de las cenizas del próximo miércoles 17 de febrero. 

Después de bendecir las cenizas y rociarlas con agua bendita, el sacerdote se dirige a los presentes, recitando «de una vez por todas la fórmula como en el Misal Romano: ‘Conviértete y cree en el Evangelio’, o: ‘Acuérdate, hombre, de que eres polvo y al polvo volverás’. 

«El sacerdote deterge sus manos y usa una máscara para proteger su nariz y boca, luego impone las cenizas a los que se acercan a él o, si es apropiado, él mismo se acerca a los que están de pie en sus lugares». El cura «toma las cenizas y las deja caer sobre la cabeza de cada persona, sin decir nada», concluye la nota del Vaticano. 

Sobre Revista Corrientes 3270 artículos
Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]