Martes de la luenga lengua: Proferir, avalar, matriz, genitivo latino

QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA

por  Efraim Osorio López

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El oficio de la palabra o ‘término’ es expresar una idea diferente de las que expresan las demás. De aquí la importancia de los diccionarios para emplearla con propiedad. 

Del verbo ‘proferir’ enseña J. Corominas: “1438, ‘pronunciar, articular’. Tomada del latín ‘proferre’, propiamente ‘echar afuera de la boca’, derivado de ‘ferre’, ‘llevar’”. En latín significa también ‘hacer ver, dar a conocer, mostrarse’. De acuerdo con estas nociones, podría admitirse su empleo en la siguiente cláusula:   “Así, hallamos a David Steindl-Rast, monje de venerable imagen y pensamiento ágil, quien nos susurra al oído que todo hombre es un místico, aunque no vista sayal ni profiera votos” (LA PATRIA, Sebastián Galvis Arcila, 24/4/2025). No obstante, no es el verbo más adecuado para expresar la idea del redactor, porque nos valemos de él especialmente para pronunciar palabras violentas, agresivas, altisonantes, como gritos, quejas, maldiciones, etc. Un botón de muestra: “Normalizar los insultos proferidos desde espacios de poder y jerarquía en la sociedad equivale a seguir sembrando odios…” (El Tiempo, Juan Lozano, 28/4/2025). Para los ‘votos’ de que habla el columnista, como para las ‘promesas’, el verbo apropiado es ‘hacer’, por ejemplo, ‘los miembros de comunidades religiosas hacen votos de pobreza, castidad y obediencia’. ***                          

Del francés ‘aval’ viene nuestro sustantivo, que significa ‘firma, garantía’. Según  J. Corominas, el termino francés tuvo su origen probablemente en ‘aval’ (‘abajo’), “lugar del documento donde suele ponerse el aval”. Confirma esta teoría la locución francesa ‘en aval de’ (‘en dessous de’, -‘debajo de’). Sea de esto lo que fuere, de ‘aval’ se deriva el verbo ‘avalar’ (“garantizar por medio de aval”), que no quiere decir ‘autorizar’ ni ‘permitir’, significación que le dio un redactor de Sucesos de LA PATRIA en esta oración de una crónica sobre la madre que temía que su hijo le causara daño: “La señora se llenó de valor (…) y avaló que las autoridades se lo llevaran detenido” (24/4/2025). Correctamente, “…y permitió que las autoridades se lo llevaran…”. El oficio de la ‘palabra’ (‘término’) es expresar una idea diferente de las que expresan las demás. De aquí la importancia de los diccionarios para emplearla con propiedad cuando dudamos de su significado. *** 

El plural de ‘pez’ es ‘peces’; de ‘institutriz, ‘institutrices’, y, por supuesto, de ‘matriz’, ‘matrices’, lo que olvidó Luis Fernando Rodríguez en su comentario sobre el libro de Pedro Felipe Hoyos Körbel, “El batallón Salamina y las guerras civiles durante la Colonización Antioqueña”. Esto escribió: “…fue la gente quien* tomó la iniciativa, y Salamina es una de esas matrizes fundacionales que conmemora dos siglos de logros y aciertos…” (LA PATRIA, Papel Salmón,  26/4/2025). “…una de esas matrices…”, obviamente, porque, como lo pide la norma, los nombres terminados en ‘zeta’ hacen su plural añadiéndoles ‘es’ y cambiándoles la zeta por ‘ce’, pues la sigue una vocal cerrada, ‘e’. La misma norma cobija los verbos cuya raíz termina en ‘zeta’ cuando la terminación comienza por ‘e’, como en el verbo ‘forzar’, que hace ‘forcé’ (primera persona del pretérito de indicativo) y ‘fuerce, fuerces…’ (presente de subjuntivo). Lo mismo en el imperativo, ‘fuerce, fuercen’. La lógica de la gramática. *Como lo expliqué anteriormente, este pronombre relativo está ahí fuera de lugar, porque hace pesada la redacción y, además, tiene como antecedente un sustantivo intrínsecamente plural, por lo que la redacción correcta es ésta: “…fue la gente la que tomó..”. ***

Una de las encíclicas del papa Francisco es “Evangelii gaudium”, mal citada por el presbítero Efraín Castaño, que así la deletreó: “Evangelium gaudium” (LA PATRIA, Sol y sombra, 30/4/2025). Como la traducción es ‘El gozo del evangelio’, ‘del evangelio’ es complemento genitivo (posesión), que, en latín, debe construirse en ese caso, a saber, ‘evangelii’.     

Claves de redacción en el aniversario de Antonio Machado

Fundación para el español urgente/RAE

En el año del 150.º aniversario del nacimiento del escritor Antonio Machado y los actos que lo conmemoran, se proponen algunas claves de redacción para las noticias relacionadas.

1. El aniversario, en números ordinales o romanos

Con los nombres de celebraciones, acontecimientos y conmemoraciones, es recomendable utilizar en el lenguaje escrito y en un registro formal numerales ordinales, que se abrevian bien con números arábigos, punto y letra volada, bien con números romanos. El próximo 26 de julio se cumple, por tanto, el centésimo quincuagésimo, el 150.º o el CL aniversario del nacimiento de Antonio Machado (pero no el 150 aniversario). Sin embargo, sí resulta admisible su lectura como cardinales: «ciento cincuenta aniversario».

2. Sesquicentenario, término apropiado

El Diccionario de la lengua española recoge sesquicentenario como el ‘día o año en que se cumple siglo y medio del nacimiento o muerte de una persona ilustre o de un suceso famoso’, por lo que es un término apropiado en esta ocasión.

3. Los títulos de obras de creación, en cursiva

Los títulos de libros y obras de teatro se escriben en cursiva y con inicial mayúscula en la primera palabra y los nombres propios que contengan: Soledades, Campos de Castilla, Juan de Mairena, La Lola se va a los puertos, etc.

4. Menciones a poemas

En el caso del título dado a cada poema o poesía, es indicado también utilizar la mayúscula solo en el primer término y aquellos que por su naturaleza la requieran. Si se citan aisladamente, sin mencionar la obra a la que pertenecen, pueden ir con cursiva o entre comillas; pero, si la acompañan, solo se emplean comillas, según recoge la Ortografía de la lengua española. Es decir, se escribirá «El poema Retrato» o «El poema “Retrato”», pero solo «El poema “Retrato”, de la obra Campos de Castilla».

Si una poesía se identifica con su primer verso, lo más habitual son las comillas en todos los casos: «El poema “He andado muchos caminos”».

5. Los versos, con comillas y barras

Si se desea citar dentro de un párrafo algunos versos de un poema, lo apropiado es enmarcarlos con comillas y utilizar la barra (/) para separarlos, con un espacio a cada lado de ella («Como escribió Machado: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla / y un huerto claro donde madura el limonero”»). Para señalar un cambio de estrofa, se recomienda la barra doble (//).

Si la cita se hace en párrafo aparte, es adecuado prescindir de las comillas e introducir un sangrado, y reproducir los versos con un cuerpo de letra menor o con cursiva.  

6. Académico electo

Antonio Machado fue elegido académico en 1927 y, aunque comenzó a redactar su discurso, este quedó inacabado y no llegó a leerlo en junta pública, por lo que fue académico electo de la Real Academia Española (y no Real Academia Española de la Lengua), mientras que su hermano Manuel Machado fue académico de número.

7. La silla y el discurso, cursivas y comillas

Fue designado para la silla V (escrita mejor en cursiva para evitar confusiones), mientras que Manuel Machado ocupó la letra N tras pronunciar su discurso Unos versos, un alma y una época. Los títulos de los discursos de ingreso de los académicos, que son publicados como libro, pueden mencionarse con mayúscula inicial y cursiva, como se hace con otras obras de creación, o entre comillas.

El discurso inconcluso de Antonio Machado apareció en la Revista Hispánica Moderna, que, como título de publicación periódica, se escribe con mayúscula inicial en todas las palabras significativas y con cursiva, como señala la ortografía académica. 

8. Las generaciones, en minúscula

Las denominaciones de corrientes o movimientos literarios se escriben en minúscula: «No faltan flores, dibujos o cartas para honrar al poeta más joven de la generación del 98», «Los Machado y su relación emotiva con la generación del 27». Lo mismo ocurre con simbolismo, que no identifica un gran periodo culturalmente diferenciado: «Antonio Machado inició su carrera poética vinculado al simbolismo».

9. La guerra civil española, grafías adecuadas

Como expresiones descriptivas, tanto guerra civil como guerra civil española se escriben, por lo general, en minúsculas. Sin embargo, es posible en el primer caso utilizar mayúscula inicial en sus dos términos, pues, por antonomasia, designa en España este conflicto bélico en concreto: «Machado tuvo que huir de Madrid tras el estallido de la Guerra Civil».  

10. Las dos Españas, con mayúscula en el topónimo

Lo indicado a la hora de citar la expresión que Machado incluyó en una de sus composiciones de Proverbios y cantares («Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón») es utilizar la mayúscula en el topónimo, como detalla el Diccionario panhispánico de dudas: «Los Machado: de metáfora de las dos Españas a ejemplo de convivencia».

11. Exposiciones y conferencias, escritura recomendada

En lo que respecta a los actos relacionados con el aniversario, cabe recordar que los títulos de las exposiciones se escriben con mayúscula en la primera palabra y en las que lo requieran por otros motivos, y entre comillas: «La exposición “Los Machado. Retrato de familia” llega a la sede de la Real Academia Española (RAE) en Madrid». Lo mismo sucede con las conferencias: «Pronunciará una conferencia titulada “Los Machado. Una familia intelectual en la encrucijada de España” en la Universidad de Sevilla».

Así comenzaba Borges sus clases de Literatura Argentina.

Eterno y magistral Borges.

Muy buenos días a todos, espero que iremos conociéndonos. Quiero advertirles que no pienso enseñarles literatura Argentina porque esas cosas no se enseñan. Yo he sido profesor de Literatura Inglesa y Americana durante unos veinte años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y me di cuenta de que era absurdo enseñar literatura. Creo que lo que uno puede enseñar es el goce de ciertos libros, el hábito de ciertos libros y que un profesor no tiene derecho a imponer sus opiniones. Yo simplemente invitaba a mis alumnos, les decía: “Voy a enseñarles, digamos, una literatura infinita, que es la literatura inglesa, otra literatura infinita también, por qué no, la literatura americana, y voy a indicarles algunos libros que me han gustado mucho, que son parte esencial de mi vida, y espero que les agraden a ustedes también”. Y conseguí realmente convertir a muchos, no quizás a mis libros preferidos, pero sí a otros; en todo caso, sé que me lo agradecieron. En cuanto a los exámenes, llegué a una técnica que me resultó. Yo siempre les decía a mis estudiantes, y repito aquí estas palabras: “No tengan miedo, no voy a hacerles ninguna pregunta, no les preguntaré fechas porque yo mismo no las sé y se va a descubrir mi ignorancia, pero voy a invitarlos a hablar sobre cierto tema. El tema puede ser Emerson, puede ser el doctor Johnson, ahora ustedes elijan su vida, elijan su estilo, elijan alguna obra en particular, elijan su poesía y hablen, yo no voy a interrumpirlos con preguntas porque las preguntas siempre tienen algo de catecismo, de inquisición, que me parece desagradable”.

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