Malas noticias

El presidente Gustavo Petro entregó oportunamente al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Fernando Castillo, la terna para la elección de la nueva Fiscal General de la Nación. Foto La Patria


El país se acerca a la ignominia judicial de tener una fiscal general presuntamente prevaricadora.

Por Octavio Quintero

Flota en el ambiente pesado de la institución, evidentemente politizada, las acusaciones contra la vice, Martha Mancera, de engavetar una delicada investigación por narcotráfico. Y no es un chisme de coctel…

La versión proviene desde la misma entraña de la Fiscalía: dos agentes del CTI (Cuerpo Técnico de Investigaciones), acusaron al director en Buenaventura, Francisco J. Martínez, de estar involucrado en narcotráfico…

La vice archivó la denuncia y la emprendió contra los denunciantes. El caso sigue tapado y, tanto el fiscal como la vice, se cobijan con el beneficio de la duda, diciendo que es una campaña de desprestigio, «orquestada» por el propio Presidente Petro.

Ese, que es solo la punta del iceberg del enfrentamiento institucional entre la Presidencia y la Fiscalía, pudo haberlo resuelto esta semana la Corte Suprema de Justicia, nombrando nueva fiscal general de la terna enviada por el Presidente, ya evaluada en su idoneidad por el Congreso; además, compuesta por tres experimentadas abogadas que han hecho carreras, sin mancha, en la misma Fiscalía.

Inexplicablemente la Corte aplazó la elección para el año entrante. El periodo del titular Barbosa vence en febrero, y si no hay fiscal elegida por la Corte, asumirá el cargo la vice Mancera…

Así sea por un solo día, tendremos de colofón en la Fiscalía, ya no fiscal general de bolsillo de los presidentes de turno, sino fiscal interdicta, así sea en presunción… La función de la Fiscalía es tan incisiva en la aplicación de justicia que, inclusive, muchos juristas avalan la supuesta inhabilidad del Presidente Petro para ternar fiscal, teniendo a su propio hijo involucrado en delicada investigación que comanda la propia Fiscalía.

Flotan en el ambiente político y popular muchos interrogantes que, ojalá, por el bien del país, sean chismes de coctel.

En contexto: a raíz de la decisión de la Corte Constitucional de tumbar el impuesto a las regalías a cargo de las ricas empresas petroleras, el Gobierno anunció recortes presupuestales en todos los frentes. La justicia se lo tomó como represalia… Días después, el propio presidente de la Suprema, Fernando Castillo, calificó de “inaceptable” el recorte en la rama judicial, acusando, indirectamente, al Gobierno de despotismo y autoritarismo.

En resumen, la venganza de la Corte sería mantener por tiempo indefinido el desgaste del Presidente, enfrentando la politización de una institución capaz de mandar a su hijo a la cárcel.

En esta Colombia, que muchos llaman “Locombia”, todo es posible en el “Gobierno del Cambio”, un título apenas desiderativo por lo que expresa el deseo de muchos en contra de pocos, pero con mucho poder político, económico y, sobre todo, mediático…

Todo es posible en medio de una oposición política enfrascada en mantener, a cualquier precio, su jerarquía y privilegios, con base en una masa de informaciones infundadas, envenenando instituciones como la Fiscalía y el Banco de la República, que sigue estrangulando la economía, ya al borde de la asfixia y, quien quita, con influencia también en las altas cortes, a juzgar por ciertas sentencias, en este Gobierno, que van en contra del sentido común, aunque sean legales. Como dicen, y es cierto, no todo lo legal es justo.

Suelen darse (darnos) aliento con la frase: “nadie dijo que el cambio era fácil”, pero tampoco creían (creíamos) que iba a ser tan difícil.

El solo trámite de la reforma a salud consumió toda una legislatura en la Cámara de Representantes… Entra al Senado a segundo debate, que se vaticina más arduo y ardiente, no político, bueno es dejarlo en claro, sino en defensa de los oscuros intereses económicos que corta… Lo mismo le esperan a otras reformas en palestra: laboral y de pensiones. Ni se diga lo que debe cambiarse en normas políticas, judiciales, electorales y de la paz total, otra materia que, por primera vez, la puso difícil a Presidente alguno el fallo de la Corte Constitucional.

Más que nunca el poder de Petro está en la calle. Él mismo, vislumbrando estas dificultades, dijo, recién arrancó el cambio: “no me dejen solo”.

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