Los Danieles. Opacidad

Daniel Coronell

Daniel Coronell

Ecopetrol es 88 por ciento pública y ciento por ciento opaca. Aunque de cada 100 acciones 88 pertenecen a los contribuyentes colombianos se maneja con régimen de empresa privada. Inicialmente la idea era buena. Se trataba de agilizar los procedimientos de la compañía más grande del país y hacerla competitiva internacionalmente. Sin embargo esas buenas intenciones empedraron un camino de secretismo que viene siendo usado por el actual presidente de Ecopetrol para evadir las explicaciones públicas que debe, entre otras cosas, por su prosperidad, por los contratos de su compañero sentimental y por las relaciones que ha tenido con empresarios interesados en hacer negocios con la compañía.

El misterio y la ausencia absoluta de transparencia han sido la impronta de Ricardo Roa, el actual presidente de Ecopetrol. Esa opacidad ha marcado incluso su selección para el cargo.

En teoría su designación obedeció a la recomendación de la empresa cazatalentos estadounidense Heidrick and Struggles, una de las más prestigiosas del mundo. A muchos les llamó la atención que la firma de head hunter terminara recomendando al candidato que quería el gobierno. La portentosa coincidencia jamás fue explicada. Ecopetrol, en la arrogante opacidad de su régimen privado, se negó a informar quiénes habían sido los otros finalistas. La pluralidad de candidatos y la selección por méritos tenemos que aceptarlos como dogmas de fe, porque ellos dicen.

En el momento de su elección para dirigir la empresa más importante de Colombia, Ricardo Roa afrontaba serios cuestionamientos por sus manejos en la campaña del presidente Gustavo Petro. CAMBIO reveló un informe de auditoría encargado por el Consejo Nacional Electoral a la empresa Nexia Montes & Asociados. La auditoria encontró múltiples irregularidades en la gestión de Roa en la campaña: “donaciones en especie no declaradas, pagos a empresas que no existían para el momento del desembolso y el reemplazo a última hora de una factura que evitó que se volaran los topes de financiación”. 

Parece que ni el head hunter, ni la junta directiva se enteraron.

Ricardo Roa ha aprovechado su influencia para hacer nombrar amigos en altos cargos públicos. Por ejemplo, por recomendación suya Juan Alfonso Latorre fue designado como director del Instituto Nacional de Vías, Invías. Su paso por la entidad duro apenas cinco meses pero –como lo reveló La Silla Vacía–  alcanzó a darle un jugoso contrato al joven Julián Caicedo, compañero sentimental de Roa.

Caicedo, administrador de negocios internacionales de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, sin experiencia conocida en el sector vial, fue contratado para asesorar la Dirección Técnica y de Estructuración del Invías.

No contento con eso Roa le consiguió, por cuenta de la alcaldía de Daniel Quintero en Medellín, un contrato con la Universidad Pascual Bravo que le remuneraba generosamente sus ausencias. Mientras devengaba en las dos entidades públicas, el joven Caicedo publicaba en su cuenta de Instagram las imágenes de sus viajes de ensueño por el mundo.

Hace un mes, cuando empezaban las fiestas decembrinas, la Unidad Investigativa del diario El Tiempo descubrió que Ricardo Roa le había comprado un lujoso apartamento a una empresa de Serafino Iacono, el poderoso empresario de los hidrocarburos. La transacción tuvo lugar cuatro meses antes de su llegada a la presidencia de Ecopetrol pero cuando ya su nombre sonaba con insistencia para el cargo. 

El apartamento de 300 metros cuadrados, con tres terrazas y seis garajes, lo compró por un valor de ganga: 1.800 millones de pesos. Meses antes, en el mismo edificio habían vendido un apartamento de menos de la mitad de área, apenas 135 metros, en un piso de inferior calidad, por 1.200 millones de pesos. Cuando El Tiempo le preguntó por la presencia de Serafino Iacono y su esposa María Paola Mejía en la sociedad vendedora, Roa respondió:

– No. Ningún nombre de esos me es familiar. 

Sin embargo, en las últimas horas reconoció en respuesta a la misma Unidad Investigativa que dos meses después del negocio del apartamento “coincidió” en Punta Cana, el bello balneario de República Dominicana, con Serafino Iacono y con su esposa, quienes tienen allí una preciosa mansión. 

Otra llamativa coincidencia que seguramente no suscitará la menor inquietud en la sumisa junta directiva de Ecopetrol.

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