Los Danieles. Este es nuestro nivel

Daniel Samper Ospina

Daniel Samper Ospina

No han sido días fáciles en la historia patria de Circombia y lanzo esta columna como mensaje en botella para pedir con urgencia un momento de calma y de concordia, de comprensión, de entendimiento, ante la epiléptica realidad frente a la cual es imposible dar abasto: la semana comenzó con la pelea entre Petro y el fiscal general; continuó con los señalamientos de Mancuso a Pachito Santos, según los cuales Pachis le pidió el favor de que montara un bloque paramilitar en Bogotá (como si alguien todavía considerara buena idea instalarse en Bogotá). Siguió con la noticia de que el presidente Petro convocó a la comisión asesora —integrada por expresidentes, excancilleres, algunos congresistas y demás gente que se detesta entre sí— y la dejó metida: los asistentes tuvieron que padecer una eterna visita forzada con el canciller Leyva toda la tarde, porque Petro nunca apareció.

Laurita Sarabia se asomaba de vez en cuando:

—El presidente Petro está un poquito demorado, pero acá les traje esta coquita con maní y uvas pasas —les decía. 

Y regresaba a la media hora con nuevas noticias:

—Que ya casi llega, está saliendo de una llamadita. Acá les pongo el noticiero —los embolataba mientras les encendía el televisor.

Una hora después sirvieron el almuerzo mientras Laurita, casi sin cara, reaparecía:  

—Se está bañando y poniendo los pantalones —lo excusaba, como si, más que referirse al presidente, estuviera jugando en el bosque mientras el lobo está—; pero al postre seguro llega. Acá les pongo el partido de la Champions. 

Y naturalmente nunca apareció.

Pero la carga de noticias apenas comenzaba porque, en otros titulares,  reservistas de la policía y del ejército se tomaron la plaza de Bolívar para protestar contra el Gobierno; uno de ellos —exdirector de Acore, la asociación de militares en retiro— propuso defenestrar al presidente (y posteriormente buscó el significado de la palabra defenestrar); Daisuris, la ex de Nicolás Petro, denunció amenazas; Nicolás Petro, por su parte, posó en la playa dando besos en la panza en embarazo de Lau Ojeda, su nueva pareja; el presidente fustigó a los medios de comunicación desde su cuenta de Twitter y dijo, entre otras cosas, que fueron ellos los que se inventaron el nombre de Paz Total: que él no crio ese nombre; el congresista Ariel Ávila llamó idiota al expresidente Duque (también en Twitter); Duque pidió a Petro no negociar con narcos; Petro publicó una foto de Duque con el Ñeñe Hernández; el coronel Publio Hernán Mejía —presente en la marcha contra Petro— fue expulsado de la JEP por no reconocer sus crímenes, dentro de los cuales cabe el de llamarse Publio; el ministro de Salud denunció negocios en la compra de unidades de cuidados intensivos sin aportar una sola prueba (ni siquiera de Covid).

Y, por si faltaran noticias preocupantes en esta polarizada sociedad, la periodista Vicky Dávila se enfrascó en una densa trifulca con una activista petrista que se hace llamar Tatis, o cosa semejante, de quien se han burlado por su peso, en lamentables hechos que sucedieron así: llevada por su instinto de reportera investigativa, Vicky denunció en su cuenta de Twitter —ella sí con pruebas— que el croissant de cacao y avellana de Tostao cuesta 5.500 y rememoró, nostálgica, aquellos años en que el pan de tienda valía cien. La activista respondió entonces, cito textual, “que una ‘periodista’ privilegiada no sepa que existen panaderías de barrio, debería ser una señal para no consumir Semala”. Ante lo cual Vicky decidió tomar medidas, por decirlo así, y como buena ripostera, ripostó con un trino que parecía harina de otro costal, si me dejan decirlo así: “Tú debes ser una autoridad en consumo de pan. Acepto tu llamado de atención. Gracias”.

Tan pronto como leí aquella esgrima intelectual sentí que algo se rompía en mi corazón. Soporto los ataques de los militares a Petro, de Petro a los medios, del ministro de Salud a los médicos. Pero no me pienso tragar —si, de nuevo, me permiten decirlo así— semejante hostilidad entre dos mujeres que podrían ser amigas y por eso he decidido levantar mi voz: levantarla como una levadura. Y pedir calma.

Sí. Nunca me ha gustado quedar en medio de esas disputas que nacen por la cantidad de ingesta de pan de cada cual: me siento como en un sánduche. 

Pero, en lo personal, considero que apelar al físico de las personas resulta bajo, como la talla del nuevo ministro de Hacienda. Y por eso quiero hacer un llamado a la serenidad de todos: por favor. 

Un llamado a las reservas militares y a Petro; a Petro y a la prensa; al ministro y a los pacientes sobrevivientes de Covid. Un llamado —ya en esa línea— a Lau Ojeda y Daisuris Vásquez, para que recuperen esa amistad, y otro al hombre Marlboro y al Turco Hilsaca para que recuperen esa plata.

Pero sobre todo un llamado a Vicky y Tatis —o semejante— porque, si lo miran bien, ambas tienen razón: el pan de tienda es apetitoso y económico y el croissant de Tostao es caro pero rico. Y en eso ambas aciertan. Y lo puede decir Vicky que, en su momento, y con idéntico instinto tanto de reportera como de repostera, denunció otrora la existencia de roscones con trascendental ánimo investigativo.

El señalamiento de que el uno es encubridor de doscientos crímenes cometidos por la mafia o la otra es experta en la cata de harinas; el deseo de defenestrar al presidente Petro o esperarlo para que baje a almorzar son detalles menores que nos hermanan. Porque sirven para demostrarnos que compartimos el mismo nivel y que allí todos nos podemos encontrar.

De modo que presidente Petro y coronel Marulanda, señor Plubio y tío Ernesto: ¡únanse! ¡La famosa paz total empieza por ustedes! Pachito y Mancuso: ¡dense la mano, así se trate de la mano negra! Vicky y Tatis, Lau y Daisury: ¡posen en la playa dándose besos en la panza! A todos nos une compartir la misma altura (salvo, acaso, al ministro de Hacienda). Este es nuestro nivel. No merecemos tomarnos tan en serio. Que al menos en este Día de la Madre no nos nombremos la ídem mientras comprendemos que cada uno está como la franquicia del croissant de Vicky: Tostao. 

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]