Los 38 detenidos en Venezuela

DW

CATALINA OQUENDO B.

Esta semana Colombia estuvo atravesada por Gaza. Fueron liberadas Manuela Bedoya y Luna Barreto, las dos nacionales detenidas por Israel en la Global Sumud Flotilla, que llevaba ayuda humanitaria a la Franja junto a otros 400 activistas. El presidente Gustavo Petro y la canciller Yolanda Villavicencio estuvieron al pie de su liberación y pendientes de verificar el trato que recibieron. De acuerdo con otros activistas liberados, el Ejército de Israel golpeó, arrastró y humilló a varios integrantes de la flotilla, especialmente a la activista Greta Thunberg, quien al ser liberada denunció que la historia no se debe centrar en ellos, sino en el genocidio en curso en Gaza. Las colombianas se encuentran en buenas condiciones de salud. Una de ellas se quedó en Jordania, donde vive; la otra llegará a Bogotá deportada por Israel.

La liberación de Manuela y Luna- y el interés del Gobierno de Petro en su caso- activó la exigencia y la esperanza de los familiares de los 38 detenidos en Venezuela por el régimen de Nicolás Maduro. Varios de ellos llevan más de un año en cárceles de ese país en régimen de incomunicación o sin posibilidad de acceder a un abogado. Sus familiares se han manifestado en cinco oportunidades, la última en agosto pasado, pero no han tenido respuesta pronta ni tuits presidenciales. Sin embargo, ahora, de acuerdo con el diario El Tiempo, la canciller Villavicencio admitió que se trata de “detenciones arbitrarias” y manifestó que están haciendo trámites para liberarlas el próximo 19 de octubre. La propuesta, informa el medio, es que les permitan el derecho a defensa a los que ya fueron acusados de algún cargo y que se liberen inmediatamente aquellos que el régimen mantiene en un limbo jurídico.

Entre los detenidos está Manuel Tique, un trabajador humanitario, empleado del Consejo Danés para Refugiados, a quien las autoridades venezolanas señalan como conspirador. Una acusación similar a la que el gobierno de Israel hizo con los activistas humanitarios de la flotilla. “Ya es momento de que el presidente Gustavo Petro se apersone de esta situación y que haga las negociaciones directamente con el presidente de Venezuela o con su gobierno”, rogó Diana Tique, hermana del muchacho detenido, en uno de los muchos pedidos de ayuda durante el año de detención.

Quizá hará falta un hilo tuitero de los acostumbrados por el presidente. Esta semana, de hecho, estuvo hiperactivo en su cuenta: no solo tuiteó y retuiteó las opiniones favorables del mundo sobre su posición acerca del genocidio en Gaza; respondió a periodistas sobre cada noticia sobre la realidad local que publicaron, respondió con sorna a una crítica diciendo que a él le gusta desnudarse y retuiteó aparecer en la cuenta ‘Crazy moments in Latam Politics’; les dijo arcontes a Álvaro Uribe y al presidente de la Corte Constitucional, Jorge Enrique Ibáñez, entre otros; defendió el uso de su bandera de “libertad o muerte”, que anda utilizando más que la del país, celebró que sus gafas se han vuelto populares, promocionó la ropa que hace su hija y, en el colmo de la falta de compasión, decidió que él podía explicarle el duelo a una familia cuyo hijo, un joven soldado, decidió suicidarse.

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