La ira de Trump: Petro es solo un incidente

Trump en desacuerdo con Colombia y con el mundo. Foto El espectador

Cecilia Orozco Tascón

A la hora en que se escribe esta columna, en medio del fuego del debate sesgado por la posición política de quienes intervienen, se sabe que dos aviones de la Fuerza Aérea de Colombia despegaron con destino a San Diego, California, y a El Paso, Texas, para recoger a cerca de 200 nacionales acusados de ser “criminales” por la oficialidad de ese país. Ellos fueron pescados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) apoyado por la Policía Federal, los dos cuerpos armados encargados de ejecutar las “operaciones específicas reforzadas” contra los inmigrantes ‘ilegales’ ordenadas por Trump. Si todo lo previsto se realiza sin inconvenientes, también a la hora en que se publican estas líneas, los deportados estarán en territorio propio, habremos escuchado sus afugias y, probablemente, nos enteraremos de unos abusos y varias injusticias, fuera de los casos ciertos de violación de las normas migratorias. Entonces y solo entonces, contaremos con datos que nos permitan tener opiniones serias sobre lo sucedido en la versión, más reciente pero menos romántica, de la historia de David y Goliat en la que, contrario a la leyenda bíblica, el gigante derrota al enano en forma apabullante, tal como lo ordena el mundo del poder, en donde los dominados reciben castigos contundentes cuando osan desafiar a sus dominadores.

Podrá ser considerado un asunto menor, pero el hecho de que dos naves de la Fuerza Aérea nacional hayan sido las que finalmente transportaron a los deportados los dignifica pues, supone uno, que el trato de los funcionarios de Migración Colombia fue más humano con sus congéneres, además de que debieron eliminar las esposas y los grilletes con que los encadenaron. Si sucedió así, constituiría un pequeño triunfo ante el temible Goliat, cuya vocera de prensa se solazó en anunciarle al planeta que “el gobierno [Petro] ha aceptado todos los términos incluida la aceptación (sic) irrestricta de todos los extranjeros ilegales [de ese país] regresados de Estados Unidos, incluso en aviones militares estadounidenses…”. Para ejemplo de los otros países con inmigrantes ‘ilegales’ en Norteamérica, no bastaba con pisotearnos; había que triturar nuestra nacionalidad. Y eso hizo, con el aplauso del vasallaje criollo representado en la ultraderecha uribista, claro está, y en quienes creen que, por hincarse ante el emperador, serán ascendidos a la categoría de señores desde la inmodificable de sirvientes que se les notó en el puesto del gallinero que les asignaron durante el acto de posesión de Trump. Como era de suponerse, el rey no se enteró de su vergonzosa asistencia.

Al margen del simbolismo de este asunto dramático que nos restriega nuestra pequeñez en el escenario mundial, vale la pena leer –para reflexionar– las respuestas que Diego Chávez, director del Migration Policy Institute (MPI) para América Latina, le dio a El Espectador sobre la colérica reacción del gigante provocada por Petro y su repentina decisión, cuando este ordenó –sin cálculo ni estrategia de ninguna clase– impedir el aterrizaje de los aviones militares estadounidenses que llegaban con deportados colombianos, amarrados como animales salvajes. Chávez, vocero de esa organización dedicada a la investigación y desarrollo de políticas de inmigración, afirma que “este es un momento crucial para que se activen los canales diplomáticos, no para manejar la situación a través de Twitter” (ver). Su consejo caería bien tanto en la Casa Blanca como en la desvencijada de Nariño, pero nadie duda de que no tendrá eco en alguno de los extremos. Sin embargo, las declaraciones del director latinoamericano de MPI plantean una situación mucho más grave que se relaciona con la intención manifiesta de Trump de tratar a los inmigrantes como “invasores”. Con esa categoría, se podría activar una antigua ley que autoriza desplegar las fuerzas militares de Estados Unidos como se hace en caso de peligro inminente para la Unión: sus agentes armados pueden intervenir directamente en las fronteras, ciudades, pueblos, iglesias o escuelas para cazar y apresar sin orden judicial a cualquier sospechoso, sea niño, joven, adulto o viejo discapacitado. En tal caso, y de llevarse a cabo semejante persecución –propia de las tiranías más crueles del pasado y del presente–, Chávez prevé que la reacción de defensa de la población que pretende ser excluida, de un lado, y la de ataque de los supremacistas norteamericanos, del otro, podría derivar en “milicias”, entendidas como cuerpos de guerra irregular, unas especies de guerrilleros y paramilitares en las calles y campos de ese país. Para entonces, Petro constituirá solo un incidente de ocasión. El caos en el corazón de la civilización occidental se entronizará por las decisiones de un vanidoso con poder inaudito. El efecto Trump aparecerá si la ira que él mismo ha desatado se sale de control. Nada difícil si recordamos las hordas del Capitolio, en Washington, en 2021.

Sobre Revista Corrientes 5003 artículos
Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]