He llegado a 95 años este 21 de agosto de 2020

Alfonso Llano Escobar, sacerdote jesuita Foto El Tiempo

Por:Alfonso Llano Escobar 

Ayer viernes 21 de agosto cumplí 95 años de edad. De mi vida puedo decir que ha sido plena, feliz, desbordante. Por esto mismo deseo compartir con mis lectores y hacerlos partícipes de mí fe en Jesucristo. Fe plena en aquel que me ha hecho libre y feliz; le ha dado sentido a mi vida. En cada uno de los 34.765 días de mi ya larga y feliz existencia. Cada día es un encuentro con Dios. He vivido una vida plena, llena de sentido, abierta al más acá y al más allá, luminosa y radiante. Puedo decir al igual que el poeta Neruda: “¡Confieso que he vivido!”.

No ha sido fácil vivir 95 años. Los más duros han sido los últimos 10: la vejez trae mil achaques que humillan y lo hacen a uno agachar la cabeza para decirle a Dios: que se cumpla su santa voluntad y no la mía, a cada instante. Constantemente para mí, lo bueno es hacer en todo la Voluntad de Dios.

Fue una inmensa bondad de Dios el haberme llamado desde temprana edad a la vida religiosa y al sacerdocio en la Compañía de Jesús. La fe en Jesús le ha dado sentido a mi vida, a cada día, a todos y cada uno de los actos de mi vida. Qué dicha despertarme cada día y volverme a Dios para decirle a pleno pulmón: “Me hiciste, Señor, para ti y comienzo este día haciendo un acto de fe, de esperanza, de amor, a ti que eres mi Dios y mi todo”.

Me es muy difícil hacer un balance de todo lo que he vivido en estos 95 años. Pero con certeza puedo afirmar que han sido plenos, llenos de sentido de vida, de amor. He vivido para los demás, abierto a mis hermanos y entregado a los demás.
ción. ¡Viva la vida! ¡Vivan mis 95 años! ¡Viva!

«Fue una inmensa bondad de Dios el haberme llamado desde temprana edad a la vida religiosa y al sacerdocio en la Compañía de Jesús. La fe en Jesús le ha dado sentido a mi vida.«

Ahora bien, desde esta altura de los 95, me complace dar una mirada hacia atrás para hacer una síntesis de gratitud y de alabanza a quien le ha dado unidad a mi larga existencia: ¡Gracias, Dios mío! Has estado presente en cada día con tu presencia amable y sonriente, presencia viva de quien vive y les da plenitud a mis días. ¡Gracias, Dios mío, gracias, gracias, gracias!

Qué bueno es vivir cuando la vida tiene una razón de ser y nadie fuera de Jesús le da pleno sentido a la vida. Sea que te despiertes de noche o que despiertes para levantarte, la vida tiene una motivación y vale la pena vivir cada instante orientado hacia Jesús; mejor aún vuelto a la persona de Jesús para dedicarle el día y cada una de sus acciones.

En este punto quiero rememorar las Sagradas Escrituras y en particular a san Pedro, quien recomienda estar pronto para dar cuenta de la vida que llevamos: vivir con Jesús, vivir para Jesús, vivir de Jesús. Qué alegría tan grande ser de Jesús y para Jesús.

De cara a lo anterior, estos 95 años de mi vida con y para Jesús significan una hilera de años que van desde el 21 de agosto de 1925 al 21 de agosto de 2020, sin solución de continuidad. Mi existir comenzó ese 21 de agosto, y se han sucedido sin tomarse un descanso, unas vacaciones, muy merecidas por cierto, pero que no pueden justificarse porque un minuto de interrupción significaría el fin de esa existencia, su punto final.

Se encendió mi luz, y mi lámpara, hace 95 años y sigue alumbrando sin poderse tomar un descanso porque sería punto final. Vivo, y vivo feliz mi existencia. Vivo, y vivo feliz mi cumpleaños 95. Desde aquí abarco la totalidad de mi existir como una unidad que fluye y pasa sin interrupción. ¡Viva la vida! ¡Vivan mis 95 años! ¡Viva!

Alfonso Llano E., S. J.

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