El tiempo en televisión es oro…¿era?

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¿Noticias oficiales?

El vuelco informativo que ha dado el canal estatal Señal Colombia con las emisiones de «Noticias RTVC» es del mas alto nivel periodístico y tecnológico al dejar a un lado el oficialismo que caracterizó en el pasado los intentos de mostrar exclusivamente las gestiones gubernamentales.

Aire fresco en los medios de comunicación del Estado. Radio y televisión usados en el pasado como canales oficiales de comunicación del gobierno de turno.

La noticia del día puede ser la misma que encabeza los informativos de los demás medios de comunicación, las noticias de actualidad e interés general son las mismas, sin sesgos oficialistas o políticos. No es que RTVC desconozca hechos o realizaciones del gobierno, pero lo hacen sin adjetivos o exaltaciones oficialistas o de culto a la personalidad de los funcionarios públicos.

En RTVC no hay sección de farándula. Hay una sección cultural que enaltece el trabajo musical de los artistas populares.

Laura Galindo, figura juvenil, fresca y culta interpreta en el piano la introducción de los temas musicales que aborda: Por ejemplo la historia de la salsa protesta-denuncia de Rubén Blades ilustrada con la letra de «Pablo Pueblo» y lo mismo hace para contar la verdadera historia del Himno Nacional de Colombia, el poema de Rafael Nuñez elevado a Himno Patriótico en 1886 en un gesto de lagartearía de José Domingo Torres un empleado oficial que tenía a su cargo la organización de todo tipo de eventos culturales, según la comunicadora.

Presentadores y periodistas provenientes de los canales privados hacen parte de la nómina. Compiten con vocación y calidad con sus colegas de los demás noticieros.

Contraste privado

La capacidad de síntesis se perdió en algunos de los noticieros de los canales privados de televisión en Colombia.

Son tan repetidas las imágenes y tan redundantes las narraciones de los reporteros que cansan al televidente y este finalmente pierde interés en la información para distraerse en otras actividades mientras el noticiero agota el tema y remata con una tanda de 15 o 20 minutos de comerciales.

Se desperdicia valioso tiempo informativo con el pretexto de estar «al lado de la gente» convirtiendo la noticia del día o del momento de la emisión correspondiente, en una cantaleta de 30 y hasta 45 minutos durante los cuales los presentadores reiteran los hechos, cuentan de nuevo la noticia y les preguntan a los corresponsales «¿qué pasó?» para presentarlos desde diferentes ciudades o a para hacer la invitación a abordar el tema con «expertos» que a veces dejan dudas.

Un noticiero de televisión con tres horas de duración en un país con más de 50 millones de habitantes no puede desperdiciar el tiempo con 10 ó 20 noticias, cubrimientos e informes especiales que la mayoría de las veces son publireportajes.

Al evaluar las tres horas de las emisiones del mediodía se encuentra en que realidad fueron una hora y media de comerciales y el resto…

La pauta

Como se le llama a los espacios de transmisión de propaganda incluye las más desagradables imágenes para la hora del almuerzo en casa o en los restaurantes.

En primerísimo plano o zoom, los comerciales muestran imágenes que dan asco mientras la sopa va a la boca: La caspa que afecta en un segmento de la cabeza a alguien de espaldas; los hongos de las uñas que pueden ser eliminados con ese producto, la explicación gráfica de cómo funcionan las toallas higiénicas de la población femenina, los intestinos afectados por el reflujo o el estreñimiento que pueden ser tratados con esa o aquella fórmula.

No menos de 15 comerciales producen nauseas entre bocado y bocado del televidente.

Las noticias

Mas por costumbre que por comparación de calidad los colombianos sintonizan los canales que siempre han visto, refiriéndose claro, a la población mayor porque las dos últimas generaciones: la de finales del siglo XX y la primera del presente, usan el televisor para ver películas o para jugar los juegos electrónicos.

Para la gente joven las noticias más veraces y sin sesgos están en la redes sociales para verlas y leerlas en momentos oportunos, necesarios. Esas generaciones ya tienen definidos los medios y portales informativos que les garantizan buenos cubrimientos de noticias, deportes, eventos relacionados con sus actividades profesionales, de trabajo o de formación académica así como el agendamiento de películas y entretenimiento en general.

Los medios internacionales cubren sin los sesgos políticos de aquí las noticias de América Latina y de Colombia y hacia ellos están marchando los adultos jóvenes.

Las generaciones anteriores consumían la información de los medios tradicionales conformados por empresas familiares definidas políticamente entre liberales y conservadoras y porque no había más. Con la llegada de los nuevos dueños de esos medios llegaron también prácticas antiperiodísticas que acentuaron la polarización política y se perdió la credibilidad en ellos.

La aparición de los canales regionales que sintonizan los más viejos y la llegada de las tecnologías de las comunicaciones que copan la atención de los jóvenes, están cambiando las costumbres y por eso el «rating» de sintonía de los canales privados de Bogotá viene bajando en los últimos años.

Erosión ética

No solo la credibilidad, también la ética está erosionada en los medios y salpica a los periodistas por razones económicas, «de estomago» en su lenguaje, que los lleva a enfocar la información por donde mandan los intereses de los dueños.

Información política parcializada, espectáculos, la sangre de las víctimas y la violencia intrafamiliar componen el contenido de los telenoticieros.

Los micrófonos siempre están abiertos a los tradicionales líderes políticos que ahora son oposición; atracos, robos de celulares, asaltos a supermercados, accidentes de tránsito cuyas imágenes son tomadas de las cámaras de seguridad componen el sensacionalismo que alimenta el miedo ciudadano; el condenable comportamiento machista de los colombianos, denominado penalmente como delito de violencia intrafamiliar y el asesinato de mujeres en la categoría «feminicidio» para acentuar la condena de sus responsables, se convirtieron en uno de los principales materiales informativos.

El amarillismo televisivo es matizado con las vanidades del espectáculo, indicadores de economía y deportes. Amén

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