(Versión graficada)
Por: Ricardo Andrés Roa-Castellanos, PhD
Hay racionamientos de agua y riesgo de racionamientos eléctricos por sequía. Por tanto, el sol debía estar de moda en las conversaciones públicas, aunque no lo esté. El riesgo en la insuficiencia de los suministros naturales para los servicios públicos -agua, electricidad y otras energías- se relaciona, en el fondo con nuestra estrella rectora, pero lo estamos ignorando.
Su comprensión ambiental, científicamente, debía regir la planificación y prevención de las complicaciones relacionadas con la naturaleza en los servicios públicos, mas así tampoco lo hemos hecho. Entendamos aquí un ABC del porqué de su relevancia y lo perjudicial de su omisión a nivel intelectual y público en una crisis como la actual y las precedentes.
UN ASTRO ECLIPSADO PARA LA OPINIÓN PÚBLICA
Con un revuelo inusitado en la sociedad mundial, el 8 de abril un nuevo Eclipse Solar fue objeto de información y desinformación, científica y pseudocientífica, en las redes sociales. El hecho resulta bastante representativo, pues, muestra hasta qué punto, la importancia social del Astro Rey en sí mismo, tiende a ser ocultada por los contextos intelectuales y tendencias culturales del momento que lejos de aclarar, oscurecen realidades.
Por ejemplo, las gentes comentaron y especularon de la ruta del fenómeno eclipsar, de la astronomía, y, sobre todo, astrología relacionada, o de sus posibles significados en distintas culturas y en la historia, sin embargo, el Sol –como tal– quedó eclipsado en la discusión que, por lo general, al verse distraída con los posibles efectos e interpretaciones de los hechos, poco repara en las causas objetivas que los configuran.
Es sabido que en tiempos de tinieblas, conviene buscar las fuentes de luz verdadera.
Figura 1. Fotografías anuales (1996-2020) del Ciclo Solar. Nótese el incremento de actividad en 1998-1999 y 2014-2016 coincidente con crisis de abastecimiento. Fuente: Solar and Heliospheric Observatory (SOHO, 2021)
EL SOL EN SÍ MISMO EN TIEMPOS GEOCÉNTRICOS
Como tal, el Sol tiene características propias que redundan a su alrededor. Tan influyente es su rol en el sistema planetario que el denominado Clima Espacial se da a partir del Sol.
Por medio de las tormentas, manchas, erupciones, eyecciones y vientos solares, algunos parámetros en la Tierra pueden afectarse como las ondas de radio, aquellas satelitales, las redes eléctricas, los GPS, o la aviación a causa de la emanación de ondas, radiaciones, flujos de protones y electrones (estos últimos conocidos como Plasma, que provienen de partículas de hidrógeno y helio con altas cargas eléctricas)[1].
Las dinámicas siderales del sol también se cumplen por medio de comportamientos cíclicos. Un Ciclo Solar (Sunspot cycle), que completa e invierte su campo magnético, tiende a durar alrededor de 131 meses (~11 años), lo que puede acortarse o prolongarse, en promedio, unos 14 meses de acuerdo con patrones de la formación temprana de cada ciclo[2].
Cuando la intensidad de este se ha disminuido, como durante el periodo de 1645 a 1715 (~reinado del próspero Luis XIV en Francia), el llamado mínimo solar o mínimo de Maunder (primera flecha en Figura 2 que relaciona los registros alterados de carbono por emisiones solares en relación con los años 800-2000 dC), se tradujo para la historia universal en la conocida “Pequeña era del hielo”[3]. Eso ya dice algo del impacto climático de los ciclos solares.
Figura 2. Máximos y mínimos solares (800-2000 dC). Fuente: Friedhelm Steinhilber y Jürg Beer (2011)
En su pico, el Sol produce muchas más manchas, intensas ráfagas, incrementadas llamaradas y arroja desde su superficie miles de millones de toneladas de nubes y gas electrificado hacia la Tierra que el planeta contrarresta por medio de su atmósfera y magnetosfera las cuales absorben radiaciones y desvían el viento solar. Por ser el tamaño solar 109 veces el de la Tierra, una mancha del sol y sus coronas, que forman nubes (EMC o eyección de masa coronal) pueden tener +30 veces el diámetro de nuestro planeta y estas aumentan hasta llegar al denominado Pico del ciclo[4] después del cual declinarán.
Científicos astrónomos, precisamente, han calculado que, en este año 2024 el ciclo solar presentaría el pico del ciclo solar 25[5]. Lo anterior tras un crescendo en la formación de 782 grupos de manchas solares donde aproximadamente la mitad empezaron a darse en 2023[6].
Así como el Mínimo de Maunder concurrió con bajas temperaturas, los picos coinciden con elevaciones de las mismas e incremento de la evaporación ambiental del agua.
A nivel práctico, digamos que extremas actividades solares, adicionalmente, tienen incluso la capacidad de entrar por los cables de la red eléctrica de las ciudades y provocar elevaciones que llegan a destruir infraestructuras como transformadores y otras estructuras de transmisión.
El llamado Efecto Carrington fue ejemplo de ello. Dado en 1859, este fenómeno perturbó el campo magnético en la Tierra. La tormenta hizo que las instalaciones de telégrafos se incendiaran y causó inusitadas auroras boreales en México, Madrid, Cuba y el norte de Colombia. Un precedente superior en tiempos de Carlomagno dejó huellas en las cortezas de los árboles según dataciones de Carbono 14. En 1989, y 1998, otras EMCs generaron en Canadá una caída del servicio eléctrico y colapso de los cajeros automáticos[7]. En febrero de 2022, 38 de los 49 satélites de Starlink, la firma de Elon Musk, fueron destruidos por uno de estos comportamientos solares[8]. No obstante, su gravedad, el tema es poco informado.
TAN LEJOS TAN CERCA
Igual, en sus desplazamientos con relación a los planetas del sistema solar, a veces el Sol está muy cerca de cada planeta y así para la Tierra (el punto más cercano se llama <<Perihelio>>) y a veces muy lejos (la distancia más lejana de cada uno es conocida como <<Afelio>>) ya que las órbitas son elípticas (ovaladas en su trayectoria), y no circulares, como alguna vez pensó la humanidad en tiempos de geocentrismos.
Tabla Única. Presentación de las distancias límite entre el Sol y la Tierra para Bogotá (2024-2028)
Año | Perihelio | Distancia | Afelio | Distancia |
2024 | 2 de enero de 2024 19:38 | 147.100.632 km | 5 de julio de 2024 0:06 | 152.099.968 km |
2025 | 4 de enero de 2025 8:28 | 147.103.686 km | 3 de julio de 2025 14:54 | 152.087.738 km |
2026 | 3 de enero de 2026 12:15 | 147.099.894 km | 6 de julio de 2026 12:30 | 152.087.774 km |
2027 | 2 de enero de 2027 21:32 | 147.104.592 km | 5 de julio de 2027 0:05 | 152.100.481 km |
2028 | 5 de enero de 2028 7:28 | 147.100.687 km | 3 de julio de 2028 17:18 | 152.093.129 km |
* Todos los datos cronológicos de afelio/perihelio dados en tiempo local de Bogotá. |
La Figura 3 muestra que la diferencia entre Perihelio y Afelio son algunos millones de kilómetros. Pese a que la distancia al sol no determine las estaciones (determinadas por menor exposición solar según la oblicuidad de la época del año -inclinación rotacional temporal del planeta a 23.4o-); o que la atmosfera sirva de amortiguador para esas diferencias de distancia; y que la continua rotación de nuestro planeta vaya redistribuyendo el calor retenido por la atmosfera, gracias al erróneamente negativizado Efecto Invernadero, lo cierto es que el punto de mayor proximidad entre el Sol y la Tierra ocurrió también en Enero de 2024 [Ver Tabla Única], que, casualmente, vio -además de los incrementos de temperatura y el habitual clima de verano para los andes montañosos del primer trimestre-, una notoria temporada de incendios y una rápida evaporación de los cuerpos de agua (lagos, embalses, ríos). El afelio se dará en julio.
Figura 3. Representación del Perihelio y Afelio de la órbita terráquea en torno al sol y variación del nivel de embalses Hidroeléctricos en enero de 2024. Fuente: Elaboración propia y https://www.larepublica.co/economia/los-niveles-de-embalses-bajaron-10-en-23-dias-por-cuenta-del-fenomeno-de-el-nino-3787454
De este modo, la habitual temporada seca fue amplificada en América por la convergencia del:
1) Perihelio,
2) El pico del ciclo solar 25,
3) La concomitancia con El Niño o ENSO, y
4) El reciente fenómeno atmosférico de la Oscilación Madden-Julian (MOJ) lo cual ha afectado a América Latina desde 2023, reforzando El Niño[9], y prolongó la sequía para el caso colombiano por calentar el océano pacifico. Todo ello sin necesidad de explicaciones que recurran a catastrofismos, ni al Cambio Climático per se.
Los niveles promedio de los embalses, así, bajaron de 70% a inicios de enero a 29% en mitad de abril, al perder por evaporación en 2 días de abril 55,5 MM3, es decir, el equivalente a 215 veces el volumen del lago del parque Simón Bolívar de Bogotá[10].
Figura 4. Fotos comparativas (abril 2016-2024) embalse El Novillo en Oriente de Sonora, México. La suma de co-factores meteorológicos ha afectado la hidrología de Latam. Fuente: Ramón Rubal (YT: @sonorawildlife)
O’SOLE MIO Y EL NIÑO EN CLAVE HISTÓRICA
No por casualidad, Colombia ha padecido por estos días unos niveles de agua tan bajos en varios de sus embalses que los antecedentes se deben remontar a 40 años atrás y han obligado, de nuevo, como en aquel abril de 1984, a racionamientos del líquido vital. Los ciudadanos de la zona andina, gracias a Dios, por esta vía, hemos descubierto que también existe la Seguridad Hídrica y que su opuesta inseguridad no estaba restringida a la Guajira.
El 3 de mayo de 1984, lejos de las actuales acusaciones conspiranoicas sobre la manipulación climática, se daba el parte de victoria tras el tratamiento aéreo realizado, igual, en un abril seco, sobre las hidroeléctricas del norte cundinamarqués que surtían a Bogotá, las cuales fueron bombardeadas con más de 30 cápsulas de sales de yoduro de plata (Siembra de nubes o Cloud seeding) provocando fuertes aguaceros locales[11] que permitieron salir de tal crisis con la precipitación de unos 13 millones de metros cúbicos de agua inducida artificialmente[12].
El agua que en Colombia no ha caído parece haber sido precipitada en cantidades sin antecedentes, desde que se llevan los registros meteorológicos (1949), sobre los Emiratos Árabes Unidos tras una señalada siembra de nubes realizada el 15 de abril[13].
El antecedente de 1984 fue El Niño fuerte de 1982, hasta su finalización en junio de 1983, evento catalogado como uno de los más fuertes de la historia, al durar catorce meses[14]. Es decir, hubo un precedente y su coletazo meteorológico se mantuvo. Razón por la cual, siempre conviene ser prudentes en el comportamiento y buenos administradores de los recursos naturales. El apagón del 92 fue más producto del pico en el ciclo solar.
Figura 5. Presentación simultánea de crisis hidrológicas y energéticas con previos Picos Solares. Obsérvese que en 1992 sin El Niño el impacto del fuerte pico solar 22 concurre con la crisis hidro-energética del gobierno Gaviria. Basado en información SOHO y antecedentes históricos colombianos.
ENTENDER AL SOL Y LA LUCIERNAGA
En paralelo, nuevas crisis relacionadas con el Sol y sus ciclos (Figura 5) se dieron, por ejemplo, en 1991-1992 el cual tuvo un significativo impacto económico, particularmente en el sector hidro-energético del país[15] al provocar el célebre apagón y horario Gaviria que adelantó una hora los relojes[16]. Crisis que dio origen al programa radial La Luciérnaga, en marzo de 1992, para entretener al público mientras había racionamiento energético durante la vespertina.
A partir de esa época, se realizaron los primeros esfuerzos en el HIMAT (Instituto de Meteorología, Hidrología y Adecuación de Tierras), ahora IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales), mediante la aplicación de modelos informáticos hipotéticos de tipo conceptual[17].
Luego, fue notorio que en las nuevas presentaciones de El Niño en 1998-1999 se causaron sequías y crisis energéticas, tanto como derivadas financieras, en varios países de Hispanoamérica[18].
En especial para 2015-2016, bajo el nombre de El Niño “Godzilla” en el gobierno Santos. Fue famosa la muerte poblacional de chigüiros y reses en Casanare por esa sequía que coincidió con dos pre-picos del ciclo (Figura 5) en 2014[19].
Además de sequías, el evento meteorológico catapultó el riesgo de incendios en la región de Latam, especialmente, en la Amazonía (Figura 6), como de nuevo ocurrió en 2024 para Colombia. Nicaragua ha sufrido en 2024, por ejemplo, 888 incendios con más de 288.000 hectáreas afectadas[20].
Figura 6. Medición de mayor absorción de luz por humos causados por incendios.
Es evidente hoy una crisis en la Seguridad Energética, sensible para los ciudadanos de a pie a través de las elevadas tarifas de los servicios públicos argumentada con una retórica sobre los fenómenos ambientales y una nociva consigna de descarbonización a ultranza, bastante improvisada.
Tanto la Seguridad Hídrica como la Seguridad Energética no son compatibles con disposiciones gubernamentales basadas en ideologías, o en consignas de moda sin la planificación de reemplazo suficiente.
Debe recordarse que las respuestas al Cambio Climático y a favor de la naturaleza son para preservar la vida, no un pretexto para atacarla, complicarla o diezmarla.
De haber eliminado las termoeléctricas, nutridas con carbón fósil, estaríamos viviendo como en los tiempos de las cavernas: usando leña e incrementando la empeorada deforestación. La lectura ecológica catastrofista sólo ha servido para catapultar las tarifas de los servicios públicos a los ciudadanos, golpear sectores productivos de los que depende el mismo Estado, y catapultar los impuestos asociados a energéticos.
Mientras en abril de 2022, durante una temporada muy lluviosa (La Niña estuvo de 2020-2022), el precio energético promedio de bolsa fue de 145.66 COP/kWh disminuyendo 36.51% con respecto al precio promedio del marzo anterior, que fue de 229.40 COP/kWh. Bajó 11.39% comparado con abril de 2021 que fue de 164.38 COP/kWh.
Durante febrero de 2024, el precio promedio de bolsa subió a 573.22 COP/kWh para las generadoras[21]. Al usuario eso le ha implicado alzas constantes por pasar de la anterior cifra el kilovatio hora a $1.186,6/kWh[22]. Con los castigos para consumo arriba del tope permitido por la CREG sobrepasaría por mucho los $1.300/kWh[23]
En vista de los comportamientos naturales cíclicos, las crisis señalan que los gobiernos deben apelar a la prevención basada en ciencia seria, y no a la destrucción creada desde la especulación y la demagogia. Esto es clave a futuro al saber que El Niño hoy ya ha terminado[24].
¿Qué hacer para disminuir los riesgos multifactoriales asociados a esta problemática compleja? Sembrar árboles. A través de estos se mejora la atmósfera ya que incrementan y retienen la humedad, se captura carbono atmosférico, y se mejora la evapotranspiración de los microclimas locales optimizando el Ciclo del Agua.
Al decir del físico Richard Feyman: “Si no puedes explicar algo en términos simples, significa que no lo entiendes”. Dicho esto, «Ad petendam pluviam«, y a comportarnos mejor entre nosotros y con la naturaleza. Necesitamos más ciencia y menos ideología para un buen gobierno.
Figura 7. Giro de los