
Por Carlos Alberto Ospina M.
En cualquier caso “más fácil cae un mentiroso que un cojo”. Esta expresión coloquial aplica para todo y es tan contundente como el arroz con huevo, el vecino chismoso, el político lagarto o el influencer prepago que señala a alguien de forma denigrante siendo este más excrementicio que su jefe drogadicto vencido en la habitación de un hotel en la Guajira.
Petro y el Pacto Histórico llegaron asidos de la mano con el compromiso del cambio, la esperanza, la paz y la transformación profunda del país. Como a un trapo sucio desatienden la Constitución, el diálogo y la concertación entre visiones opuestas. Por el contrario, instauraron un régimen podrido, tramposo e intransigente lleno de manchas, ataques, excusas, agresividad y sinnúmero de promesas incumplidas.
Si los discursos escatológicos de la actual tragicomedia se concretaran en obras, tendríamos la réplica de la biblioteca de Alejandría. Quien habla mucho y sin sustancia no alcanza a maquillar la realidad a punta de dardos ponzoñosos. Esa narrativa predecible y destructiva se repite a manera de mantra: el lunes expone algo, el miércoles lo niega, al otro día tiene agenda privada, el viernes retoma el desvarío y el domingo de resaca expone que “no me dejan gobernar”. En casi tres años, el país sigue esperando que el presidente sea otro hombre y gobierne.
Mucho ruido y pocas nueces. No se puede administrar con el antifaz de la hipocresía máxime en el tiempo que todo lo resuelve a patadas, insultos constantes contra las demás ramas del poder público, ultrajes, imposiciones y anuncios de provocación de mal generalizado.
Gustavo Petro es versado en tirar la piedra y esconder la mano como quien dice “yo que tú me hago el bobo”. Será el único papel protagónico que podrá encarnar: la representación política forjadora a base de odio de clases, la exacerbación y la venganza de un inútil que no le ha dado un golpe a la tierra.
Este odiador solapado de lengua serpentina, a regañadientes, simuló una deshilvana alocución que duró más de 40 minutos, la cual fue carente de liderazgo, determinación y veracidad. El atentado sicarial contra el senador y precandidato, Miguel Uribe Turbay, quien se debate entre la vida y la muerte al momento de escribir esta columna de opinión, no admite dar vueltas dialécticas ni fingir posiciones de filosofía barata para distraer la atención del vulgo. El exguerrillero agitador de masas y tutor de aborrecedores tomó sangre en vez de agua de la fuente de la verdad. Suficiente 3 minutos para ser contundente y poner todas las herramientas del Estado al servicio de la democracia.
¡Cuál “gobierno de la vida”, dizque, dispuesto a dialogar entre contrarios! Tome nota drogodependiente y disparador de violencia dado que el cojo avanza a su ritmo y el mentiroso tropieza con su propio libreto.
Enfoque crítico – pie de página.
Trampa No.1. El evento de Miguel Uribe Turbay en la localidad de Fontibón fue programado con varios días de anticipación. Mintió Petro en la alocución del pasado sábado 7 de junio de 2025.
Trampa No.2. ¿Un mea culpa de la canciller Laura Sarabia o la puesta en marcha de otra táctica a fin de atenuar la mala imagen de este gobierno corrupto e ilegal? No es el instante de ser políticamente correcto, al revés, debemos dar a conocer tal como es la mentira oficiosa de Petro.
Dejar una contestacion