Credibilidad perdida

El gobierno ante la prensa. Foto Presidencia de la República

Por Salvador Alvarez

Alejar la paz, soñar ante los medios de comunicación soluciones que no remedian nada y poner en manos amigas el manejo de instituciones mientras se acentúan los abismos sociales y crece la violencia, muestran que lo más importante no era restablecer la confianza de los colombianos.

La democracia representativa de las inconformidades de los colombianos se convierte en acuerdo de bancadas para obedecer el guiño presidencial para la elección de magistrados, uno de aquellos «ternados» para los órganos de control fiscal y de control administraivo, y hasta el ascenso de policías y militares.

Si los políticos no tienen credibilidad, perderán en las próximas elecciones.

Un gobierno mediático para asumir la administración pública ha desembocado en el farandulezco panorama que los columnistas han reseñado en las últimas semanas al analizar los resultados del regreso del Centro Democrático al poder para modificar el carácter autoritario del jefe político que insiste en seguir gobernando en la sombra.

El patrimonio de los periodistas es la credibilidad, la confianza que en ellos deposita la sociedad para estar informada.

Inaugurar las realizaciones de sus antecesores, echar discursos revanchistas y actuar diariamente como presentador de las soluciones que pretenden los subalternos le ha restado importancia al primer cargo de la nación.

Los discursos ante organismos internacionales sobre el cumplimiento de los acuerdos de paz, son cuestionados por naciones comprometidas con Colombia, que piden resultados e ilustran sus reclamos con las estadísticas sobre el asesinato de líderes y excombatientes.

La credibilidad perdida por su gobierno la refuerzan sus inmediatos «colaboradores».

Miguel Ceballos, como Alto Comisionado de Paz se muestra ante los medios como un ministro de guerra que para cada hecho de violencia le tiene una respuesta al ELN y a las «disidencias» de las FARC alejando posibilidades de diálogos.

Los campos «liberados» por el control de las desaparecidas FARC se convierten en campo abierto al paramilitarismo y al narcotrafico que lo financia.

Emilio Archila, de Superintendente de Industria y Comercio, convertido en el gerente de la reinserción de los ex guerrilleros habla de «cumplimiento» y obras que los beneficiarios no gozan para hacer real la paz.

Para responder a los desafíos que diariamente y en tono de cantaleta le hace la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, el presidente tiene a mano izquierda a Molano, el Secretario General de la Presidencia que desde un cargo administrativo desafía la inteligencia de los gobernados.

En la pandemia el Ministro de Salud Fernando Ruiz, dice unos números, otra cosa dice Gómez el secretario de salud de Bogotá y las cifras redondas con reclamo al gobierno nacional las da Claudia López.

¿A cuál de ellos creerle si no hay acierto en la información?

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