Comer y callar

Concepto

Por Carlos Alberto Ospina M.

En Colombia, el ilusionismo no se aprende al estilo Hogwarts de la saga Harry Potter, aquí y allí, los trucos se crean con contratos y los charlatanes usan corbata, en vez de capa y varita mágica. Es un sistema diseñado para el sacrificio de chivos expiatorios, mejor dicho, por cada pez gordo hay diferentes sardinas listas para la expiación.

El cabecilla de la franquicia de corrupción pública es el Houdini del erario. Un prestidigitador que oculta el fuego para que la gente solo vea el humo; sobre todo en este país donde el deterioro de las organizaciones no tiene rostro, sino escuderos.

Ese jefe invisible no firma ni deja evidencias en el WhatsApp, más bien idea conspiraciones para distraer la atención del público interesado en su cuentista proyecto ideológico. No atiende a lo que él u otro hace, susurra al oído y ordena desfalcos enmascarados de gestión social. Atrás y adelante se echa de ver quién adjudica a dedo, quién es el travesti que maneja los hilos de poder y quién es el animador drogadicto al mando del cártel desfalcador.

En todas las cosas puercas se percibe su halitosis. Sin embargo, jamás sale a la luz su nombre ni figura en los chats filtrados en virtud de que las investigaciones llegan hasta donde no toquen a alguien con poder real. Este modelo propicia la cadena de favores entre los entes de control, los clientelistas y los burócratas obedientes a manera de orquesta que interpreta la misma nota de la impunidad mayor.

Por ejemplo, en el caso probado de la UNGRD pagaron 69 Mil Millones de pesos por 40 carrotanques comprados sin licitación y a precios inflados. ¿A quién rendían cuentas Olmedo López y Sneyder Pinilla? Junto a ellos cayeron delincuentes de medio pelo que no estaban al corriente que sus cargos venían con cláusula de inmolación. ‘Beneficios para todos, siempre y cuando, coman callados’.

La cabeza de la corporación criminal logró penetrar con rapidez distintos estamentos al abrigo de pelagatos dispuestos a asumir culpas ajenas a cambio de un futuro incierto. Al instante que se da traslado de las pruebas fácticas a la respectiva jurisdicción, el cerebro de la operación inicia el viaje que produce un alucinógeno, arranca a tomarse selfis en la Gran Muralla China sin visa para sus conciudadanos o se esfuma a fin de recibir favores íntimos en el ámbito transgénero.

A un tiempo, las sombras del cromañón están detrás de la inauguración de varias obras aplazadas, discursos contra la descomposición, arengas acerca del papel de la justicia social, propuestas de trenes transoceánicos e ideas turbadas en el interior de la valija diplomática. El capo deforma las facciones de los colombianos a partir de un ecosistema inmoral y torcido.

En lo esencial, estamos en manos de un astuto malhechor que dirige la red de corrupción o el holding del saqueo, en donde no responde por los propios actos ni afronta las consecuencias. Todos saben que existe, pero nadie se atreve a desafiarlo y denunciarlo. ¿Cuándo le van a tocar un pelo? Aunque sea, implantado.

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