Por Gabriel Ortíz
Nada diferente podría haberle sucedido al presidente Petro, tras sus repetidas impertinencias y desafíos frente al mandatario de los Estados Unidos en Nueva York. Primero se apoderó de la tribuna verde esmeralda que el foro de las Naciones Unidas destina a los jefes de Estado, para sus intervenciones. Todos los presidentes colombianos la han utilizado con sensatez, tacto y prudencia, sin agravios, ofensas y humillaciones.
Debemos recordar al gran Belisario Betancur, cuya intervención hizo poner de pies a presidentes y delegados que aplaudieron durante seis minutos su magna alocución.
Petro, en cambio, acudió al escarnio y el ultraje contra el presidente Trump y el pueblo norteamericano, para mostrarse ante el mundo como si fuera el líder de la humanidad, buscando un Nobel de Paz por sus pregones sobre el conflicto del Medio Oriente. Solo Gaza, Palestina y Hamás estaban en su libreto. En cuanta grada, rincón o recoveco que pisaba alzaba su voz queriendo despertar al mundo entero sobre el conflicto. Sus Fecodes, primeras líneas, congresos de los pueblos y demás grupillos, le servían para exasperar e irritar a la población contra judíos y norteamericanos.
Petro se tomó una calle de Nueva York para despertar, enfadar y rabiar, en idioma español, a los transeúntes con lo acontecía en el oriente. Es claro que era ardua la situación. Niños, hombres y mujeres han sufrido y soportado los resultados de un conflicto que nació de una matanza durante un concierto.
El gobernante colombiano la emprendió contra Trump, quien ya estaba trabajando para alcanzar la solución del conflicto. Y como si fuera poco, ordenó al ejército norteamericano, incumplir las ordenes de su jefe el presidente norteamericano.
Se sintió el caudillo del mundo, ese al que Trump calificó de “líder del narcotráfico”, al que incluyó en la “lista Clinton”. Petro, su hijo, la ex-primera dama y el mininterior Benedetti, no tienen visa, ni cuenta bancaria, o tarjeta de crédito, por sus nexos con el narcotráfico y otras acusaciones que les endosaron en Norteamérica.
Y para completar su amargura, toda esa pléyade de líderes que tanto defendían, esos por los que luchaban y se rasgaban las vestiduras y sus prestigios, no tienen la menor idea de lo que está sucediendo a quienes preferían pasearse por el mundo defendiéndolos, mientras desechaban a su gente en las regiones olvidadas de Colombia, a esa que llaman pueblo y que es carne de cañón de la narcoguerrilla que solo busca su lucro y el comercio de la droga a lo largo y ancho del planeta.
Petro y sus secuaces, no miran a Colombia, ni a los Colombianos. Han perdido el norte buscando aquellas cosas y destinos que suponían los mantendrían en el poder por muchos años.
Nuestra Patria querida saldrá adelante, porque las sanciones y la lista Clinton, serán para los culpables del desgobierno que han querido imponernos.
La tarea de nuestra dirigencia sensata y emprendedora debe imponerse la voluntad y el objetivo de forjar líderes, que mediante unidades productivas y salvadoras nos saquen adelante.
BLANCO: La Contraloría puso freno al millonario negocio que busca Petro con la venta de Permian, dejando a Ecopetrol en ruinas. Así pretende el presidente defender el pueblo y salvarse de la lista Clinton.
NEGRO: La creciente destrucción de la salud en Colombia. Medio millón de compatriotas han muerto, desde que Petro y Jaramillo la destruyeron. El congreso no encuentra qué aprobar de semejante desbarajuste.
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