Auténtico delito

Ilustración Arde Colombia

Por Carlos Alberto Ospina M.

La traición a la patria es uno de los crímenes más infames y repudiados que fragua su tenebrosidad encima de variados acontecimientos contemporáneos. Se trata de un proceder que hiere los vínculos emocionales, administrativos, reglamentarios y éticos que sustentan a la sociedad civil. Desde tiempos inmemoriales, la felonía ha sido condenada con vehemencia y contundencia debido a la amenaza que representa ese delito.

La maquinación que supera los límites de la legalidad, poco a poco, se convierte en una afrenta delante de la confianza depositada por el votante, el cual espera del elegido que honre el juramento, proteja la condición de todos y sea útil a su República. En caso contrario, implica un hecho de deslealtad hacia la nación, el pueblo y las instituciones. 

Los incidentes de filtración de información clasificada, el acecho industrial y el auxilio a organizaciones terroristas, plantean desafíos significativos para la protección de los intereses nacionales y la integridad de las distintas ramas del poder público. Es común limitar el asunto al espionaje, el sabotaje, las alianzas con enemigos externos y los actos de guerra. No obstante, hay otros modos riesgosos en el ámbito político, económico y social. El abuso de poder, la corrupción y la manipulación de la voluntad popular son formas sincrónicas de complot que socavan los cimientos de la democracia. 

Los renegados ocupan un lugar destacado en la historia de cada país, si bien, infame. Comenzando con Judas Iscariote hasta los casos más recientes de colaboración con potencias extranjeras, han dejado una marca en la humanidad. La alevosía de Benedict Arnold durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos o el caso del espía británico, Kim Philby, en la época de la Guerra Fría; ilustran cómo individuos influyentes han sacrificado la conveniencia para su terruño en aras de ambiciones personales e ideologías resistidas.

Este tipo engaño a menudo se asocia con cuestiones de seguridad nacional, geopolítica, fallas en el sistema de gobierno y cambio de regímenes. Los conspiradores modernos para llevar a cabo sus actividades fatídicas, en vez de operar en la oscuridad se aprovechan de las ventajas que brindan las redes globales, la tecnología, el fanatismo y el odio de clases. El déficit de claridad, la impunidad y la escasa rendición de cuentas positivas crean un entorno favorable para la descomposición y la perfidia. La polarización y la desconfianza en el establecimiento abonan el terreno para que surjan episodios de perjurio.

La educación cívica, la promoción de la transparencia, la participación ciudadana, la cultura política, la opinión pública y no tragar entero son herramientas efectivas para construir una comunidad analítica respecto del actual chantaje contra la libertad, la soberanía y los derechos fundamentales. Estos insumos ayudan a detectar, identificar, prevenir, neutralizar y castigar cualquier intento de doblez en la manera de obrar. Cultivar el sentido de identidad y el compromiso simultáneo fomentan la defensa de los valores que unen a los colombianos.

La alta traición es un recordatorio de los peligros que incorporan el egoísmo, la ambición desmedida y la falta de escrúpulos de ciertos individuos. Aquellos indignos que pasan por alto el significado de la lealtad y la importancia de los principios morales que, son el ancla, en medio de la incertidumbre de un fallido cambio. 

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