Una togada para Char

Arturo Char Su salud política y judicial. Foto Asuntos Legales

Cecilia Orozco Tascón

Barranquilla y el país entero saben quiénes son Aida Merlano y su hija Aida Victoria. A la excongresista se le conoce por su detención, escape de película, refugio en Venezuela, regreso a Colombia y condena a 11 años y 4 meses de cárcel por corrupción al sufragante y concierto para delinquir. Hoy purga condena en una guarnición militar de la ciudad que la eligió varias veces. A su hija se le recuerda por los contenidos explícitos de sus sitios digitales y por la pena de 13 años, 8 meses en prisión por haber participado en la fuga de su mamá. Su belleza física, el origen humilde de su familia, las escasas posibilidades de ascenso social por méritos y, por supuesto, la cultura machista manifiesta de manera extrema en las regiones costeras, le hicieron la vida fácil a la exparlamentaria… hasta cierto punto. En el momento en que los “dueños” de Barranquilla –los mismos que la impulsaron para convertirla en figura política–, sintieron el peligro que corrían por sus declaraciones judiciales, no dudaron en abandonarla, llamarla “desquiciada” e, incluso, planear su ‘desaparición’, según ella afirma.

El patrocinador de la fortuna particular de Aida y de su carrera pública, el influyente constructor Julio Gerlein, 40 años mayor que ella y su primer amante reconocido, también sería quien le pagó a una compañera de celda de Merlano para “controlarla” (“mantén dopada a mi ‘loquita’”), e impedir que declarara contra él, como informó Daniel Coronell. Su otro amante famoso, el alcalde Alejandro Char, que la aventaja apenas en 14 años de edad y en años luz de poder, calificó de “lamentable error” el intenso romance que vivieron y la desmintió cuando confesó las sumas millonarias que tanto Gerlein como él le habrían aportado a ella y a Arturo Char (hermano de Alejandro) para la compra de votos con los que ambos obtendrían el pase al Senado en 2018. Es claro que el pellejo de Álex Char, así como el de Gerlein, quedaría expuesto si Arturo también fuera encontrado responsable en la investigación que le abrió la Corte Suprema por los mismos hechos por los que ya profirió condena contra Merlano.

Pues bien, lo que en la cotidianidad de Barranquilla es verdad de a puño, no existe en la realidad recreada por la magistrada Cristina Lombana de la Sala de Instrucción de la Suprema, en cuyo despacho se encuentra el proceso de Arturo. De acuerdo con la teoría Lombana, Álex Char y Gerlein nunca financiaron la elección de su hermano y socio con el pago ilícito a miles de votantes barranquilleros, pero no habrían dudado en apoyar a la advenediza Aida. La togada, entonces, les presentó a sus compañeros, un día antes del inicio de Semana Santa, una ponencia en que absuelve a Arturo, desvalida paloma, de acuerdo con revelación de la revista Cambio (ver). Si su proyecto consigue respaldo en la sala respectiva, el caso se considerará cosa juzgada, con lo cual se configuraría una paradoja judicial: si Merlano es culpable pero los coautores de sus ilícitos electorales son inocentes, aparecería una anomalía extraordinaria: concierto para delinquir de una persona.

Una suerte loca acompaña a Arturo Char. No hay que esculcar mucho para encontrar un rosario de casualidades favorable a su causa. Francisco Farfán, el togado que originalmente lo investigó, propuso abrirle investigación hace año y medio y, por el acopio probatorio que presentó, consiguió el acuerdo de sus colegas, excepto el de Lombana. Farfán propuso definirle la situación jurídica al implicado. Lombana también se opuso y, además, se negó a firmar su detención carcelaria. La suerte de Arturo brilló más: Farfán tuvo que apartarse del caso y, ¡ay, tan de buenas!, su proceso llegó el despacho de Lombana. De inmediato, la togada intentó dejarlo libre. Cuando la Sala de Instrucción se negó, ella le ordenó al Inpec trasladarlo de la Picota a una instalación militar en la Barranquilla de sus amores. Tan consentido. Pero, por una nueva coincidencia, la orden de Lombana señalaba que debía llegar a la guarnición-reclusión de su denunciante Merlano. El peligro que implicaba semejante decisión era tan obvio que lo condujeron a un batallón de Santa Marta. De cualquier forma, un regalazo en plena Navidad. Sin pausa, la suerte de Char le trajo otras alegrías: surgió, de la nada, un abogado X que reemplazó a un juez de tutela los días necesarios para ordenar su libertad inmediata. Así sucedió. A Arturo le falta el fallo absolutorio, pero lo tiene a la vuelta de la esquina con base en una lógica de novela: Merlano armó solita, en mitad de una ciudad en donde ni una hoja se mueve sin la autorización de los Char y Gerlein, un entramado electoral criminal para beneficiarse y beneficiarlos a ellos y a sus aliados. En la literatura, los miembros de los clanes de Barranquilla son inocentes; Aida mamá y Aida hija, en cambio, ya son culpables: pagarán, sumados, 25 años de condena. ¡La democracia judicial!

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