Por Óscar Domínguez G.
Dios los crio y China volverá a juntar al presidente Petro y a su embajador Sergio Cabrera, ambos exguerrilleros de media petaca, quienes ya habían estado juntos en Pekín como parlamentarios.
Para empezar, si se da el periplo, sugiero dejar a la vicepresidenta Francia Márquez cuidando ese chuzo frío, inerte, fantasmal, aburridor, que es el Palacio de Nariño.
Si no deja plantado al presidente Xi Jinping, mejor alojar al presidente en un segundo o tercer piso para que le quede fácil una posible descolgada rumbo a cualquier metedero prohibido.
Ojalá lo mantengan alejado de la plaza Tiananmén porque podría venirse con su ladrillo de dos horas sobre el cambio climático acompañado de la exigencia de que lo transmitan en el horario chino de las telenovelas.
En su periplo que se producirá después del que acaba de realizar otro líder mundial, Putin, zar encorbatado de toda Rusia, el Presidente –del signo rata en el horóscopo chino– y su comitiva podrán constatar si los chinos son fríos por fuera y calientes por dentro, como los veía Mark Twain. (Aunque le duela a la cobarde envidia, también son de ese signo Shakespeare, Tchaikovsky, Madonna, Luis Buñuel, Marlon Brando).
Nada de visitas a la Muralla China porque sería capaz de exigir que le adicionen un tardío tramo subterráneo como el que sueña para el metro de Bogotá.
Lectura obligada para el viaje: la novela En China dos veces la vida, del exdiplomático colombiano Enrique Posada, que revela el lado humano de los chinos.
Doy por descontado que el embajador Cabrera le tiene listo a su jefe el plato supremo de la China, el pato laqueado. Que no falte brindis con Mao Dai, el aguardiente nacional. Con medidita ese trago. Si le gusta mucho, el peligro es que se quede.
César Pagano, interlocutor y barman de Petro en su desaparecido bar Salomé Pagana, sugiere invitar a la cuarta generación de Los Gaiteros de San Jacinto. Los originales visitaron a Pekín en los años cincuenta con notable éxito.
Ojalá le alcance el tiempo al Presidente para aprender a no comprar peleas ajenas. Eso hace parte del pragmatismo chino. Lao Tse lo expresaba así: es mejor enseñar a pescar que regalar el pescado. Para Deng Xiaoping no importa si el gato es blanco o negro: lo importante es que cace ratones.
Feliz viaje. Y me saluda al señor Jinping y que lo quiero mucho, como decía el presidente Duque en su mandato.