Gabo y Darío

Portada del libro de Darío Fernando Patiño

Por Jaime Lopera

            Siempre será motivo de atención la causa por el cual un periodista se ocupa de los escritos de un colega, caso en el cual se pueden tener varias explicaciones: la primera, como un acto de cortesía que refuerza la amistad y al mismo tiempo el colegaje, lo que además fortifica la profesión y el gremio; y segundo, como un verdadero reconocimiento a la materia de la que se ocupa el escritor y así dejar un testimonio que aporte algo al asunto que inspiró al principal al momento de publicar su obra[1].

            En este caso, no es difícil adivinar que Darío Fernando Patiño está mas allá de la primera definición y mas bien se ubica en el entorno de su experiencia con García Márquez durante el tiempo en que estuvieron juntos en una sala de redacción y otros lugares. Fueron varios los que pasaron por una similar vivencia con nuestro novelista y callaron para dejar en su memoria la certidumbre de tal acercamiento; u otros que dieron cuenta, a su manera, de una amistad más o menos duradera y no dejaron de revelarlo ante terceros. 

            Hace poco leía sobre la relación de amistad entre Enrique Krause, el ensayista e historiador mexicano, con Octavio Paz cuando ambos trabajaban en el comité editorial de la revista Vuelta que tan grandes satisfacciones nos daba a sus suscriptores de América Latina. La clase de trato que se dio entre ellos por lo menos durante veinte años fue el diálogo constructivo, el compartir ideas y opiniones y ello representó para Krause los mejores momentos de su vida intelectual. Ese tipo de relación tan productiva suele dar aprendizajes adicionales que se reflejan en el estilo y la calidad del alumno y presumo que esta pudo ser la misma situación que Darío Fernando vivió con nuestro novelista. Solo que la recapitulación del oficio de Gabo como periodista, y las historias que se tejieron en torno a su ejercicio, las ofrece nuestro autor con los mejores y sencillos recuerdos que este libro exhibe. 

            Para la copiosa bibliografía que se conoce a menudo con Gabo como novelista, como poeta, como guionista, como cuentista, en fin, como un literato que cubre todo el panorama de la literatura, este libro es una muestra de que un buen trabajador intelectual es un guía que orienta el pensamiento desde los “leads” de una noticia (como yo mismo lo viví en Prensa Latina) hasta la crónica de un náufrago que se vuelve noticia internacional.  Solo que Darío Fernando tiene el mismo lenguaje y los mismos atributos de un reportero para poder igualarse con el maestro en el mismo escenario donde ambos pueden ejercer su profesión. El valor de este libro es precisamente las remembranzas comunes de este importante quehacer tradicional.

            Una reseña más completa exige ser ayudada con detalles de los diferentes capítulos a efectos de que se pueda tener una mejor perspectiva del libro, pero una mirada general como la presente es posible que ayude a entender las contingencias con las cuales está escrito y dejar así el reconocimiento de una conexión y una afinidad que tienen para Darío Fernando un enorme alcance profesional.  


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