Vuelve la pesadilla

Un iraní muestra un retrato del asesinado comandante iraní Qasem Soleimani.ATTA KENARE (AFP)

La pesadilla del Estado Islámico vuelve con fuerza. Este grupo yihadista suní que llegó a controlar buena parte de Irak, desafiar al régimen sirio y causar devastadores ataques terroristas en numerosas zonas de Oriente Próximo, norte de África y Europa ha reivindicado las bombas que causaron más de 80 muertos el miércoles en Irán.

‌Desde el régimen se había acusado a Israel y EEUU del atentado más mortífero que ha sufrido Irán desde su fundación en 1979. Pero no era el estilo. Las bombas estallaron en el homenaje a un alto militar de gran prestigio que fue asesinado hace cuatro años por EEUU en Irak en una de sus acciones selectivas. Este general había combatido precisamente al Estado Islámico, que llegó a suponer una amenaza existencial para el régimen chií de Irán.

Un atentado con mucho simbolismo en medio de la crisis regional

ÁNGELES ESPINOSA

El autodenominado Estado Islámico (ISIS) se ha responsabilizado del atentado terrorista de este miércoles en Kermán (Irán). No es la primera vez que este grupo yihadista suní ataca dentro de Irán, pero en esta ocasión se trata de un golpe de especial simbolismo. De entrada, se produce en medio de una creciente tensión en Oriente Próximo por la guerra de Gaza, en la que Israel acusa a Irán de apoyar a Hamás. Además, el lugar y la fecha elegidos, la tumba del general Soleimani en el aniversario de su asesinato, envía un claro mensaje a Teherán de que quiere pagarle con su misma moneda.

Como jefe de la fuerza expedicionaria de la Guardia Revolucionaria, Qasem Soleimani, fue hasta que Washington lo mató en Bagdad en 2020 el responsable de las operaciones iraníes en el exterior. A él se atribuye el desarrollo y coordinación de la red de milicias afines a la República Islámica en los países vecinos, espina dorsal del llamado Eje de la Resistencia (frente a Estados Unidos y Occidente, en general). En una de las paradojas típicas de Oriente Próximo, el general Soleimani también dirigió la lucha de Teherán contra el ISIS, con tanto o mayor denuedo que el ejército estadounidense. Para el Irán chií, el avance de ese grupo extremista suní en Irak y Siria (2014-2017) supuso una amenaza existencial. De ahí que muchos iraníes vean a Soleimani como un héroe y su tumba se haya convertido en un lugar de peregrinación.

El Gobierno iraní enseguida identificó como “terroristas” las dos explosiones que causaron un centenar de muertos y decenas de heridos. Ha sido el ataque más mortífero sufrido por la República Islámica en las últimas décadas (el anterior fue un atentado suicida contra una procesión en Chabahar en 2010 que dejó 39 muertos). La simultaneidad de las deflagraciones es una característica habitual en las acciones del ISIS.

Tras su inicial silencio sobre la autoría, las autoridades iraníes, con el presidente Ebrahim Raisí a la cabeza, optaron por culpar a Israel, enemigo jurado de Irán y que ha estado implicado en varios asesinatos contra científicos y militares vinculados con su programa nuclear. Pero si bien ambos países se encuentran enfrentados a través de las milicias chiíes que Teherán apoya en la región, el modus operandi del ataque de Kermán no encaja con el proceder habitual de Israel. Hasta ahora, sus acciones dentro de la República Islámica se han centrado en objetivos seleccionados por su alto valor militar; no hay precedentes de un ataque generalizado sobre civiles.

Aunque Israel rara vez comenta sus operaciones, se sospecha que está detrás del bombardeo que el martes mató al número dosdel buró político de Hamás, Saleh al Aruri, en Beirut, con un número de víctimas limitado a pesar de encontrarse en un barrio densamente poblado.

Varias personas rodean un cuerpo tendido en el suelo en el lugar donde se produjo una explosión en la ciudad de Kermán, el miércoles 3 de enero.
Varias personas rodean un cuerpo tendido en el suelo en el lugar donde se produjo una explosión en la ciudad de Kermán, el miércoles 3 de enero.WANA NEWS AGENCY (VIA REUTERS)

Además, a pesar de que Irán siempre se ha jactado de su estabilidad y seguridad, hace años que sufre una insurgencia de baja intensidad en las regiones kurdas, baluches y árabes. Esas minorías, que se quejan de discriminación en la educación, el acceso a los cargos públicos y las infraestructuras, son en su mayoría de credo suní frente al islam chíi que profesa el 90% de los iraníes y que es la religión del Estado. Muchos de los ataques tienen por objetivo las fuerzas del orden (como el de Rask el pasado diciembre) y/o santuarios chiíes (como el de Shiraz en agosto).

Tal desafección parece haber servido de caladero para los yihadistas del ISIS, que en junio de 2017 llevaron a cabo su primera operación conocida en Irán, un espectacular doble atentado contra el Parlamento y el Mausoleo de Jomeini, que dejó 17 muertos. Al año siguiente, el mismo grupo se responsabilizó del tiroteo contra un desfile militar en Ahvaz, que mató a decenas de personas, incluidos miembros de la Guardia Revolucionaria. También en 2022 atacaron un santuario chií en Shiraz y tal vez hayan estado detrás de otros incidentes. Aun así, es previsible que los portavoces iraníes sigan acusando de la matanza de Kermán a Israel y a EE UU, a quienes responsabilizan de todos los males de Oriente Próximo, incluida la creación del ISIS, sin reconocer en ningún momento el efecto de sus políticas represivas y su creciente militarización.

En el pasado, también han atentado dentro de Irán los disidentes Muyahidín-e Jalq (Combatientes del Pueblo), cuya animosidad contra el régimen islámico les ha aproximado a Israel, en especial en la denuncia del programa nuclear.

SOBRE LA FIRMA

Ángeles Espinosa

Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito ‘El tiempo de las mujeres’, ‘El Reino del Desierto’ y ‘Días de Guerra’. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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