Por Ian Austen
Reportando desde Oshawa, Ontario.
Hay políticos —casi todos— que intentan pulir lo más que pueden sus currículos profesionales y sus acciones del pasado. Y, por otra parte, está Dan Carter.
“Durante 17 años, fui una persona bastante horrenda”, dijo Carter, el alcalde de Oshawa, Ontario. “Una persona horrible. Mentía, engañaba, robaba”.Sin hogar y adicto a las drogas desde su adolescencia hasta los 31 años, y en esencia analfabeto debido a una dislexia severa, lo despidieron de más trabajos de los que podía recordar, contó Carter, y añadió: “De verdad no tenía habilidades, ni capacidades, ni educación, ni nada”.
Sin embargo, tal vez fue este origen atípico lo que atrajo a los electores de Oshawa, una ciudad de 175.000 habitantes a orillas del lago Ontario, que lo eligieron alcalde por primera vez en 2018. O al menos su historia lo posicionó como alguien que podía aportar su experiencia personal para afrontar los problemas más acuciantes de la ciudad.Los problemas que enfrenta Oshawa están escritos con marcadores de colores sobre un pizarrón blanco en la sala de juntas al lado de la oficina de Carter en el ayuntamiento: la cantidad de sobredosis (398 el año pasado); la cantidad de personas sin hogar (en este momento, cerca de 350); lo que le cuestan a la ciudad las sobredosis (más de medio millón de dólares canadienses, o alrededor de 365.000 dólares estadounidenses, el año pasado). Junto a esta lista hay un organigrama de sus planes para cambiar las cosas.
“Va a ser caro, va a requerir mucho trabajo, pero es lo que hay que hacer”, dijo Carter, de 63 años, durante un paseo por el ayuntamiento. Señaló hacia un parque cercano donde varios indigentes se congregan en el frío: “O”, dijo, “podemos seguir haciendo esto”.
Carter, originario de Nueva Brunswick, fue adoptado por una familia de Agincourt, Ontario, un pueblo agrícola que en poco tiempo se convirtió en un suburbio: parte del barrio de Scarborough, en Toronto.
Al crecer, Carter tuvo problemas para relacionarse con su severo padre adoptivo, su único vínculo era un programa de radio de actualidad. Después de cada programa, él y su padre debatían sobre política.
Su dislexia, no reconocida en sus años escolares, hacía casi imposible el aprendizaje. Pero un aspecto positivo fue la relación con sus tres hermanos mayores, en especial con Michael, policía de Toronto, cuya muerte a los 28 años en un accidente de moto conmocionó profundamente a Carter, que en aquel entonces tenía 13 años.
En el velorio de su hermano, los amigos de Carter lo iniciaron en el consumo de alcohol, lo cual desencadenó una espiral descendente.
“Lo único que sabía era que el alcohol me proporcionaba cosas que yo anhelaba mucho”, recordó Carter. “Cuando bebía, sentía confianza en mí mismo. Cuando bebía, pensaba que yo era divertido. Cuando bebía, era carismático. Cuando bebía, no tenía que pensar sobre lo fracasado que era”.
Comentó que el alcohol también le ayudó a olvidar que a los 7 años fue agredido sexualmente por un hombre en una gasolinera de su ruta de reparto de periódicos; hasta la fecha no puede soportar el olor a gasolina y aceite, afirmó.
Carter, quien es bastante autocrítico, siempre se ha mostrado seguro de sí mismo en un aspecto. “Lo único que sé hacer es hablar y lo único que sé hacer es vender”, explicó. Con esas habilidades, ropa nueva y sin decir su verdadera edad, empezó una serie de trabajos de venta al por menor a los 14 años.
Pero el alcohol y las drogas acabaron con sus ingresos. Pasó de un trabajo a otro hasta que se volvió incontratable. Los apartamentos se convirtieron en habitaciones, las habitaciones en sofás de amigos y, al final, en las calles de Toronto.
Sin amigos y alejado de su familia, a los 31 años, presa de la desesperación, llamó a su hermana Maureen Vetensky, una empresaria exitosa en Toronto, que le dijo que fuera a su casa.
Carter recordó que cuando llegó: “Me dio una bofetada y me dijo: ‘Tienes dos opciones. O recuperas la sobriedad o vas a morir hoy’”.
Como los programas locales de tratamiento de adicciones estaban llenos, Maureen llevó a su hermano en avión a Los Ángeles para que recibiera uno. Según cuenta Carter, esa experiencia le dio una idea importante sobre el tratamiento de la adicción: lleva tiempo. El suyo duró un año.
Esto no es algo que reciban con agrado los gestores del sistema público de salud de Ontario, que siempre está sometido a tensiones, reconoció.
“Pero si hubiera estado en un programa de tratamiento durante 21 o 28 días, puedo asegurarles que hoy no estaría aquí sentado”, afirmó.
A su regreso, Carter trabajó en un club de apuestas fuera del hipódromo, donde un actor le sugirió que su voz funcionaría bien en televisión.
La idea resonó en él.
A pesar de no tener experiencia, logró que un canal local de televisión por cable lo dejara presentar un programa de entrevistas. Después creó una productora, utilizó una herencia de su padre para comprar un edificio y crear un pequeño estudio, y convenció a una cadena para que emitiera el programa. Al principio, Carter solo cobraba una parte de los ingresos publicitarios.
The Dan Carter Show lo convirtió en una celebridad local y sus invitados al programa le dieron la educación que le había faltado.
Su fama de entrevistador y las conexiones políticas que desarrolló lo llevaron a su primera campaña exitosa a la alcaldía en 2018, que ganó con cerca de dos tercios de los votos. Fue reelegido en 2022 por un margen similar.
Como alcalde, ha seguido trabajando en su falta de habilidades de lectoescritura; tanto escribir como leer siguen siendo una dificultad. Dedica tiempo extra a los documentos informativos del ayuntamiento.
Dan Walters, que lo conoció hace unos 20 años en el marco de su trabajo de divulgación comunitaria para la Ontario Tech University, con sede en Oshawa, dijo que incluso antes de entrar en política, Carter reunía a la gente y ponía en marcha proyectos.
“Es un buen showman”, dijo Walters. “Pero más allá de eso, hay una cierta capa de autenticidad que atrae a la gente, y él es absolutamente brillante. Creo que la gente lo ve como un líder porque lo es”.
La agenda política de Carter ha ido más allá de las personas sin hogar y las adicciones. Días antes de su toma de posesión como alcalde, General Motors le comunicó que estaba a punto de cerrar la producción de automóviles en la ciudad, después de más de un siglo de existencia.
“Nunca critiqué a General Motors en público”, comentó Carter. “En cambio, trabajamos mucho para encontrar ideas para que regresara”. La planta reabrió en 2021 y ahora emplea a más de 3400 personas, un aumento de las 2500 personas que trabajaban allí cuando cerró.
Incluso como alcalde, dice Carter, se ha dado cuenta de que es poco lo que puede hacer en lo que respecta a las adicciones y la salud mental.
“Mi frustración es que soy el alcalde de una ciudad”, comentó. “Pero no solo tengo que conseguir que ocho de mis colegas de todos los demás municipios estén de acuerdo conmigo, sino que además tengo que trabajar contra un sistema que, por supuesto, tiene su propio modo de pensar”.
Lo que sí puede hacer es intentar humanizar para sus electores a las personas sin hogar y con problemas de salud mental.
“Es como si fueran intocables”, dijo.
Un primer intento de ayudar a las personas sin hogar de la ciudad colocando aseos portátiles de plástico en el centro fracasó cuando algunos fueron incendiados y otros utilizados para inyectarse drogas o prostituirse. Acabó financiando nuevos aseos públicos permanentes en un albergue cercano.
Carter también consiguió financiación para 27 pequeñas viviendas, pero no para el personal disponible las 24 horas del día que, en su opinión, necesitaba el centro. Pronto se produjo un asesinato.
“Estoy absolutamente asqueado por ello, porque lo único que quiero es que el programa tenga éxito”, dijo. “Pero no voy a renunciar a él”.
Ha sido criticado por contratar guardias de seguridad privados en 2020 para trabajar en las calles del centro de Oshawa. Carter dijo que están allí para ayudar a las personas sin hogar, pero los críticos lo han llamado acoso. (Los guardias están siendo sustituidos ahora por trabajadores sociales).
Su vida personal también ha sufrido reveses. Su hermana Maureen se suicidó en 2000. En su dolor, dijo Carter, abandonó su segundo matrimonio (se ha vuelto a casar). Pero ninguno de los dos episodios le hizo caer en la tentación de volver a sus adicciones.
Carter dijo que no buscaría un tercer mandato, pero prometió no abandonar aquello que lo llevó a la política.
“La gente dice: ‘Ay, el alcalde no ha hecho lo suficiente por las personas sin hogar, no ha hecho esto, no ha hecho lo otro’”, comentó Carter. “Lo que puedo decirles es que cada día, cuando me presento a trabajar, en lo primero que pienso es en esas personas que sufren en nuestras calles”.