Universal Music contra TikTok

Editorial

Millones de vídeos de TikTok se quedaron sin sonido este miércoles después de que el Grupo Universal Music decidiera no renovar el acuerdo con la red social para el uso de su música. Universal es la compañía musical más grande del mundo y posee los derechos de las grabaciones de artistas como Taylor Swift, Ariana Grande, Drake, U2 o Bad Bunny, además de catálogos como los de Bob Dylan o The Beatles. El apagón musical afecta incluso a los vídeos oficiales de los artistas en la plataforma. Con esta decisión, Universal desencadena la que quizá sea la batalla de mayor perfil público librada hasta ahora entre creadores y plataformas de internet, puesto que impacta de manera inmediata en los más de mil millones de usuarios de TikTok, así como en las grandes estrellas de una industria que aún trata de adaptar su negocio a la era del streaming y que precisamente mañana se reúne en los premios Grammy.

La música es un elemento diferencial y esencial para TikTok respecto a otras redes sociales. La aplicación ha crecido sobre todo con vídeos de los usuarios bailando o haciendo playback sobre canciones conocidas. La música es su marca, como el periodismo profesional lo es para X (Twitter) o las fotos para Instagram. La producción sometida a derechos de autor se reproduce gracias a acuerdos con las compañías. El contrato con Universal caducó el miércoles por desavenencias en torno a la compensación a los artistas, el descontrol de la música generada con inteligencia artificial —que usa voces y melodías originales para crear otras— y la falta de compromiso contra el contenido dañino, según la discográfica. TikTok “quiere crear un negocio basado en la música sin pagar lo que vale la música”, decía el comunicado. TikTok respondió que Universal pone “su codicia por encima del interés de los artistas”, a quienes priva de su enorme base de usuarios. Universal asegura que TikTok supone apenas el 1% de sus ingresos.

El debate no está, sin embargo, en el volumen sino en la ley. Ninguna plataforma de internet puede acumular usuarios y publicidad sin contenido original, y después de años de abuso se está redefiniendo cómo se gestiona ese contenido, quién cobra por él y cuánto. La batalla se ha hecho aún más urgente con la aparición de la inteligencia artificial, capaz de generar mecánicamente contenido nuevo a partir de imágenes, textos o música ya publicada. Es el equilibrio de poder entre creadores y algoritmos lo que está en juego, un conflicto en el que se enmarcan la demanda de The New York Times contra ChatGPT, la de los editores de prensa españoles contra Meta o la de actores y guionistas contra los estudios de Hollywood. Por su tamaño y repercusión, el plante de Universal a TikTok es un importante precedente que debería ayudar a inclinar la balanza en favor de los creadores profesionales.

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