¿Tumbaron al hombre que entregó a Santrich?

Jesús Santrich. Foto Voz de América

Cecilia Orozco Tascón

La historia que conocerán, si continúan leyendo estas líneas, es increíble, en principio. Cualquier aventurero, ávido de ser héroe y de obtener dinero, podría inventarla. De hecho, en el inframundo al que pertenecen los embaucadores el engaño y la fantasía constituyen elementos de supervivencia. Pero hay armas que usamos los reporteros que desarrollamos con seriedad nuestro oficio, que pueden terminar dándoles alto grado de veracidad a algunas informaciones. Esta es una de ellas y fue publicada en Noticias Uno, por primera vez contada por el protagonista del suceso, gracias a la reportería del periodista Enrique Tapias: la entrega y muerte de Santrich (ver). Habla un informante de Inteligencia del Ejército, antiguo miliciano-guerrillero quien, por destino y azar, llegó a ser parte de los anillos de seguridad de Jesús Santrich, en terreno venezolano, serranía de Perijá, en sus últimos días:

“Yo era miliciano (pero) debido a cosas que no me gustaron que estaban haciendo conmigo terminé trabajando con el coronel Flórez (del Ejército). Cuando empezó la disidencia en Arauca, yo era el encargado de agitación y propaganda … Y duré como informante por ahí unos cuatro meses. Me tocó irme del departamento (porque) hay rumores. Me dicen: ‘Ey, váyase, huevón, que parece que hay informes que usted está trabajando con el Ejército’. Me comunico con un mando que era muy amigo mío que se llama Porrón. Le digo: ‘Hermano, me pasó esto y esto; estoy mal’, y me dice: ‘Véngase pa La Guajira que yo estoy acá’. Llego (y) resulta que él pertenecía a la Segunda Marquetalia (de Márquez). De ahí llega Villa. Actualmente no sé qué mando tendrá. Hacía parte del estado mayor de la Segunda Marquetalia. Eso fue en 2020 y 2021 … (Villa) me dice: ‘Quiero que trabaje conmigo’. Hicimos muy buena amistad. Me pasé a la unidad de Villa, ahí, en La Guajira pero (del lado) de Venezuela, ¿no? De Maicao andando dos horas, ahí pegadito a la frontera. Duramos como siete meses andando todos juntos. Nos llaman (un día y nos dicen): ‘Bueno, que todas las unidades del Bloque Caribe tenían que alistarse porque venía Santrich’. El estado mayor manda la orden. Iván Márquez avisa que Santrich iba para allá. Es más, ellos, el estado mayor, fueron los que acordaron sacar a Santrich del Llano. O sea, sacarlo por allá de Elorza (población venezolana, límites con Arauca) porque Santrich estaba muy indisciplinado, estaba tomando mucho, estaba loco … Y el man nada que llegaba.

A los ocho días llegó: ‘No, que ya va subiendo’. El man venía con dos coroneles de la guardia venezolana, uniformados y todo, en carros militares de ellos. Suben a la serranía, los recibimos ahí donde (después) se le dio de baja: en el Chalet, así le decían a esa finca… De una vez, el camarada Santrich le hizo la propuesta a Villa y le dijo: ‘Yo necesito que usted se quede conmigo porque yo vengo sin gente’. Entonces, Villa le dice: ‘Claro, camarada, para mí es un honor quedarme aquí’ y no sé qué. Eso fue un baldado de agua fría, dije: ‘Ay, jueputa, nos tocó venirnos para este moridero’. De casualidad a Villa le dicen que tiene que mandar a alguien, porque le van a mandar unas cosas (a Santrich) y como yo era el hombre de confianza de él, me mandó a mí. Salgo, vuelvo y me contacto con Flórez (del Ejército). Le digo: ‘Le tengo una sorpresa’. ‘Uy, volvió a aparecer, hermano’, porque yo me le había desaparecido desde Arauca. Me reúno con él y me dice: ‘Sigamos trabajando, huevón’. Y le dije: ‘Es que yo ya no voy a estar en La Guajira, yo voy de tropa de Santrich’. Se quedó mirándome y me dice: ‘Ah, ¿qué tal este marica? Se va a ir de tropa de un man de esos y … Bueno, lo voy a presentar con un amigo’…

Andrés, creo que se me presentó el man, había sido tropa de Flórez. Él trabajaba con Inteligencia (militar), o sea, con Matilda (coronel de confianza del general Zapateiro) y con el general Lamprea (González Lamprea), pero yo, a este, nunca lo llegué a conocer ni a ver. Siempre que se me presentaba como el general Lamprea, era Matilda, el coronel ese, Sarmiento. A partir de ese momento entro a misión ya trabajando con ellos (con los militares). El man me entregó un bolso con una cámara y un GPS (sistema de ubicación física). Yo entro, empiezo a grabar. Me decían (los militares): ‘¿En este momento en dónde está? Préndalo’. Y yo: ‘Estoy en techo rojo. Es uno de los campamentos … Les marqué todos los puntos de avanzadas y de seguridad y donde el man (Santrich) dormía: hasta la pieza donde el man dormía … Ellos esperaban la foto del mes. Como a los tres días estaba yo en un punto donde había internet, una tiendita cuando llega él (Santrich) con toda la tropa afuera de la casa. Siempre choqué con él, no me lo pasé. Entonces… tin, el man es ciego, y empecé a tomarle fotos y a mandarle eso a Andrés. Y él: ‘No, huevón, ¿qué necesita?’. Ahí sí cambió totalmente. ‘Lo que usted necesite y tal’. Y me consignó $10 millones, de una, a la cuenta.

(Después me dice): ‘Nosotros estamos en Riohacha. Suba que le voy a presentar al general’. Ahí me encuentro yo con Matilda que supuestamente era el general. Y me dice: ‘Bueno, muéstreme fotos’. Se las muestro. ‘No, hermano, hágale. Usted tiene coronado todo, usted es un berraco’. (Días más adelante) nos volvemos a encontrar, que cómo va la cosa y yo le digo: ‘Pónganse las pilas porque el man (Santrich) se tiene que ir para el monte y yo no me puedo ir con él porque como soy avanzada, no puedo entrar a ese campamento’. El man (Matilda) me dice: ‘Tranquilo que yo ya mando gente para allá’. Entro (al escondite de Santrich) y, en efecto, el man ya se iba a ir. Es que a uno se le revive el momento: Llego y estamos descargando… cuando sonaron como cuatro granadas y empieza esa plomacera tan hijueputa. El man iba como con cuatro huevones dentro del carro. Un guardia que medio se salió y lo miró que venía y, prum, le soltó el rafagazo: ese fue el primero que lo peló, el primer rafagazo: un tiro acá y otro acá en la costilla. Eso lo mató. Comienzo yo a avisar por el radio: ‘Mataron a Santrich, mataron a Santrich’. Eso pasó superrápido, en 10 minutos nosotros ya estábamos en el carro … Lo sacamos, lo enterramos muchísimo más adentro al lado de una escuela … A los 15 días me escribe Matilda y me dice: ‘Nos vemos en Cartagena, ya le compré el vuelo’, y yo: ‘¿Y eso?’. ‘Le voy a pagar’”.

La historia continúa con un largo trayecto de promesas del pago de la recompensa de US$ 1 millón ofrecida por Estados Unidos y por el general Zapateiro, comandante del Ejército; Diego Molano, ministro de Defensa, e Iván Duque, como presidente de Colombia, a quien entregara a Santrich. El informante ha recibido desde mayo de 2021, graneado, alrededor de $200 millones, unos US$50.000. US$950.000 se “perdieron” en manos de Inteligencia del Ejército. ¿Honor militar?

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