Son de la loma: El auténtico Álvaro Mejía.

Alvaro Mejía Florez, "El Pegaso" colombiano (Q.E.P.D.) Foto Boyacá 7 Días

Por Rubén Darío Arcila

Álvaro Mejía Flórez fue de los primeros atletas en inflamar el orgullo nacional haciendo sonar el himno de Colombia en tierras lejanas. Toda la bulla y el polvo que levantó el triunfo de la San Silvestre un 31 de diciembre de 1966, puso en portadas de diarios y revistas al gran campeón.

Gonzalo Arango, “El Profeta de la Oscuridad”, el flaco nadaista de pelo largo y la florecita roja en el ojal, recibió el encargo de entrevistarlo para la revista Cromos. El encuentro de cuatro horas se produjo tres meses después de su victoria en San Silvestre y pocas semanas transcurridas del revés sufrido por Mejía en New York. El columnista de Cromos, con su estilo provocador, incendiario y escandaloso llegó a la casa del campeón, donde, equivocadamente, esperaba encontrar un arrogante gladiador:

“Alvaro Mejía irradia energía por todos los poros, tiene fuerza interior, eso le da seguridad en lo que es. Un poco tímido pero no acomplejado. Se limita a decir lo que piensa sin complejos y cobardías. Posee la rara virtud de ser auténtico. Carece de ostentación, de vanidad, de mezquindad. Su traje no tiene nada de estrafalario, vestía deportivamente, discreto y sencillo. Camina con pasos cortos, con pasos de ir para una cita y los pies en forma de V de la victoria.

Indignado con esa idea de superhombre que la gente tiene de él y con la insensatez de los periodistas que lo han puesto por el cielo como si fuera un ángel, un cohete y no un atleta.

Recuerda un postulado existencialista de Sartre que descubre la angustia del hombre en el fondo de su responsabilidad. Si trasladamos la filosofía al deporte, encontramos la misma relación en el sentido de que una responsabilidad tremenda puede producir como consecuencia un trauma psicológico paralizante y autodestructivo.

Un siquiatra analizó este fenómeno en un ensayo que tituló: Alvaro Mejía, víctima de su propio mito, en donde sostenía que el fracaso del atleta en New York era un caso típico de responsabilidad ante el mito creado por la publicidad. Un planteamiento razonable que puede explicar las causas de su retiro en la ciudad de los rascacielos.

En aquel reportaje, Mejía resultó mejor de lo que esperaba según palabras de Gonzalo Arango: “En ningún sentido me sentí defraudado. Él es infinitamente superior a su mito, justamente por eso: porque la grandeza del mito nunca pudo destruirlo como hombre, y eso, ser uno mismo, es grandioso. Tan difícil como correr diez mil metros y llegar primero SIN DESMAYARSE.

Tomado del libro El último apaga la luz. Homenaje póstumo al gran deportista antioqueño fallecido en las últimas horas.

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