Por Carlos Alberto Ospina M.
A pocos días de la elección presidencial varios tienen alteradas sus facultades mentales a causa de la prematura decepción con el previsible tejemaneje político y, por consiguiente, el término de urgencia manifiesta para cerrar acuerdos con tirios y troyanos. Tanto de ello, que la jefatura del Congreso quedará en manos de un individuo sin escrúpulos, Roy Barreras, a quien no le importa dar gato por libre con tal de hacerse a esa posición en el Legislativo y lograr sus nefastos propósitos. La profunda desazón e inconformidad de unos integrantes del Pacto que fueron descabezados, al primer golpe de vista, muestra que el problema radica en las miserables cuotas de poder burocrático y la desmedida ambición de aquellos que quieren ‘vivir sabroso´ a cuenta de los más pobres que creen en la propuesta de cambio.
De entrada, se van a sacar los ojos a medida que develen el auténtico programa de gobierno que pondrá en marcha la izquierda radical. La iniciativa de diálogo o pacto nacional es otro sofisma para engañar, una vez más, al 20,5% de la población colombiana que votó por Petro; es decir, esos 11.291.986 sufragantes que empezaron a dilucidar, entre dulce y agrio, el anunció de la ampliación de la base tributaria a partir de 3 millones de pesos (3 SMMLV) de ingresos mensuales, en contra de la promesa de campaña del experto de retórica, Gustavo Petro.
Alguno que otro anunció que, con el triunfo de apenas 687.649 papeletas de diferencia frente a Rodolfo Hernández, el pueblo no padecería el terrorismo de la primera línea, los bloqueos de las vías públicas, las movilizaciones de los intransigentes y la destrucción de los bienes públicos y privados. Este oportuno juicio racional nunca fue aplicado por el nuevo presidente y sus secuaces; al revés, patrocinaron las acciones delincuenciales de grupos radicales, promovieron marchas en pleno pico de la pandemia y sitiaron las principales carreteras produciendo hambre, desabastecimiento, cierre de empresas y más desempleo que el ocasionado por el propio virus. Ese inhumano proceder dejó incalculables daños a la economía que, gracias al manejo ortodoxo de Duque, en este momento hay signos de crecimiento positivo y estabilidad de las finanzas de la nación.
A grito herido, Gustavo Francisco Petro Urrego y sus partidarios, aseveraron que el Plan de Vacunación contra el COVID-19 no reduciría la mortalidad ni la incidencia de casos graves, así mismo que no llegarían los inmunizantes. Para desgracia del pacto de la mala fe, hoy se han aplicado cerca de 86 millones de dosis y el próximo 30 de junio se levanta la emergencia sanitaria. Pregonaron similar afirmación en virtud de la reforma de Carrasquilla que planeaba recaudar 25 billones de pesos. En razón a este proyecto durante un mes paralizaron e incendiaron todo el territorio. Petro Urrego, a diestra y siniestra, busca apoyos para viabilizar su reforma tributaria por más de 50 billones de pesos. ¡Qué incoherencia filosófica! Llegar a colmo de pedir comprensión, solidaridad y respaldo político a fin de pretender que lo que salga de su mente es perfecto y loable; mientras que, según él, el resto de ideas reducen a cenizas el país. Ahora sí, el “diálogo es la base de toda humanidad” (SIC). En realidad de verdad provoca vómito el nivel de desvergüenza del mandatario electo.
La memoria escasa de muchos ciudadanos llevó a premiar los constantes actos de desestabilización de la democracia adelantados por la Colombia Humana, las disidencias de las Farc, las organizaciones criminales, los narcotraficantes, el partido Comunes, las milicias urbanas, los congresistas adeptos a la ideología extremista, ciertas étnicas indígenas, el ELN y distintos alcaldes mediocres.
El 17 de junio de 2018, Gustavo Petro, se refirió al triunfo de Duque como “una coalición anacrónica” (SIC). Entonces, ¿Qué conformó para ser elegido presidente 2022-2026?, ¿Qué está haciendo en el tiempo presente para alcanzar la gobernabilidad?, ¿A quién ha recogido con miras a obtener legitimidad institucional? El solo hecho de aceptar el sostén del alicaído y astuto César Gaviria, deja por el suelo cualquier halito de cambio. ¡Ah! La invitación a Uribe posee una torcida intención. ¡Ya verán!
Actualmente, Petro, exige grandeza y consideración por parte de los colombianos con el único objetivo de elevar su ego. ¿Por cuál razón en el transcurso de este siglo no fue capaz de hacer lo adecuado en beneficio del diálogo convergente, la paz, la democracia, el desarrollo integral, la educación y la justicia social? La respuesta es obvia: el deseo ardiente de poder y la aplicación a rajatabla de la ley del embudo. Por lo que antes se ha dicho, los demás a apretar nalgas contra el taburete.
Enfoque crítico – pie de página. Daniel Quintero Calle, alcalde de Medellín, debería ser declarado incapaz, puesto que carece de aptitud y de argumento de autoridad moral para administrar a la capital antioqueña. Miente con toda la dentadura al afirmar que “le entregaron a Hidroituango destruida… nos tocó comenzar de cero” (SIC). Cada hora inventa boberías con miras a causar daño a la ciudad y al departamento. El brebaje de un mitómano arrimado a pequeño burgués.