¿Qué ocurrirá con la Seguridad Social tras el regreso de Trump al poder?

El presidente electo Donald Trump ha propuesto acabar con algunos impuestos que ayudan a pagar la Seguridad Social, como los que gravan las horas extras y las propinas. Foto Nicole Craine para The New York Times

Por Tara Siegel Bernard

Los estadounidenses están polarizados en muchos temas, pero hay al menos un programa que obtiene el apoyo continuo de casi todo el mundo: la Seguridad Social.

No está sujeta a las fluctuaciones del mercado bursátil, proporciona un flujo de ingresos ajustados a la inflación que no se acabarán antes que la vida de los jubilados, y ha sido una pieza crucial de la red de seguridad social desde que el presidente Franklin D. Roosevelt la convirtió en ley en 1935.

El presidente electo Donald Trump ha prometido proteger el programa, pero muchas de las políticas que propuso durante la campaña debilitarían sus ya frágiles finanzas, privándolo de unos ingresos muy necesarios. Y, desde hace tiempo, muchos republicanos influyentes han pedido que se le hagan recortes al programa.

Por eso, cuando preguntamos a nuestros lectores si tenían preguntas relacionadas con el dinero tras las elecciones presidenciales, muchos respondieron preocupados por la posibilidad de que sus cheques mensuales estuvieran en peligro.

A continuación ofrecemos una selección de sus principales preguntas, respondidas por expertos, junto con algunos antecedentes sobre el estado de este tema.

La Seguridad Social lleva años enfrentándose a un déficit de financiamiento, en parte debido a los cambios demográficos. Cada vez hay más jubilados que cobran prestaciones durante periodos más largos, y el descenso de la natalidad hace que haya menos trabajadores que contribuyen a los impuestos sobre las nóminas, la principal fuente de fondos de la Seguridad Social. Y, en comparación con años pasados, una parte mayor de la base de ingresos del país no está sujeta al impuesto.

Se prevé que el fondo fiduciario que paga las prestaciones a los jubilados se agote en 2033. En ese momento, los ingresos fiscales bastarán para pagar el 79 por ciento de las prestaciones previstas. Si no se hace nada, los beneficiarios verían cómo sus cheques se reducen en un 21 por ciento.

Las posibles soluciones incluyen aumentar los ingresos (incrementando los impuestos), recortar las prestaciones o usar alguna combinación de las mismas, todo lo cual requiere la aprobación del Congreso.

Pero las propuestas de campaña de Trump hasta ahora pondrían las finanzas del programa en un terreno aún más inestable, y “empeorarían drásticamente” las finanzas del programa, según el Comité para un Presupuesto Federal Responsable, un grupo político no partidista.

Trump ha propuesto recortar varios impuestos que ayudan a pagar el programa, incluida la supresión de los impuestos sobre las horas extraordinarias y las propinas. También quiere poner fin a los impuestos sobre las prestaciones de la Seguridad Social, una medida que pondría más dinero en los bolsillos de los jubilados, pero eliminaría otra fuente de ingresos.

Su plan de imponer aranceles elevados a las importaciones podría elevar los precios, lo que significa que las prestaciones también podrían aumentar porque reciben ajustes por el costo de la vida, según el análisis del grupo. Deportar a los inmigrantes no autorizados, otra promesa de Trump, reduciría el número de trabajadores inmigrantes que cotizan al programa.

No.

Cuanto más esperes para empezar a cobrar la Seguridad Social, más alto será tu cheque de por vida, y si puedes esperar, deberías hacerlo. Aunque puedes solicitar prestaciones a partir de los 62 años, te costará. Cobrar las prestaciones antes de tu “plena edad de jubilación”, tal como la define el programa, origina una reducción permanente de las prestaciones, y los expertos en Seguridad Social y política advierten encarecidamente que no hay que tomar una decisión basada en la ansiedad política.

“Cuándo solicitar las prestaciones de jubilación de la Seguridad Social es una de las decisiones más importantes que puede tomar una persona y que repercute en su seguridad económica durante la jubilación”, dijo Jason Fichtner, economista jefe del Bipartisan Policy Center, un grupo político, quien ha ocupado varios cargos en la Administración de la Seguridad Social. “Dicho esto, no dejes que la preocupación por el debate sobre el agotamiento del fondo fiduciario, o las políticas de campaña del presidente electo Trump sobre la Seguridad Social, cambien tu decisión sobre cuándo solicitar las prestaciones”.

Consideremos el peor de los casos: imaginemos que las políticas de Trump se instalan, privan al fondo fiduciario de ingresos y adelantan unos años la fecha de agotamiento del fondo. Eso obliga al Congreso a encontrar una manera de apuntalar el programa para evitar profundos recortes de prestaciones para todos los beneficiarios. Pero incluso si un plan del Congreso recortara las prestaciones, las personas de 55 años o más probablemente no se verían afectadas.

Alicia Munnell, directora del Centro de Investigación sobre la Jubilación, dijo: “Es probable que las personas que están próximas a la jubilación estén protegidas frente a cualquier recorte significativo de las prestaciones, y si obtienen las prestaciones antes de tiempo, se verán abocadas a unas prestaciones mensuales bajas de por vida”.

La diferencia de ingresos puede ser considerable. Pensemos en una persona que este 2024 cumple 62 años, y que recibiría una prestación mensual de 2000 dólares a la plena edad de jubilación de 67 años. Si la persona empieza a solicitar prestaciones este año, a los 62, el sueldo se reduciría un 30 por ciento, a 1400 dólares (para tener en cuenta el periodo presumiblemente más largo para recibir prestaciones).

La recompensa por esperar puede ser enorme. Si la persona espera hasta los 70 años, el importe mensual será de 2480 dólares, es decir, aproximadamente un 77 por ciento más que el cheque mensual recibido a los 62 años.

Por supuesto, no todo el mundo puede permitirse esperar tanto. Pero las prestaciones mensuales son aproximadamente un 8 por ciento más altas cada año que esperas para solicitarlas pasados los 62 años, dijeron los expertos.

La Seguridad Social fue diseñada para ser autosuficiente. Tiene una fuente de ingresos específica procedente de los impuestos sobre las nóminas, que los trabajadores dividen con sus empleadores. Cada uno paga el 6,2 por ciento de sus ingresos hasta 176.100 dólares el año que viene, lo que supone un total del 12,4 por ciento. Los trabajadores autónomos pagan la totalidad.

Pero el impuesto sobre las nóminas ahora grava una parte menor de los ingresos salariales totales del país, gracias a la desigualdad de ingresos: desde la década de 1980, los salarios crecieron mucho más deprisa para las rentas altas, lo que significó que una parte cada vez mayor de sus ingresos no estaba sujeta al impuesto.

En 1983, el impuesto sobre las nóminas gravaba alrededor del 90 por ciento de los ingresos salariales de Estados Unidos. Pero en el año 2000 se había reducido a cerca del 82,5 por ciento, que es más o menos donde se ha mantenido en los últimos años.

“La creciente desigualdad salarial ha puesto cada vez más ingresos fuera del alcance del impuesto de la Seguridad Social y es el principal factor del deterioro de las perspectivas financieras de la Seguridad Social desde 1983”, dijo Paul Van de Water, investigador principal del Center on Budget and Policy Priorities, quien también ocupó varios cargos en la Administración de la Seguridad Social.

¿Y si se aumenta el tope?

En la actualidad, alrededor del 6 por ciento de los trabajadores tienen ingresos superiores al tope, dijo William Arnone, director ejecutivo emérito de la Academia Nacional de la Seguridad Social. Si se aumentara el tope para cubrir unos ingresos estimados en 346.500 dólares este año, el impuesto sobre nóminas volvería a cubrir alrededor del 90 por ciento de los ingresos salariales del país, según la oficina del actuario jefe de la Administración de la Seguridad Social.

Elevar el tope a ese nivel gradualmente, a lo largo de la próxima década, eliminaría alrededor del 24 por ciento del déficit de financiación previsto del programa (suponiendo que los que más ganan obtuvieran todos los créditos de prestaciones por el impuesto adicional que pagaron).

Si se suprimiera gradualmente el tope por completo, se eliminaría alrededor del 53 por ciento del déficit (también suponiendo que las rentas más altas obtuvieran la totalidad de los créditos de prestaciones). Si las rentas más altas no recibieran ningún crédito adicional, se reduciría el 73 por ciento del déficit.

Pero eso es solo una solución: hay varias propuestas para apuntalar el programa, utilizando diferentes opciones en distintos grados. Por ejemplo, podría aumentarse ligeramente el impuesto sobre las nóminas.

La Seguridad Social es una prestación ganada, y los fundadores del programa creían que las contribuciones fiscales debían estar vinculadas a esas prestaciones.

“Tal como está diseñado actualmente el programa, si no hubiera un tope, las personas con ingresos muy elevados recibirían una prestación muy elevada”, añadió Fichtner, del Centro de Política Bipartidista.

Mucha gente está a favor de ampliar la base salarial o eliminar el tope, pero hay cierto desacuerdo sobre cuánto pagar a cambio, si es que hay que pagar algo, a los que más ganan. No pagarles nada, dicen los expertos en política, podría debilitar el apoyo al programa.

“Todo el mundo participa en él, y cada dólar que se invierte se rentabiliza”, dijo Arnone. “Si aumentaras la base salarial o la eliminaras” sin proporcionar algo a cambio, añadió, se “violaría una premisa muy importante”.

Los fondos fiduciarios de las prestaciones por jubilación y por incapacidad son distintos.

Aunque se prevé que el superávit del fondo de jubilación se agote en 2033, el fondo fiduciario de incapacidad —para personas con capacidad limitada o nula para trabajar— está totalmente financiado al menos hasta 2098.

Si el Congreso quisiera sacar parte de ese dinero del fondo de discapacidad para reponer el fondo de jubilación, tendría que aprobar una ley que permitiera la transferencia.

“Aunque el Congreso pueda recurrir al fondo fiduciario de incapacidad para ganar algo de tiempo hasta que actúe para legislar cambios en el programa de jubilación, habrá mucha presión política para evitar perjudicar a los beneficiarios incapacitados”, dijo Fichtner.


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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

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