Punta de lanza. Entre la Sifilis y la Gonorrea

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Por Senén González Vélez

Toronto, Canadá

Se dice que cinco fueron las pandemias más terribles de la historia. Pero creo que la más temible de todas por lo pasiva e invasiva, es la locura que producen los vicios y las drogas, especialmente la coca, el “fentanilo” y otras, con las que no se llega a la genialidad, pero si a la fatalidad, a los errores y las improvisaciones que conducen a proceder con graves estupideces.

La Sífilis y la Gonorrea son dos enfermedades de trasmisión sexual; seguramente provienen de la época bíblica de Sodoma y Gomorra, y no propiamente aparecieron de la noche a la mañana en nuestro país, sino que, se dice, fue producto del descubrimiento de América.

La civilización viene del otro continente, diferente al de las indias, que si aportaron sus misterios y sus sabidurías que hoy, además de inexplicables, nos conducen a que pensemos en una preexistencia humana superior a la presente.

Muy a pesar de ese señalamiento tan directo que se indilga sobre la enfermedad de contagio sexual, también se comenta que cuando Cristóbal Colon apareció por estas tierras, ya existían algunos brotes de la enfermedad. Estamos hablando del año de 1492 en adelante. 

La contagiosa Gonorrea, fue identificada por el médico alemán, Albert Neisser, por allá en el año de 1879, es decir, 90 años después de la Revolución Francesa, 120 años después de la Revolución Bolivariana y 142 después del Pacto Histórico, es decir; estamos en equidistancias de las revoluciones, pero no tan lejos de la enfermedad que las crea para contagiarnos, metafóricamente, a todos.

Dicen que Cristóbal Colón cuando regresó a España de las Indias por los años 1493 hacia adelante, disque trajo de la tierra española la Sífilis. Suponemos que la bacteria no venía adentro de los baúles revuelta con los tesoros, sino en la sangre y en los pipis, listos para dispararlos a las “inocentes” damiselas indígenas, víctimas de la pasión revolucionara del Descubrimiento de América; hallazgo para ellos, porque América ya existía.

Lo cierto es que algunos esqueletos encontrados que datan de épocas o años anteriores a Colón, tenían rastros de la Sífilis, y seguramente también de la Gonorrea, lo que es posible que su antigüedad en tierras de las indias sea real y verdadera.

Dicen las estadísticas que la enfermedad tanto de la Sífilis, como de la Gonorrea, han formado parte de la historia de Colombia, y de verdad que así es.

Lo mismo ocurrió con los llamados ‘potrosos’ que, se dice, lo eran por beber agua de los aljibes que eran visitados por los murciélagos que dejaban caer sus excrementos sobre las aguas de lluvia recolectadas, lo que puso a muchos a llevar un ‘balón de fútbol’ entre las piernas.

Hoy tanto la Gonorrea como la Sífilis, sanitariamente, están controladas, pero aún siguen existiendo otras variables a las que se suman los ‘potrosos’, a quienes técnicamente les llaman ‘guevones’, como también ‘gonorreicos’, pero ya es por otra causa, que me recuerda el libro de Albert Camus, La PESTE, y el Manual del Hombre Absurdo, de mi autoría, del que se deduce que son estúpidos aquellos que conociendo lo absurdo, participan ciegamente de los errores, sin saber en el lío en que se meten, y lo peor es que lo repiten varias veces, pensando que la idiotez se modifica por el cambio climático, para convertirse en inteligentes. ¡Que tontos, carajo!

A mí no me cabe la menor duda que la tal gonorrea y los potrosos o guevones, aún existen en el país, pero con diferentes presentaciones o sintomatologías, en que la enfermedad se incrusta en su sistema llamado seropositivo.

Son portadores pasivos, por eso se unen entre sí porque apenas se les está desarrollando la enfermedad, hasta que esta se dispara para atornillarse y convertirse en gonorrea colectiva. Solo basta que veamos algunas multitudes para ver esa sintomatología cuya enfermedad, va pasando de pasiva a la condición de activa.

El termino Gonorrea se ha familiarizado tanto, que ya se convirtió en una expresión muy común para calificar a las personas como indeseables.

El mundo ha sufrido de pestes horribles, como la bubónica o peste negra, esa que, hacia precipitar a la gente al suicidio, muchos de ellos recurrían a la cápsula antibiótica 357 de 10 Mg que ponía punto final al padecimiento.

Recientemente salimos del Covid19, y al parecer le bajamos un poco al SIDA, pero aumentó de manera espantosa la gonorrea.

Darío Echandía dijo hace 60 años: ‘’Colombia es un país de Cafres’’, hoy tengo que decirles que ese calificativo le ha quedado pequeño al país, por lo que es mejor decir: QUE 11 MILLONES DOSCIENTOS MIL, SE ACERCAN PARA GANARSE EL TITULO DE GONORREICOS, DE POTROSOS O GUEVONES.

Esto nos obliga a rebelarnos para doblegar la enfermedad, que se está expandiendo lastimosamente entre nosotros, recurriendo a cualquier remedio efectivo.

Colombianos piensen bien para que no se conviertan en una gonorrea, porque como dijo don Pepe, no rebuznan porque no tienen el cuello largo; en cambio, les digo yo, que el sapo croa, porque lo tiene corto.

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