Petro preside un consejo de ministros transmitido en vivo lleno de reproches y acusaciones: “Laura miente, presidente”

Fotografía cedida por la oficina de prensa de la Presidencia de Colombia del mandatario, Gustavo Petro (i), junto al nuevo jefe de despacho, Armando Benedetti, durante un consejo de ministros este martes en Casa de Nariño en Bogotá (Colombia). PRESIDENCIA DE COLOMBIA (EFE)

JUAN DIEGO QUESADA

Bogotá – 

El Consejo de Ministros televisado en cadena nacional, a hora de máxima audiencia, ha retratado este martes el momento caótico que vive el Gobierno de Petro. La gente vio al presidente reprender durante horas a sus ministros, a los que acusó de hacer mal su trabajo y de tener una doble agenda. Regañó a uno que llegó tarde, le hizo ghosting a su vicepresidenta y se rio de manera forzada cuando otro, en un arrebato de amor, aseguró que lo amaba. Dos de sus ministras y el director de una entidad pública le devolvieron las críticas, acusándole de permitir la corrupción e incluir en su proyecto progresista a gente que no es tal. La incomodidad del momento se vio reflejada en la cara de todos los presentes. Petro no se dio por aludido y culpó a todos de incumplir 146 de sus 195 promesas de Gobierno: “Me da vergüenza. El presidente es revolucionario. El Gobierno, no”.

El presidente no ha quedado contento con la manera en la que se zanjó el asunto de las deportaciones con Donald Trump. Piensa que el canciller en ese momento, Luis Gilberto Murillo, cedió a las amenazas de Estados Unidos de iniciar una guerra comercial y cerró en falso una crisis que había surgido por el trato que reciben los colombianos en los vuelos de deportación, donde son encadenados de pies y manos. Pero ahora, con él al mando de las conversaciones, no tiene intención de ceder ni un centímetro, según su entorno. Y quería que todo el mundo lo viese por televisión.

Llegó furioso a la reunión con los ministros. Dijo que se le ocurrió la idea de transmitirla en vivo después de ver que se hacía en Cuba. No lo mencionó, pero este formato tipo telerrealidad recuerda también a Aló presidente, el programa de Hugo Chávez, y a las intervenciones televisadas de Álvaro Uribe, que sometía a escarnio público a sus asesores. Desde el primer momento dejó claro que él mismo se ocupará de las relaciones internacionales, aunque de canciller esté ahora Laura Sarabia, la que hasta ahora era su número 2. “Me tienen que matar a mí primero. Este Gobierno no se arrodilla, ministra Laura. Yo no me arrodillo”, dijo con claridad en un tono de reproche hacia ella que no se le conocía en público. Petro asegura estar dispuesto a librar una guerra arancelaria con Trump en el caso de que las autoridades estadounidenses sigan maltratando a los inmigrantes colombianos.

Esos choques con Trump los ha tenido Petro a través de Twitter, lo que le ha valido muchas críticas. Su gente más cercana le ha implorado esta semana que se desintoxique de la red social, pero él ha dado una respuesta típica muy suya: ninguna. Se ha quedado en silencio. Hoy ha reconocido, eso sí, que se equivocó al tuitear la ubicación de la guerrilla del ELN en el Catatumbo, una región en la que se libra una guerra entre facciones armadas. “La oficialidad del Ejército está brava con el presidente porque se me fue un trino mal hecho. Casi nunca me había pasado, pero me pasó”, afirmó, sin dejar claro de dónde había recibido esa información, que ni siquiera parecía verdadera. Armando Benedetti, su nuevo jefe de gabinete, sentado a su izquierda, tomaba notas.

Uno a uno, tuvo reproches para todos los ministros. Los acusó de estar fallándole “al pueblo” y de no ser verdaderos revolucionarios como él. Lanzaba preguntas retóricas, hacía incursiones históricas, digresiones que lo alejaban del punto principal. Por su cabeza circularon sus obsesiones personales. Los ministros simulaban tomar notas para no tener que aguantarle la mirada. El presidente estaba invadido por la ira y no tenía ninguna intención de esconderlo. “Ministra de Vivienda: está mal hecho el trabajo. Nos debe agua, agua potable”.

Casi una hora después tomó el turno la vicepresidenta Francia Márquez, con la que Petro no tiene ninguna relación. Márquez tiene fama de ser muy clara y directa y así lo fue: “No todo se hace con la transparencia, presidente, con la que hoy le hablamos al país. Eso es parte de mis dolores porque ayudé a elegir este Gobierno y me duele que se presenten tantos actos de corrupción. Tenemos que decirlo de frente”. Márquez se siente apartada, sin apenas responsabilidades. Se quejó de haber estado dos años creando desde cero un ministerio de Igualdad, con toda la burocracia que eso conlleva. Se ha enfrentado en varias ocasiones a Sarabia. “No me parece las actitudes de Laura Sarabia conmigo. Me ha tocado decirle: respéteme, que soy la vicepresidenta. Y respeto a Benedetti, pero no comparto su decisión de traer a este Gobierno a estas personas que sabemos que tienen gran parte de responsabilidad con lo que está pasando. Tal vez esto me cueste quién sabe qué”.

Ahora era Petro el que recibía los ataques y, de paso, también Sarabia y Benedetti. Dentro del gabinete trataron de convencer al presidente de que no nombrase al segundo su asesor jefe después de las polémicas que ha protagonizado en el pasado. Benedetti salió por primera vez del Gobierno después de que se publicasen unos audios en los que se le escuchaba decir: “Nos hundimos todos, nos vamos presos”. Le hablaba a Sarabia, con la que discutía a gritos de la financiación de la campaña electoral. En julio del año pasado, la esposa de Benedetti lo denunció por violencia de género en Madrid, donde pasaban unos días. Él negó los hechos y ella lo ha hecho a posteriori, cuando han vuelto a ser pareja.

Ese es el principal motivo por el que ministras como Susana Muhamad se han escandalizado con el nombramiento. Muhamad, una de las personas más respetadas del gabinete, le lanzó un órdago a Petro: o Benedetti o ella. “Como feminista y como mujer no me puedo sentar en esta mesa de gabinete y de proyecto progresista con Armando Benedetti. Y yo no voy a renunciar ni al proyecto ni al Gobierno”, dijo, emocionada. También cargó contra Sarabia: “Ni las relaciones exteriores ni la actual jefatura de gabinete están en manos de este proyecto, están en manos de todo lo contrario, presidente”.

A las críticas se sumó el director de la Unidad Nacional de Protección, Augusto Rodríguez, uno de los pocos amigos que tiene Petro en la vida. “Desde que Benedetti llegó a la campaña yo puse alertas y me enteré de sus artimañas para lograr que no fuera puesto preso. De tal manera que hoy debo decir que este espacio no es el espacio del señor Benedetti”.

El presidente defendió a Benedetti, que fue su jefe de campaña y uno de los artífices de que la izquierda ganara las elecciones en 2022: “El feminismo no es para destruir al hombre, como el hombre no es para destruir a la mujer. (…) He visto feminismos que destruyen hombres. Cuando se quiere un hombre perfecto, no existe. En el M-19 (la guerrilla en la que él militó) se daban segundas oportunidades”. Benedetti, mientras tanto, se mantenía erguido en la silla, se atusaba el pelo y la barba. Una parte del Gobierno está contenta con que llegue alguien como él, muñidor de pactos, con amigos en el cielo y el infierno. Aunque nadie se atreve a decirlo en público, salvo Petro.

Las siguientes intervenciones y roces de Petro con el ministro de Educación, Daniel Rojas, y el director del departamento encargado de las ayudas sociales, Gustavo Bolívar, tuvieron un punto cómico. Cuando Rojas entró tarde a la reunión, Petro ironizó: “Llegó el ministro de Educación, bravo”. A esas alturas el presidente ya había hablado de su ministerio: “Espero que le digan sus compañeros qué fue lo que dije”. En Twitter, Rojas explicó que había llegado tarde porque andaba en otras regiones del país. En la réplica cara a cara, Rojas sostuvo brevemente el pulso, aunque con la voz entrecortada: “Presidente, póngame un poquito de atención, por favor”.

Bolívar fue el responsable del momento más incómodo de todos al hacer una declaración de amor en una reunión de trabajo. “Yo a usted lo amo, presidente”, le dijo a Petro, que solo atinó a responder con una risa fingida. Poco antes, Petro se había quejado de los shows de televisión que retrataban a los colombianos como narcotraficantes que vivían en Miami. Bolívar se dio por aludido por ambas cosas, tiene casa en esa ciudad de Florida y ha escrito narconovelas para televisión con esos argumentos (Sin tetas no hay paraíso). Por lo que gastó un par de minutos en explicar su relación con la ciudad: “Hoy ya no sé si tenga visa para ir a Miami”.

El momento álgido llegó cuando Sarabia dijo que nadie del DPS (la entidad que dirige Bolívar) había estado pendiente de unos deportados que llegaron hace dos días.

—No puede ser discurso, tiene que ser realidad —se quejó Petro—.

—Laura está mintiendo, presidente —interrumpió Bolívar—.

Petro lo cortó en seco.

—Compañero, está hablando el presidente.

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