Otraparte. Tocó aprender latín

Casa Museo Otraparte. Envigado, Antioquia. Dicen que fue la casa donde nació el "Nadaismo" que tuvo como padre al filósofo Fernando González. Foto Otraparte.ong

Por Óscar Domínguez G.

El profesor Panesso Robledo decía que lo importante no es saber latín sino haberlo olvidado. En mi precario latín traté de traducir la inscripción que hay a la entrada de la Casa Museo Otraparte de Fernando González en Envigado: “Cave canem, seu domus dominum”.

Este traductor-traidor salió  con este chorro de babas: “Cuidado con el perro de la casa del señor”. Mi profesor de latín me habría soplado un misericordioso uno, y me habría encimado la traducción correcta: “Cuidado con el perro, o sea, con el señor de la casa”. 

Nacho, mi chihuahua, que tiene mascota propia: este aplastateclas. (Foto de mi nieta Sofía Mo).

El latinajo me ratificó que no hay tal que tengamos mascotas, las mascotas lo tienen a uno. Un amigo, propietario de dos perros y dos gatos sentó esta certera jurisprudencia: El perro es de uno, pero uno es del gato. 

Hilando más delgadito, el latín es una lengua muerta … de la risa. Sigue siendo la lengua oficial del Vaticano que ordena que libro que llegue a su jurisdicción de jaculatorias sea traducido al jurásico idioma.

Me enteré de que los latinistas del Vaticano, dateados por el Espíritu Santo, introdujeron 15 mil nuevos neologismos. La obra que recoge sus desvelos se titula “Lexicon, Recenis Latinitas”.

Según el “Lexicon”, play boy no es un gallinazo que le tira a todo lo que se mueva, sino “iuvenis voluptarios”; ovni no es esa cosa cuya existencia admite la NASA sino “res inexplicata volans”;  soltero no es ese invicto vencedor jamás vencido en matrimonio, sino un simple “solitarius”; voyeur dejó de ser el coleccionista de cucos que mira a través de cerradura como el ángel del poema  de Ciro Mendía, para convertirse en «obscena observandi cupido». La streapteaser poco que ver con la bella que se empelota para regalarse el último berrido de la moda, sino “suis ipsius nudator”.

Hay otra contundente prueba de que el latín goza de cabal salud: hace unos años, la periodista italiana Gioavanna Chirri de la agencia Ansa, escuchó en un croché de cardenales o consistorio que el papa Benedicto XVI, hablando en latín, se proponía renunciar porque la chanfa le generaba mucho estrés. Giovanna chivió. 

Colegas palaciegos: a aprender latín por si al presidente Petro le da por decir “salve” o “ave” (adiós) en esa lengua muerta de la erre. Aunque no hay prisa: copiándose de su gurú Ernesto Samper ya notificó: “Todo fue a mis espaldas. Aquí estoy y aquí me quedo”.

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