Otraparte. Stradivarius de plomo

Sección de linotipos del Caro y Cuarvo. (Foto del Instituto).

Por Óscar Domínguez G.

Primero se queda la i huérfana del puntico encima que los linotipistas dejen de celebrar su despelote anual. Y menos en 2023 cuando la Asociación Nacional de Linotipistas, Andel, la sigla de la nostalgia que los agrupa, cumplió cien años.

Que no falten misa en el Cementero Central y ofrenda floral. A más de uno se le “piantó un lagrimón”. Como todo 12 de noviembre, este año hubo la tradicional “francachela y comilona”. En pleno barrio de los acostados una rotativa de carne y hueso llevó la voz cantante a nombre de quienes oyen la voz “linotipo” y levitan.

Hubo condecoraciones y azotada de baldosa hasta las seis de la tarde,  cuando los añosos celebrantes regresaron a casita a poner los pies en agua caliente.

Un momentico, señores, que la profesión que “democratizó la cultura y la información”, en palabras de uno de ellos, Luis Carlos Adames, no puede ser carne de olvido, chatarra de Alzheimer. 

Por algo Tomás Alba Edison, quien se tenía confianza para inventar cosas a partir del azar, llamó al linotipo la octava maravilla del mundo. De pronto hasta le prenden velitas y le piden  milagros.

El linotipo, inventado por el alemán Mergenthaler a finales del siglo XIX, es la reencarnación, corregida y aumentada, de la imprenta de su paisano Gutenberg. 

El primero se armó el 4 de marzo de 1911 en la Imprenta Republicana de la ingenua y pluviométrica Bogotá de la época.  Desde entonces, este hermoso y complejo arte-facto se dedicó a convertir las ideas en plomo, predicaba otro virtuoso de la cofradía, el Mago Guillermo Dávila. 

En su momento, el linotipo fue necesario como el agua, la luz y el vino. O el aguardiente, que tomaban toda la semana para combatir el saturnismo, una enfermedad exclusiva de quienes manipulaban el plomo. Completaban el ritual tomando leche la siguiente semana.

Para el Mono José Salgar, de El Espectador, los linotipistas “eran unos sabios, dominaban el idioma, corregían los editoriales”.

García Márquez escribió que “eran tipógrafos cultos por tradición familiar, gramáticos dramáticos y grandes bebedores de los sábados”.

El periodista Gonzalo Castellanos nació el 6 de noviembre, apenas 3 años después de la  llegada del linotipo que manejó antes de ingresar al bendito oficio. En el lúcido y aliviado Gonzalo, quien maltrató zarzuelas el día de su cumpleaños, según el parte de su hija Esther, “japiberdeo” a todo el gremio. Al linotipo: un besito donde dijiste enemigos

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