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Al científico Óscar Alejandro Pérez (Bogotá, 35 años) lo han cautivado las dos plantas más populares de Colombia. Las orquídeas, orgullo nacional; y la coca, que ha sido estigmatizada al punto de que poco se conoce sobre su historia genealógica. A la primera – dice – llegó “por el destino”. Heredó la pasión de un campesino que trabajaba en la Reserva Bosque de Yotoco en la Universidad Nacional, capaz de identificar los géneros de las orquídeas casi que con solo verlas. A la planta de coca, en cambio, la estudia para rescatarla de su simplificada y fácil asociación con la cocaína. “A mí me interesa entender los patrones evolutivos de las plantas”, dice Pérez, doctor e investigador del Real Jardín Botánico de Kew, en Londres.
El científico ha regresado a su país para dar una charla en Medellín durante el festival Futuro Coca que se realiza a lo largo de esta semana y donde quiere convencer a la gente de que la planta de coca es una gran incomprendida. “Es una planta con gran tradición, con cientos de registros arqueobotánicos. Sabemos que hemos usado la hoja de coca por 8.000 años porque se han encontrado registros de hojas secas masticadas de esas fechas en los valles de Perú. Pero la gente no sabe eso”, agrega en entrevista con América Futura. “No es justo que la planta de coca esté tan demonizada”.
El experto hace parte del grupo de investigación que publicó un estudio a mediados de este año, en el que, a partir de información genética, encontró que no es posible determinar solo a través de las hojas si una planta de coca es silvestre o cultivada, pese a que es una variable que algunas autoridades usan para intentar descifrar si la siembra está destinada a la producción de cocaína.
Pregunta. ¿Qué es lo más importante que se suele ignorar sobre la coca?
Respuesta. Que hay 270 especies de coca en el género que se conoce como Erythroxylum. Sin embargo, a muy pocas se le han analizado sus compuestos químicos. De esas 270, solo hay dos especies que han sido cultivadas, cada una con dos variedades botánicas. Y, de hecho, aún no se conoce si hay parientes de la coca que produzcan alcaloides tropanos (como la cocaina) como las variedades cultivadas. Estos parientes de la coca, o incluso cocas silvestres, son aquellas que no han sido cultivadas por el humano.
P. Uno de los hallazgos más importante de su estudio es que la forma de la hoja de coca no es suficiente para indicar si se trata de coca cultivada o salvaje. ¿Por qué es importante a nivel científico?
R. Porque la moneda de cambio para hablar sobre biodiversidad son las especies. Y, en el caso de la coca, no sabemos con certezas cuántas especies hay. A nosotros, como botánicos evolutivos, nos sirve no solo para entender su historia, sino ver de cuáles se pueden desarrollar nuevas bioeconomías.
P. ¿Y para que les sirve a las autoridades? Porque incluso hay un libro que usa la Policía sobre las formas de las hojas de coca para hacer esa diferencia entre salvaje y cultivada..
R. Lo primero es que sirve para aclarar que la morfología no es confiable como método de identificación rápido. Pero lo segundo, y más importante, es para empezar a investigar de dónde viene esa diversidad genética que está produciendo nuevas variedades de coca. La Policía, así como colegas que trabajan en campo, han visto plantas de coca más altas y con más follaje. Eso quiere decir más rendimiento de producción de cocaína por hectárea. Estudiar la genética de la coca sirve para entender qué está pasando ahí, por qué se están logrando esos rasgos. Pero también para alertar que esa diversidad que está generando la industria puede contaminar a especies silvestres.
P. ¿Que posibilidades ver para un industria a partir de la hoja de coca ante la propuesta del Gobierno de Gustavo Petro de comprar la hoja de coca?
R. Yo tendría más interés en comercializar variedades nativas nuestras, que probablemente existen, pero no conocemos. Lo haría porque son especies milenarias que vienen del conocimiento indígena. Miraría, por ejemplo, cuáles están libres de alcaloides para que sean más seguras para el consumo humano. Trataría de buscar las que tienen más relación con las silvestres y las de uso indígena. Los beneficios de esta planta vienen de las que han guardado y seleccionado los indígenas por miles de años y por eso son mejores.
P. ¿Siendo una planta tan poco estudiada, qué se ha podido saber de su historia y evolución?
R. Hay incógnitas aún, como el número concreto de especies o cuántos eventos de domesticación de la coca se han dado. Lo que sí sabemos es que estas plantas ya existían 100.000 o 150.000 años antes de que los humanos llegaran a América.
P. Usted empezó estudiando las orquídeas, una planta amada. ¿Por qué saltó a la coca?
P. Yo en el Kew Gardens estoy contratado para investigar orquídeas y el tema de la coca lo hago después de mis horas de trabajo. Lo hago porque con esta planta hay mucha urgencia de conocimiento. Si encontramos mejores métodos para identificar las plantas de coca, podemos producir información base para la legalización de la hoja de coca sobre la que hay mucha ignorancia.
P. Este árbol genealógico de las orquídeas que tiene sobre la mesa se ve bastante completo. Si uno dijera que ese es el 100% de lo que se sabe sobre las orquídeas, ¿en qué porcentaje va el de la coca?
R. Un 10%.
P. ¿Y esa falta de conocimiento es un reflejo de las políticas alrededor de la hoja coca?
R. Sí, por desgracia. Solo hasta el año pasado se secuenció por primera vez el mapa genético de la coca y se identificaron cuáles son los genes responsables de los alcaloides. En los países europeos, en especial del espacio Schengen, todas las especies de coca están catalogadas como ilegales, así no se sepa si sirven para producir cocaína. Es más, yo no podría llevarme una hoja de acá para hacer investigación. Es ridículo.
P. Volviendo a la propuesta de Petro, se ha dicho que no siempre es apta para el consumo humano por la cantidad de agroquímicos que tiene. ¿Qué tanto ha maltratado a la planta de coca la política antidrogas?
R. Es bien sabido que los programas de aspersión no han dejado nada bueno. Si estamos pensando en que vamos a comprar la hoja de coca al campesino y vamos a comercializarla, eso va a estar lleno de pesticidas. Las plantaciones de coca actuales están muy alejadas de lo que son cultivos orgánicos, de las comunidades indígenas. Si uno ve una coca cultivada en las chacras de la Sierra Nevada de Santa Marta se ven más sanas.
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